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Hola, soy Dios

A vueltas con el cáncer

—¿Y esa cara, JC? Llevas una sonrisa en un lado y una mueca de disgusto en la otra mitad de la cara. Confieso que no había visto nunca un espectáculo semejante.

A vueltas con el cáncer

-Pues coherente con mi estado de ánimo: Contento pero triste.

-Explícame eso, que no es tan infrecuente. Pero antes déjame adivinar: noticias de la Tierra.

-Así es. Resulta que los humanos están consiguiendo muy buenos resultados con el tratamiento del cáncer.

-¡Albricias! Llevaban milenios sometidos a esa plaga.

-Aun no está resuelto, pero van en el buen camino. Ya han conseguido elevar las tasas de supervivencia en múltiples casos, incluso en tumores con metástasis.

-Eso está muy bien. Y hay que alegrarse.

-Desde luego. Gracias a la Inmunoterapia, que consiste en reforzar las medidas defensivas del propio organismo, están logrando grandes resultados. Fíjate, con medicamentos como el pembrolizumab (atento al palabro) consiguen combatir cánceres como el de pulmón, melanoma o vejiga y extender la vida del paciente durante mucho más tiempo que con la tradicional quimioterapia. O combinando ambos tratamientos.

-Pero eso solo son buenas noticias, a la espera del triunfo definitivo.

-Sí?

-A ver, JC. Vamos a la cara B.

-La pasta.

-¿Perdón?

-El coste de todo esto, Pa. Resulta que los nuevos tratamientos valen un potosí. Un año de uno de estos nuevos fármacos puede valer 100.000 euros, y la factura de la oncología se ha duplicado en los últimos diez años.

-Ya? ¿Por qué exactamente? ¿Tan cara es la investigación?

-En realidad lo es, pero detrás de todo esto hay un cambio de modelo empresarial. Los grandes laboratorios en vez de investigar directamente buscan compañías que posean un fármaco ya desarrollado.

-Eso no debería variar mucho las cosas.

-No, pero resulta que la compra se realiza a precio de sangre de Unicornio. Y esto provoca que los programas de desarrollo de las grandes farmacéuticas se reduzcan al mínimo, con la consiguiente fuga de cerebros. Y las absorciones, además, propician un gran número de despidos.

-Ya?

-Pero es que este modelo ha provocado un boom de investigación, porque los pequeños aspiran a convertirse en la próxima gran sensación que pueda venderse al mejor postor, lo que estimula esta clase de proyectos. Los mirlos blancos son difíciles de encontrar, pero una vez hallados, cambian la partida de cabo a rabo.

-Comprendo.

-Además, las compañías fuerzan la máquina, conscientes de que en medicina las cosas cambian de un día para otro, y la aparición de un nuevo fármaco puede dejar en barbecho lo que hasta ahora parecía la nueva panacea? y llevar la ruina de un emporio.

-O sea, que al final lo cierto es que hay que pagar un dineral por las pastillas.

-Simplificando, así es.

-Pero esto es más de lo mismo, JC.

-¿Perdón?

-¿Conoces alguna actividad humana, por honorable que sea, que no esté edificada sobre cimientos de ambición, ansias de poder o deseo de acumular riqueza por encima de lo que nadie se puede gastar en generaciones sucesivas?

-Déjame que piense.

-Si se te está ocurriendo nuestra propia empresa mejor que te olvides del tema.En el planeta Tierra la ambición es el motor del desarrollo. Sin ella los humanos aun deambularían por las praderas cazando ñus. Y es esa ansia la que les ha llevado a construir inmensos rascacielos, aparatos con los que hablan con el otro lado del planeta, pastillas milagrosas o a poner un pie en la Luna.

-Comprendo.

-Y es por eso por lo que ha fracasado, fracasa y fracasará cualquier intento de cambiar la estructura social o económica por modelos que no tengan en cuenta esa premisa, que traten a los humanos como seres carentes de ese ansia de progresar, de poseer más, de tener más que los vecinos y distinguirse de los demás.

-Pero eso no sé si es necesariamente bueno.

-Bueno o malo? No lo sé. Pero lo cierto es que los hicimos así. Sí. Los hicimos así.

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