Lola recuerda como si fuera ayer cómo nació el restaurante La Peña hace ya 38 años. Un día, medio en broma surgió la idea de un local donde hacer «los calderos y las reuniones de amigos», siempre con la idea de que fuera un restaurante de comida típica de la zona, con la influencia de la familia de pescadores de su marido Germán Baeza, el auténtico capitán del barco.

No directamente en la cocina, Lola, como era conocida popularmente en El Campello, siempre se preocupaba de los detalles y de que todo estuviera en orden. Lo que más le gustaba era relacionarse con la gente que visitaba el restaurante, siempre bien asistida con los consejos de su marido Germán.

Lola destaca que la clave del éxito es la calidad y frescura del producto, pero sobre todo el trato humano y personalizado. Hoy en día abren y cierran restaurantes en el momento por falta de un buen trato con la gente.

En algunos casos de negocios familiares, se producen rupturas. En este caso la cocina une, en este caso sí. Germán (hijo) junto con Nuria Baeza son los que llevan el restaurante actualmente. German prácticamente nació en el restaurante y ya con dos añitos se paseaba por la cocina, y al vivir arriba del restaurante ha crecido entre fogones.

El Caldero Campellero y arroz a banda de su caldo, además del marisco han sido los platos que han caracterizado a La Peña casi cuatro décadas y que se siguen haciendo con la misma fórmula y el mismo cariño que en su origen.

Desde el punto de vista de una madre es una satisfacción el poder transmitir a nuestros hijos que lleven adelante el negocio familiar, y también es muy positivo el reconocimiento del cliente «hay gente que ha celebrado su bautizo aquí y después la comunión». La fidelidad de los clientes es algo muy importante a valorar después de tantos años.»A mis 79 años todavía me gusta darme una vuelta y hacer cositas, porque de madre no te puedes jubilar», asegura Dolores Pérez..

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