Las navidades siempre han sido unas fechas muy especiales en casa. Recuerdo la ilusión con la que mi padre preparaba sus regalos, su alegría cuando nos reuníamos todos en casa y su manido brindis "para que el próximo año podamos volver a estar todos juntos". Sin embargo, desde hace algún tiempo ese deseo ya no se cumple y estas fechas tan alegres vuelven con el sabor agridulce de su ausencia.

Como en mi caso, en muchas familias estas navidades habrá una silla vacía, la del ser querido que acaba de dejarnos. ¿Cómo podemos sobrellevar el duelo en estas fechas tan entrañables?

Recordemos que el duelo es una reacción emocional natural que nos permite adaptarnos a la pérdida del ser querido. En este proceso se tienen que reajustar las emociones, adaptar las conductas que se han desajustado con la pérdida y recolocar las nuevas situaciones vitales. Durante este proceso, existen momentos que pueden resultar especialmente dolorosos como aniversarios o fechas señaladas en las que compartíamos momentos especiales con la persona ausente. Sin duda, uno de los momentos más complicados son las fiestas navideñas.

Para muchas personas resulta contradictorio vivir el duelo mientras el resto está disfrutando de unas celebraciones que invitan a la alegría y a las reuniones familiares. Si estás elaborando tu propio duelo, es normal que te sientas triste o enfadado; puede que pienses mucho en tu ser querido o desear que las fiestas ya hubieran pasado. Al mismo tiempo, te puedes sentir culpable por mostrar tu dolor delante de tu familia, entristeciendo también a los demás.

Es por ello que, en ocasiones, creemos que la mejor opción es no celebrar las navidades, huyendo de recuerdos y obligaciones familiares. Sin embargo, esto no disminuirá el dolor emocional de la pérdida, que seguirá ahí. En otras familias se considera más adecuado seguir como si no hubiera pasado nada y "hacerse el fuerte". De esta forma, se evita hablar de la persona ausente, pero se esconde el dolor, lo que puede contribuir a empeorar el malestar emocional que toda la familia sufre en silencio y no se atreve a compartir con los demás.

También, podemos optar por construir una nueva Navidad, en la que busquemos una manera simbólica de recordar a la persona fallecida a lo largo de las fiestas. Podemos compartir cuánto nos hubiera gustado que estuviera con nosotros y honrar su vida y su muerte; podemos recordar sus anécdotas o aquello que le hacía feliz. En definitiva, se trata de sentir al ser querido entre nosotros, tenerlo presente y dejarnos arropar por los que sí están, disfrutando del momento con ellos.

Si hay niños en casa, es importante que hablemos con ellos, que les expliquemos que estamos tristes porque echamos de menos a nuestro ser querido. Debemos darles su espacio para que puedan expresar sus sentimientos; podemos incluirlos en los rituales de recuerdo, animarles a que preparen dibujos o escritos para colocar en un rincón especial€ En definitiva, ofrecerles un modelo saludable de afrontamiento del dolor. Un niño no teme hablar de la muerte y de las pérdidas si los adultos que están con ellos no temen sus preguntas y no esconden sus sentimientos.

Por tanto, aunque estas fiestas puedan ser complicadas para quienes han sufrido una pérdida, podemos celebrar unas nuevas navidades. Parafraseando a Isabel Allende, la gente sólo muere cuando la olvidan; si puedes recordarlo, siempre estará contigo.