Manuel Dopazo Jover (Santa Pola, 1949) llegó a Alicante a los cinco años, donde su padre, guardia civil, fue trasladado al puesto de la zona portuaria, después de su primer destino desde su Galicia natal a la casa cuartel de Agost, donde conoció a Josefina, madre de Juan José y los gemelos Manuel y Antonio. La familia se domicilió en Carolinas. Estudiaron en el Instituto Social Obrero. Antonio superó el bachiller elemental y la reválida. Manuel se quedó sin el diploma y decidió trabajar como aprendiz de mostrador en Casa Devesa, dedicada e la venta de electrodomésticos; más tarde en una tienda de tejidos y luego trabajó como administrativo con Rogelio Fenoll, en un negocio de camiones, tractores y maquinaria agrícola.
Su hermano estudiaba Historia en Barcelona; él se sentía mal: la mayor parte del día metido entre cuatro paredes. Aficionado al cine, coincidía en proyecciones con Juan Parada, farmacéutico, cinéfilo y profesor del Instituto de San Vicente. Lo animó. Dejó el trabajo. Superó con buenas notas el Bachillerato Superior. Se matriculó en la facultad de Ciencias de la Información de Barcelona y en Derecho en el viejo CEU alicantino. Su hermano Antonio entró en INFORMACIÓN como crítico de cine para sustituir al historiador Francisco Moreno Saez de la mano de Jesús Prado, entonces director.
Manuel acabó Periodismo. Derecho lo dejó en quinto curso. 1981. Empezó a colaborar con la COPE de Félix Parreño y Mariano Castejón. De ahí a Antena 3 con Emiliano Aláiz, primero, y con Diego Zapata, después, donde dirigió con éxito el noticiero de las ocho de la mañana.
Llegó al periódico en1983. Vicente Martínez Carrillo, jefe de redacción, le ofreció trabajar un mes de estío para sustituir a Mario Sierra, ya fallecido, en la información municipal. Pocos meses más tarde fue contratado.
Ahí permaneció treinta años. Siempre en democracia, ha sobrevivido a cuatro alcaldes y a una decena de corporaciones.Es el periodista que más años ha dedicado a la información municipal de Alicante, más que los desaparecidos Rafael González Aguilar y el amigo Tomás Ramírez. Treinta años recorriendo dependencias y escuchando sus silencios. Dopazo ha hecho de la crónica municipal un arte periodístico, con independencia y rigor. Cuenta con el respeto de funcionarios, políticos y compañeros. Se jubiló en febrero de 2014.
Sigue de viaje. Escribe en su bloc «Viajeros», que está en las entrañas de la web información.es. Conoce los cinco continentes; ha pisado tierra firme de 149 países. Cámara en ristre y con mochila, ha atravesado junglas, ríos salvajes, mares turbulentos, altas montañas y basureros. Ha sido retenido por fotografiar en Sidney, en Malasia, en Perú y en Yemen. También fue detenido como presunto narcotraficante en el aeropuerto de Frankfurt. Atrapado en un pasaje del Lejano Oriente, por una gota fría en Palmira y estuvo perdido en el desierto de Gobi. Le pisaron los pies soldados de los «jemeres rojos», en Camboya, y le amenazaron judíos ultraortodoxos en Jerusalén. Ha dormido en buenos hoteles, en pensiones de pacotilla, en cabañas de tribus de la selva y en tiendas de campaña entre esquimales y focas. Es la crónica de un aventurero que cada año realiza cinco o seis viajes. Empezó en grupo; ahora lo hace solo o junto a su esposa, Charo López. Es austero. Acaba de llegar de Yucatán. Su próximo destino: algún rincón desconocido de Rusia. Jamás olvidará la tarde del 11 de septiembre de 2001. Tras la masacre, que Manolo desconocía, fue increpado por dos corpulentos agentes mientras fotografiaba en Eslovenia un edificio, que, casualmente, era la embajada americana. Quedó libre.
De su periplo se queda con el Tal Mahal, con Abu Simbel, con Yemen y con el Machu Picchu. O cualquier lugar remoto o extraño.
