Científicos de la Universidad Politécnica de Valencia han fabricado un hormigón celular, ligero y aislante en el que el 85% de los materiales son residuos: cenizas de cáscara de arroz, papel de aluminio doméstico y residuos procedentes de la fabricación de hierro en altos hornos o de la obtención de combustibles. Se trata de un material cuya huella de carbono, y por tanto sus implicaciones en términos de efecto invernadero, es tan solo del 22% con respecto a la de los actuales hormigones celulares. Todo ello lo convierten en el hormigón más ecológico obtenido hasta la fecha a nivel internacional. Los resultados de los ensayos a los que ha sido sometido han demostrado que el material reúne todos los requisitos para poder ser transferido al sector. En términos de densidad, resistencia y conductividad térmica, presenta unos valores similares a los hormigones tradicionales.