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Semana y media

La derecha y los Reyes Godos

Había más gente que otras veces en el colegio electoral, pero no sabía si aquello se explicaba por una mayor participación...

La derecha y los Reyes Godos

29 lunes

Un domingo cualquiera

Había más gente que otras veces en el colegio electoral, pero no sabía si aquello se explicaba por una mayor participación o porque era el primer domingo soleado tras el aguacero de las dos semanas anteriores. A los españoles nos gusta votar como vivimos, con cierto desorden: los datos de los listados no coincidían con los de las tarjetas censales, no había papeletas en las cabinas, las casillas del Senado debían ser tachadas con un solitario bolígrafo que pasaba de mano en mano y mucha gente ignoraba que también debía votar en las elecciones autonómicas. En la puerta saludé a un interventor de Vox. En las últimas elecciones llevaba una acreditación de Ciudadanos, donde había aterrizado tras abandonar el PP. Era algo más que un periplo simbólico, tal vez una miniatura de la expedición a las tinieblas que partió cuando Rajoy eligió franquear el paso a Sánchez antes que dimitir para neutralizar momentáneamente la amenaza. A medianoche, PSOE y Podemos habían conseguido 11 millones de votos y 165 escaños; PP, Ciudadanos y Vox, también 11 millones de votos y 147 escaños. Supongo que Casado, Rivera y Abascal han oído hablar de un tal D´Hondt.

30 martes

Misión fallida

Aunque el CIS ha vuelto a comportarse como un árbitro casero atribuyendo al PSOE los escaños dudosos, su pronóstico coincide con los trazos fundamentales del panorama. Las dos incógnitas electorales eran si Sánchez podría gobernar sin los independentistas y quién sería el vencedor de las primarias de la derecha. Ninguna ha sido despejada satisfactoriamente. A Sánchez no le bastan Podemos y PNV y la debacle del PP debe ser confirmada en las municipales y autonómicas para convertirse en hecatombe. Es gloriosamente hispánico que Vox haya logrado arruinar el porvenir de tanta gente sin garantizarse el suyo. El egocentrismo de la derecha española se remonta a los treinta y tres reyes visigodos y ha venido refinándose durante siglos hasta adquirir rasgos patológicos. La izquierda posee una visión estratégica más profunda y sus víctimas domésticas suelen resignarse sin buscar venganza. Quiero decir que el regreso de Errejón o Madina es imaginable; el de Abascal, inverosímil. Finalmente, la necesidad se impondrá a la virtud y habrá fusión, refundación o alianza; pero son procesos fatigosos que acarrean prejubilaciones y sacrificios rituales en la comisión de listas.

1 miércoles

Grandes esperanzas

La manifestación trae tambores. Es una tendencia que detecté hace algún tiempo y vale tanto para una cabalgata de Reyes como para el Primero de Mayo. Los tambores de esta mañana tienen ritmo africano y no el tedioso tam-tam de guerra de los comanches en los «westerns» de la niñez. Son tambores de cosecha tras la victoria en las generales, aunque los percusionistas no escoltan pancartas de UGT o PSOE sino de la izquierda ortodoxa. Creen que llegarán al Gobierno y así las viudas encontrarán marido y los poetas lectores. Los eslóganes les delatan: menos banca, más vivienda; más salario, menos despido. Es lástima que Sánchez tenga otros planes: no quiere a Iglesias en el banco azul, ni derogar la reforma laboral, ni atajar desmanes hipotecarios, ni pedir explicaciones por el recibo eléctrico. Su escueto programa se reduce a perpetuar la campaña electoral, proponer a los independentistas lo que él no puede ofrecer y ellos no están dispuestos a aceptar, y subir impuestos, algo que sabe hacer cualquier niño y rara vez proporciona más ventajas que inconvenientes.

2 jueves

La jaula de las locas

Admito que no logro descubrir el encanto de las redes sociales, salvo si alguien pretende elaborar el censo de los tarados que saben teclear. Uno de ellos es Nuria de Gispert, que ha colgado un mensaje con dos noticias: la primera es que han crecido las exportaciones de ganado porcino catalán; la segunda, los nombres de varios políticos catalanes que han sido candidatos en circunscripciones no catalanas. La autora ha asegurado que no pretendía llamar «cerdos» a los citados y se dice que al menos un pastor bosquimano del desierto de Kalahari la ha creído. El ejemplo sublime del arte de injuriar aparece en un relato de Borges: «Fascinante la última película de René Clair. Cuando me despertó el acomodador,...". Nuria de Gispert es el reverso de tal excelencia y creo que ya puedo decirles que esta experta en sarcasmo agropecuario ha sido presidenta del parlamento catalán y hace unos días fue condecorada por Torra con la Cruz de Sant Jordi, que viene a ser la Laureada de San Fernando del nacionalismo irreductible. Todo esto puede parecer una chochez grosera, pero también la expresión de ciertos mecanismos mentales que no son excepcionales.

3 viernes

Ay de los vencidos

Que es la traducción del algo estereotipado «Vae victis!» que un caudillo galo dedicó a sus prisioneros romanos mucho antes de que se adoptara el sufragio universal y la derecha pudiera perder el poder. En España ocurre con frecuencia y el epílogo de estas derrotas siempre es una matanza enmoquetada con sus correspondientes verdugos, delatores y plañideras. En esta ocasión, la primera víctima del meritorio batacazo del PP puede ser Casado, que tiene aspecto de no haber hecho la primera comunión pero ya aparece en las esquelas, y la segunda el espíritu de Aznar, a quien algunos sacerdotes demoscópicos sugieren exorcizar de nuevo para emparedarlo definitivamente en la ultratumba. Antes que un psicodrama desgarrador, todo esto apesta a charada de salón de té. A diferencia de la izquierda, a la derecha se le da mejor gobernar que hacer oposición y su innata megalomanía estalla cuando debe preguntar a un ministro en lugar de contestar. Entonces regresa el espíritu de Oscar Wilde, que pidió caviar y champán en el lecho de muerte: «Estoy muriendo por encima de mis posibilidades», explicó.

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