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Hola, soy Dios

El partido Central

Querido hijos terrícolas. Soy... Bueno, ya sabéis quién soy.

El partido Central

Os llevo hablando desde hace muchos siglos, lo que sucede es que antes lo hacía de otra manera. Primero inventamos las parábolas y las historietas. Habréis de comprender que aquello era la única manera de que vuestros antepasados -eran un poco cerrados, creedme- entendiesen un cierto mensaje, que aunque ahora puede parecer muy simple, entonces era hasta enrevesado. Por ejemplo, si queríamos deciros que debíais seguir unas ciertas normas, solo nos cabía la opción de la amenaza, algo así a como pasa ahora con la Dirección General de Tráfico y los radares. Entonces inventamos aquello del Paraíso Terrenal, la zarza ardiendo, la Torre de Babel y la ballena de Jonás. Pero observad que siempre dejábamos una puertecita para el arrepentimiento. Hasta indultamos al hijo de Abraham, en el último momento. Santo varón. Pero aquello sirvió.

Algo después os volvisteis rebeldes, y tuvimos que enviar una lluviecita durante cuarenta días, y salvar a Noé, santo varón. Bueno, lo cierto es que sobrevivió muchísima más gente, pero con Noé ejemplarizamos.

Y volvisteis a las andadas. En tiempos de Moisés os salvamos de los egipcios, ahogamos a su ejército e incluso os dimos, como queríais, un código del bien y del mal. «Por escrito, Yahvé, por escrito», no hacía más que reivindicar el bueno de Moisés. Pues aún así nos la volvisteis a jugar, y os tuve cuarenta años dando vueltas por el desierto, que aquello me dolió más a mí que a vosotros.

Siglos después envié a JC a haceros una visita. Y no hace falta que os recuerde como me devolvisteis al pobre hijo, hecho un Ecce Homo, nunca mejor dicho.

Así que en los últimos dos mil años, un instante en mis recuerdos, os he dejado un poco en paz, cuidados por los descendientes de Pedro. Y ahora, que estoy retomando vuestra supervisión, me encuentro que habéis evolucionado mucho, pero no del todo en la dirección correcta. Lo cierto es que encuentro bastantes deficiencias pero, sobre todo, me llama la atención lo mal que habéis resuelto el tema más importante, el de la dirección de la sociedad.

Resulta que habéis organizado unas cosas que se llaman partidos políticos, y que, en vez de procuraros el bien para todos, cada uno tira hacia su lado, buscando satisfacer sus propios objetivos y a las gentes que los conforman, sin tener muy en cuenta los intereses generales. Además tales partidos se han diferenciado en dos grupos: Los que parecen querer conservar las cosas como están y los que las quieren cambiar; las llamadas derechas e izquierdas, los fachas y los progres, y conste que estoy simplificando. Pero lo que es cierto es que las diferencias son casi irreconciliables, los argumentos a veces -creedme- dan risa o pena, según los casos, y os aseguro que todo esto visto desde aquí arriba es una mezcla de comedia, opereta y tragedia griega.

Ya sé lo que estáis pensando, de hecho yo lo sé todo: «Pa podría meterse en las cosas del cielo, procurad que no se le quemaran las iglesias y dejarnos en paz». Y ese otro: «Pues si es tan listo este tal Yahvé podría darnos una solución mejor».

Pues tenéis razón. Pero me incumbe porque me costó mucho crearos como para dejaros abandonados ahora. Y, desde luego os voy a dar mi opinión y una solución mejor a lo que os habéis inventado vosotros. Tomad nota.

Beberíamos rediseñar las ideologías políticas. (Observad este plural inclusivo). Y formar partidos que se alejen de las viejas ideología de derechas e izquierdas: Digamos el Partido Central, o «Partido de la Sensatez». Y dentro de él, admitir diversas corrientes. Esto nos permitiría plantear los asuntos desposeídos de claves ideológicas. Sería un partido en continuo aprendizaje, para un Estado moderno, que evoluciona rápidamente.

¿Y cómo sería el Estado fruto de estos cambios? Pues un intermedio entre el Estado Intervencionista y el Estado Mínimo: Que promueve las iniciativas individuales, la igualdad de oportunidades y protege la libertad del individuo inserto en una sociedad bien regulada. Sería una especie de «capitalismo Social», en el que los mercados son testimoniales y no poderosos y el individuo es el centro del ejercicio del poder.

Y eso es más importante aún ahora, cuando la Inteligencia Artificial está asomando. Creedme, esa dicotomía izquierda/derecha está trasnochada. Esa forma de hacer política que aún tenéis en la Tierra ya no soporta una mínima mirada crítica. Evolucionad, aun queda tiempo? pero no mucho.

Ah? se me olvidaba: Encargad estas tareas de dirigencia a los mejores? no como hasta ahora.

De nada, hijos, de nada.

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