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Vivir: ¿Una maravillosa odisea?

El tiempo

El tiempo es algo que, siendo objetivo, a veces lo valoramos muy mal. Digo objetivo porque un día dura 24 horas; una hora, 60 minutos y un minuto, 60 segundos. Es de las pocas cosas en las que los humanos nos hemos puesto de acuerdo.

El tiempo

Sin embargo, la valoración subjetiva que hacemos de él es muy variable o distinta. De niños una tarde puede ser inmensa, muy duradera; luego, cuando nos hacemos mayores, y sobre todo cuando envejecemos, el tiempo es fugaz, los meses pasan rápidamente, y luego los años. Parece que fue ayer cuando éramos jóvenes.

Algo parecido sucede cuando estamos ocupados o hacemos cosas que nos interesan mucho, decimos que el tiempo vuela; por el contrario, si estamos aburridos, y sobre todo si estamos esperando algo, ese tiempo se nos hace muy largo.

No me atrevo a decir que algo es siempre muy breve; puede serlo un saludo, pero también es verdad que puede ser muy larga, por ej., una despedida. Depende de los que participan en ella.

Las enfermedades sí las catalogamos según el tiempo que nos acompañan: las llamamos agudas, si su duración es de horas o días, subagudas si duran varias semanas, y crónicas si duran meses o años. En nuestra sociedad abundan las crónicas, porque los médicos no somos capaces de curarlas; ahí incluiríamos las artrosis, diabetes, obesidad, etc.

Sabe que en los verbos utilizamos tres tiempos: pasado, presente y futuro. Creo recordar que era nuestro gran Jorge Manrique el que decía: «Cualquier tiempo pasado fue mejor».

También recuerdo una canción que decía: «El tiempo que te quede libre, si te es posible dedícalo a mí». De igual manera, en una boda, el compromiso que se adquiere es de fidelidad para toda la vida.

Un hecho peculiar es que en nuestra sociedad los conceptos de tiempo, distancia, e incluso dinero están cambiando. Se tarda más en llegar desde Alicante a Badajoz, es más costoso y exige más tiempo que en viajar desde Alicante a Londres.

Sabemos lo que dura de media una vida, o si quiere lo que llamamos esperanza de vida. Somos uno de los países con mayor expectativa de vida; 84 años de media para una niña que nace ahora, y 78 si el que nace es un niño.

Ya conoce la broma esa en la que uno pregunta a otro: ¿cuántos años tienes? Y éste le da una cifra. La realidad es que esos años ya no los tiene, los ha consumido, y la realidad es que ignora cuántos le quedan, el mismo bromista dice que se lo escribieron en la espalda, y no puede ver el número, por ello lo desconoce.

Se ha calculado el tiempo que tarda la Tierra en dar la vuelta en torno al sol, se define en 365 días. Un año. Se ha dividido en 12 meses, y se ha fijado la duración de cada uno de ellos en 30 o 31 días, salvo febrero que tendría 28. Pero como las cuentas no cuadran, cada cuatro años hay que añadir un día más, se le adjudica a febrero y se llama año bisiesto. Para contar las horas del día, los humanos también se han puesto de acuerdo para, según el huso horario, dependiendo del momento en que el sol se proyecta sobre el meridiano terrestre, así se define una determinada hora; así son diferentes las horas en España o Rusia, y en las islas Canarias es una hora menos que en la península; eso sí, los países determinan a qué meridiano incorporarse. En España se eligió el de Greenwich, el que pasa por Londres, pero seguimos discutiendo si cambiar el horario en invierno y verano una hora.

Sin embargo, los homínidos tampoco se han puesto de acuerdo sobre el momento para contar la vida de este mundo. Los católicos empiezan el uno de enero, lo sitúan una semana después de la fecha que creen fue el nacimiento de Cristo; los árabes en el año 620 de los cristianos, momento en el que, según su tradición, Mahoma emigró de La Meca a Medina. Los chinos tienen su propio calendario; decimos que es lunisolar porque en él los meses son lunares, es decir que el primer día es el de la luna nueva y el día 15, el de luna llena; como en un año solar hay doce meses lunares y además una decena de días, se intercalan siete meses añadidos a lo largo de diecinueve años, para acordarlo con el calendario solar.

También se usa el tiempo para definir la duración del castigo de alguien a quien se le priva de libertad; debe ingresar en la cárcel durante un tiempo determinado. Por el contrario, en las religiones se habla de tiempo infinito; es lo que estará en el infierno alguien que muera en pecado, o en el cielo si se lo merece.

Y también conocemos el tiempo que necesita una célula especial, el huevo o cigoto, para multiplicarse, crecer en el útero materno, antes de que pueda salir al exterior como recién nacido; en general superando los siete meses y acercándose a los nueve.

No sé sí sabe que son unos siete años el tiempo que necesita una célula para crecer desordenadamente y desarrollar un tumor maligno, lo que llamamos cáncer; antes es tan pequeña que no lo podemos detectar. De igual manera es posible que en un diabético, el páncreas esté dañándose durante unos doce años, antes de que la enfermedad se exprese y la diagnostiquemos.

Los humanos hemos inventado aparatos para medir el tiempo; relojes, calendarios. Con ellos sabemos que todos los días duran lo mismo, lo que sí cambia es la duración desde que el sol sale hasta que se pone. Así sabemos el día más largo del año y el día más corto respecto a la luminosidad, es lo que llamamos solsticios.

Lo que nadie discute es la importancia del tiempo en nuestras vidas. Sabemos la fecha en que hemos nacido, o en la que estamos, cuando nos casamos, etc..

Es curioso porque no sabemos dónde está el tiempo pasado, dónde está el ayer, ni tampoco el mañana. De igual manera, es infinitesimal el tiempo que separa la vida de la muerte. Siendo así, lo inteligente sería vivir como si estuviéramos en el final de la vida, llenarla de plenitud y reforzar la importancia del aquí y el ahora.

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