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Vivir: ¿Una maravillosa odisea?

El complejo de ser español

En los años sesenta del pasado siglo yo estudiaba Medicina en la Universidad Complutense de Madrid. Allí un eminente catedrático de Psiquiatría, el profesor Juan José López Ibor, había escrito un libro con ese título: «El complejo de ser español». Yo no lo he leído, aunque confío en poder hacerlo, pero sí le tomo prestado el título para el artículo de hoy.

n ¿Por qué lo hago?

Porque creo que este complejo existe, y que incluso yo mismo, en aquella época, lo he tenido. Lo cierto es que en España estaba bajo el régimen del general Franco, las libertades estaban muy restringidas. No había partidos políticos, la prensa sufría la censura e incluso cambiaban los contenidos en algunas películas. Éramos un país pobre, la religión se imponía y las minorías estaban atenazadas.

Por otra parte, al final del siglo XIX España había perdido Filipinas, y con ellas su imperio. Poco después sucedía algo parecido en el llamado Sáhara español. En tanto los ingleses mantenían la Commonwealth y ocupaban Gibraltar, territorio que considerábamos nuestro.

Por entonces yo viajé a París y aquella era la ciudad de la luz. Hablaban con orgullo de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Ha sido famoso el cuadro de la libertad guiando al pueblo. España era en gran parte rural, la mayoría no sabía leer y escribir, eran analfabetos, y los españoles en los pueblos nos veíamos unos a otros como bajitos, morenos y de piel arrugada. Lo cierto es que sin tener muchos años parecíamos viejos. A ello se añadía que nos vestíamos de negro, sobre todo las mujeres por el duelo o expresión de dolor por la pérdida de alguien próximo.

Lo cierto es que aquí nos acomplejamos, éramos y somos hipercríticos con nuestra situación. Creo que eso lo hemos mantenido.

Voy a contarle esta situación en broma.- Para describirla nos vale esta historia que cuenta que jóvenes de diferentes nacionalidades intentaban subir una cucaña en sus distintos países; la reacción de sus conciudadanos era muy distinta en cada uno de ellos. Si sucedía en Francia, los franceses le empujaban desde abajo para que subiera; si sucedía en Alemania, los alemanes le aplaudían para animarle; si sucedía en Inglaterra, sus compatriotas ingleses le miraban fijamente y en silencio para no distraerle, pero si sucedía aquí, los españoles le cogíamos de los pies y le tirábamos para abajo, dificultándole la subida.

¿Y de qué era ese complejo?

Sin la menor duda, de inferioridad. Nos creíamos más limitados que los demás; no sé si es realmente un complejo pues a lo mejor no sólo lo sentíamos, sino que lo éramos.

¿Eso sigue?

Pero ahora viene lo mejor, y es que hemos evolucionado y lo hemos hecho bastante bien. Hemos dejado de ser pobres, estamos reconociendo nuestra aportación o contribución en el mundo.Somos un país pequeño que fue capaz de descubrir las Américas, de las que forma parte Estados Unidos, que lidera muchos aspectos de la sociedad actual. Y no solo ello, sino que les llevamos una nueva lengua, que es de las más habladas del mundo, y también mucha cultura en forma de universidades y religión. Durante siglos hemos destacado en la creación artística, Cervantes es probablemente uno de los más grandes escritores del mundo, no le comento sobre nuestros grandes pintores, escultores o constructores de iglesias.

Inventamos algo grande, cuando un español bajito llegaba a los países del nuevo mundo se enredaba con las nativas, y dio lugar al mestizaje, lo que no ha sido habitual en otros imperios; ahora destacamos en múltiples actividades deportivas. Nos hemos transformado en una democracia homologable a cualquier otra del planeta. Hemos sido líderes en tolerancia con las minorías, especialmente con el colectivo LGTBI, del que admitimos el matrimonio entre personas del mismo sexo. Cuando muchos años después Francia lo ha intentado regulándolo por ley, millones de parisinos se echaron a la calle para impedirlo. ¡Era gente que habían sido líderes en valorar la dignidad de las personas! Me parece que nosotros avanzamos por el buen camino y algunos de los otros retroceden.

Durante años nuestra comida ha sido valorada como muy aceitosa y con mucho ajo. Hoy es apreciada por todos. Incluso nuestra siesta ha subido en valoración. Son muchos los que tras habernos conocido mejor desean volver, y de hecho lo hacen con regularidad. Nuestro modelo social, en el que predomina la proximidad y el disfrute, vende bien.

Nuestro presente

Tenemos razones sólidas para abandonar el complejo y sentirnos bien. Yo no querría presumir, pero tampoco infravalorarme. Como casi todos, puntuamos alto en algunas cosas y bajo en otras; eso debe enseñarnos que queda aún mucho camino por recorrer, pero también que tenemos energía suficiente para recorrerlo, para continuar. Pero hay que reconocer que nuestra sociedad es tan libre como cualquier democracia europea, nuestra economía ha permitido crear una clase media amplia, disponemos de magníficos colegios y universidades y nuestra sanidad es envidiada en el mundo. Si me apura somos uno de los países más longevos del mundo, y de los que viven con mayor calidad de vida. Piense en los millones de turistas que nos visitan y que desearían vivir aquí. Fíjese que hasta somos el país de Europa con más trenes de alta velocidad circulando.

Un complejo es una situación en la que uno se siente inferior sin serlo; se aproxima a tener una baja autoestima. Vivir con complejos es duro, pues son cargas difíciles de transportar. Debemos abandonar los complejos, y más aún cuando una realidad cambiada ya no los sustenta.

Cuando abres los ojos aprendes que hay más violencia machista en Suecia que aquí, y que somos el país de Europa con el índice más bajo de asesinatos. Nuestra gastronomía es envidiada, y no le digo nada acerca de la luminosidad que inunda nuestras vidas en la mayor parte de la península durante todo el año.

Si estábamos equivocados, aprovechémonos de ese error para aprender. No hay duda de que podemos mejorar. Ser una mejor versión de nosotros mismos, sin orgullos absurdos ni envidias. Con voluntad y esfuerzo. Merece la pena. Pero sin complejos.

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