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Hola, soy Dios

Lenguaje inclusivo, inclusiva ¡o como diantre se diga!

Lenguaje inclusivo, inclusiva ¡o como diantre se diga!

-¿Qué lees, JC, que pones la misma cara que cuando expulsaste a los mercaderes del Templo?

-Es que esto es casi peor, Pa.

—Cuéntame.

—Se trata del «Manual de lenguaje inclusivo con perspectiva de género» que ha publicado el Gobierno de Aragón.

—¿Lenguaje inclusivo con perspectiva de género? No comprendo muy bien...

—Pues verás. Tal engendro recomienda no emplear la palabra «hombre».

—¿Qué? ¿Tanto trabajo para crearlos y ahora estos rufianes prohíben mencionarlo? ¿Y cómo quieren mentar entonces a la figura masculina que aporta espermatozoides en el acto reproductorio?

—Pues como tal palabro les parece sexista, recomiendan sustituirlo por el genérico «la persona», «el ser humano», «la humanidad», «la población», «la gente», «el género humano» o «la especie humana».

—¿En serio?

—Espera, Pa. Hay más.

—Puede ser... pero difícilmente superable...

—Tampoco les gusta la palabra niño, y recomiendan sustituirla por «infante» o «criatura».

—¡Tócate la túnica!

—Espera... Más aún.

—Sorpréndeme.

—El tal manual recomienda prescindir de los plurales masculinos por sustantivos colectivos. Por ejemplo en vez de decir «los empleados» sugiere «la plantilla». Y evitar las fórmulas femeninas y masculinas en singular y decantarse por «alternativas inclusivas».

—¿Perdón?

—Sí, Pa, que eres un poco cerrado al progreso. Decir «la población reclusa» en lugar de preso o presa o «el claustro» en lugar de profesores y profesoras.

—JC, ¿hoy es 28 de diciembre?

—No, Pa. Esto es muy serio. Y sigo. También se refiere a los desdoblamientos («los empleados y las empleadas»), en los que deben alternarse el orden de las formas masculinas y femeninas. Esta fórmula será «muy conveniente» en los discursos orales con un público diverso: «delegados y delegadas», «compañeros y compañeras», «descerebradas y descerebrados».

—Sublime.

—También propone utilizar los sustantivos epicenos.

—¿Perdón?

—Sí. Por ejemplo persona, ser humano, personaje, criatura, víctima..., ya que no tienen una marca de género...

—¿Y todo este descalzaperros... por qué?

—Pues verás, Pa; estos genios afirman que el lenguaje no es una mera herramienta mediante la cual expresamos y comunicamos nuestros pensamientos. No. «El lenguaje construye nuestro pensamiento y a través de él entendemos el mundo y construimos y extendemos nuestra cultura».

—¿Y qué piensa de eso los que tienen algo que decir, como la RAE?

—Mejor que no te responda, Pa. Solo hay que escuchar la opinión de Pérez Reverte...

—Ya conozco las opiniones de don Arturo... que me parecen excesivamente moderadas.

—Pues estos tipos, o tipas, o tipex, sostienen que el uso de las palabras puede contribuir a la identificación o invisibilización de determinados colectivos.

—Vaya, en eso creo que tienen razón. ¿Tú crees que los identificaríamos adecuadamente si les llamamos gilipollas?

—Pa, ¡por ti! Que eres quien eres.

—Tienes razón JC. Perdóname. ¡Quería decir gilipollos!

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