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Tribuna

¿Conoces a tu hijo? ¿Tienes paciencia?

Hay que recordar que los niños no son adultos, y por lo tanto no hay que tratarles como tales

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Por qué no haces caso a la primera? ¿Cuántas veces tengo que repetir las cosas? ¡Puedes darte más prisa! ¿No comprendes que mamá necesita descansar?

Os suena ¿verdad?

1. Los niños no son adultos, no lo trates como tal. Los niños son niños y hacen cosas de niños. Parece lógico ¿no? Abren cajones, pintan donde no deben, saltan encima de la cama ¿Y por qué lo hacen? Porque les resulta divertido. Quizá deberíamos saltar sobre la cama con ellos de vez en cuando, sería una buena terapia.

2. Los niños reclaman nuestra atención continuamente: si mamá está ocupada con el teléfono, una manera sencilla que tengo de llamar su atención es portándome mal; la respuesta es instantánea. Mamá dejará de hacer lo que está haciendo y será «toda mía» -piensan muchos niños-. Y así es. Creedme cuando os digo que a los niños no les importa demasiado si estamos enfadados con tal de que estemos encima de ellos.

3. Los niños no tienen prisa, ni necesitan hacer muchas cosas a la vez, ni siquiera necesitan hacerlas bien. Esa perfección en ellos, no existe. Ellos hacen las cosas a su ritmo, que evidentemente no es el nuestro; hacer varias cosas al mismo tiempo es misión imposible, hacen una y de la forma en que ellos consideran que hay que hacerla aunque para ti resulte un desastre. Es su manera, es la manera de un niño

4. Nuestros hijos nos necesitan y sus necesidades son diferentes a las nuestras. No comprenden nuestro trabajo, nuestro cansancio, ni nuestros problemas. Ellos necesitan a sus padres cerca y en exclusiva. Necesitan sus momentos de juego, sus caricias, sus besos. Necesitan meterse en nuestra cama y acurrucarse una mañana de domingo. ¿Y el gustito que da que se cuelen a primera hora de un fin de semana en tu cama y te abracen con sus manos aún tan pequeñas? Placeres sencillos que no durarán para siempre.

5. Los niños no tienen un razonamiento elaborado y complejo como los adultos; son impulsivos y se mueven por emociones. La parte del cerebro encargada del juicio, del raciocinio y del autocontrol (corteza cerebral) no la tienen aún desarrollada, por lo que en sus decisiones predomina «el cerebro inferior» corresponde al cerebro emocional e instintivo (una parte del cerebro llamada amígdala).

En los adultos, sin embargo, predomina «el cerebro superior»: la razón sobre los instintos. Nuestra corteza frontal nos está diciendo casi continuamente cómo tenemos que comportarnos, y nos ayuda a tomar decisiones.

No les exijas tanto, ese «cerebro superior» se va construyendo a lo largo de toda la infancia. No es hasta los 20 años en los que esta parte del cerebro está completamente desarrollada y predominará sobre las demás.

Por lo que no podemos pedirle a un niño de 3 años que razone determinadas cosas porque simplemente esa parte de su cerebro está aún en formación.

6. Y por último no solamente son nuestros hijos los que necesitan nuestro amor incondicional, nuestro tiempo y nuestra paciencia; nosotros también les necesitamos. Nos ayudan a desarrollar nuestra empatía hacia los demás, a ser más tolerantes y comprensivos, a ser generosos y desinteresados. Nos recuerdan que las cosas importantes en la vida, las de verdad, son muy pocas.

«La clave no es aprender de los niños, sino no olvidar que lo fuimos» Neil Gaiman

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