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Retratos urbanos

Vittorio trajo la moda italiana

Ha vestido a gente de aquí y de allá. A patronos, actores, futbolistas, cómicos. En los noventa se encargó de trajear a los participantes al concurso de «Míster España». Solo se dedica a la ropa de hombre. Y pionero en trajes de novio.

Vittorio Cataldo Messina. Sicilia (1956). Separado. Un hijo. Perito electromecánico. Comerciante de ropa para hombres.

Vittorio Cataldo Messina trajo la moda italiana a Alicante. Ha creado una línea con su propio nombre. Llegó a Alicante por amor, en 1986. Conserva el acento italiano. Conoció a Reme, su mujer, durante unas vacaciones en Platja D'Aro (Girona). Se enamoraron. Vittorio viajó con su amigo Nino. Y la chica con sus padres y una amiga. El flechazo se produjo a eso de las siete de la tarde de un caluroso día de julio. La pareja se quedó sola: los padres, la otra muchacha y el colega de Vittorio se esfumaron de la escena.

La infancia de Vittorio transcurrió en Alcamo, una ciudad de la provincia de Trapani, en Sicilia. Su padre, Antonino, se dedicó a la fabricación de «carretos sicilianos», un laborioso trabajo artesanal con madera tallada y decorados con herrajes y telas de mil colores para que las bestias los pasearan en jornadas de fiestas. La situación económica empeoró y la familia se trasladó a Turín, donde un arquitecto dio empleó a su padre de carpintero. Acabado el bachiller, estudió peritaje electromecánico con éxito. Trabajó durante doce años en la empresa AET, dedicada la fabricación de componentes telefónicos de la época. Ópera prima.

Pero la verdadera pasión de Vittorio era el comercio. Su abuelo materno, Vito, tenía una gran tienda donde los parroquianos podían comprar vestidos, escobas o jabones y, además, contaba con una tropa de vendedores para comerciar en mercadillos de la zona. Abrió en Turín una tienda en sociedad con el citado Nino dedicada a la venta de prendas informales. Sólo acudía las tardes, al término de la jornada laboral.

Decidió empezar de nuevo. Con Reme. En Alicante. Se casaron en 1987 en Santa Pola. Vittorio Cataldo Messina abrió la primera tienda en el número 20 de la calle Pascual Pérez. Pagaba 140.000 pesetas de alquiler. Rechazó locales en la avenida de Maisonnave por la tercera parte del precio, porque entonces era poco transitada, con garajes, ferreterías y almacenes a ambos lados, pero que, años más tarde, se convirtió en «La Milla de Oro». Moda Italiana. Un dandi tras el mostrador. Llegó a tener hasta cuatro tiendas. Marca y firma. Elegancia. Modista en la trastienda. Ha cambiado varias veces de calle que no de actividad.

Fue distinguido con la «Estrella de Oro» que cada año entrega el Instituto para la Excelencia Profesional, galardón que reciben empresas y profesionales por innovar y fomentar el desarrollo económico y social.

Como buen siciliano, juega con cierta ventaja en una profesión que precisa carácter, temple y exclusividad de algunas de sus firmas, que lo han ayudado a convertir la tienda en un rincón único. Llegó hace 33 años. Ha sobrevivido al menos a tres crisis económicas: la de 1989, por la apertura de El Corte Ingles, que arrasó parte del pequeño comercio; otra a mediados de los noventa, que se llevó por delante a decenas de comercios tradicionales, y la 2008 en la que sólo resistieron un puñado de valientes. «Cerraron las mejores tiendas de moda de la ciudad. Yo aguanté, pero con mucho sacrificio», asegura. Para él lo más gratificante es «vestir un novio y 25 años después que venga para que vista a su hijo». Sigue con el mismo espíritu. Es conocido en toda la ciudad. Orgulloso de Sicilia.

Ha mejorado su castellano.

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