Hijo de villenero y de bocairentina, Agustín Palao Jornet nació y vivió en Villena hasta los siete años. Su padre, también llamado Agustín, se dedicó a crear moda y diseño de zapato de señora. La familia se trasladó a Elche a mediados de la década de los sesenta. Estudió en Salesianos. El modelista de calzado era un profesional admirado y respetado en la industria. Imaginativo y trabajador, asistió a cuantas ferias del sector se celebrasen hasta su temprana y repentina muerte. Al regresó de un certamen en Estado Unidos, sufrió un ataque al corazón. Tenía 46 años. Dejó viuda, un hijo y dos chiquillas.
Agustín tenía 17 años. Bachiller y huérfano en pocos meses. Había que arrimar el hombro para ayudar a la madre, Enriqueta, y a sus dos hermanas menores, Mariví y Merche. Su tía, Mercedes, boticaria, abrió farmacia en la villa; su madre, con estudios de farmacia, pero sin carrera, ejercía de manceba. Se las ideó para encontrar trabajo. Entró de botones en la oficina principal que el Banco de Alicante estableció en Elche. A «Agus», como le llaman amigos y conocidos, siempre le encantó el segmento comercial. Pronto se quitó al botones del cuerpo y se integró en el departamento de relaciones públicas hasta 1977. Se incorporó a la mili en la Armada Española, en Cartagena, según cuenta en el «servicio de inteligencia», vestido de paisano y con la única misión de llevar cada día al coronel del puesto el café y los periódicos «El Alcázar» y «El Imparcial». Estamos en 1978. La muerta Caja de Ahorros Provincial de Valencia lo fichó como responsable de su oficina en la ciudad ilicitana. Fue uno de los directores bancarios más jóvenes de España. Tenía 23 años.
Siguió en la banca otros treinta años, en otras cajas, como Caixa Galicia, y en bancos, como en Natwest. A Agustín no le gustaban los cambios que experimentaban las entidades financieras de la época, casi en vísperas de la terrorífica crisis económica. Limitadas las funciones de su fondo de comercio, decidió cambiar de aires. Durante cinco años trabajó codo con codo con su amigo Francisco Sánchez, director general de «Curtidos Sánchez Agulló». Pero la política llamó a su puerta. Asesoró a Mercedes Alonso, del PP, en las elecciones municipales de 2007 y después de ellas. También a José Manuel García Margallo. Estamos en 2009. El entonces conseller de Infraestructuras y Transportes, Mario Flores, le ofreció la gerencia de la Fundación Puerto de Alicante. Aceptó el reto. Tenía ganas de expandir sus sensaciones profesionales y humanas para integrar la zona portuaria en la ciudad y en la provincia. Trabajó con Miguel Campoy. Año 2011. Con el nuevo cambio de ciclo político dejó de pasear por los muelles. Volvió a tierra firme: al paro.
A empezar de nuevo. Asesoró a políticos, empresarios y aventureros. La política volvió a su encuentro. Paula Sánchez de León lo incorporó en la Delegación del Gobierno en la Comunitat, pero con despacho en Alicante, con Alberto Martínez Díaz, entonces subdelegado. Otro ciclo finiquitado. Cree que el PP ha cambiado. Nadie se acuerda de él. Se dedica a aconsejar y gestionar misiones comerciales de empresas productivas en Latinoamérica. Es pillín. Listo. Ahí sigue. Casado con Macarena Huesca, el matrimonio tiene dos hijos: el mayor, periodista, trabaja en el mundo de marketing; el pequeño se prepara para ejercer la carrera diplomática.
Viaja mucho. Siente amor por el PP, aunque algunos dirigentes de su formación lo relacionan con otros partidos: «Conocí a Santiago Abascal (Vox) en Alianza Popular; a Pedro Sánchez (PSOE) en un curso de marketing para alumnos aventajados.Nada más».
Ahí está nuestro último «gentleman», bajo el portal de su casa.
