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La trapecista siberiana

Estaba seleccionando la noticia más importante del año cuando me ha asaltado una cuestión previa: ¿Importante para quién?

31 lunes: La vie en rose

Estaba seleccionando la noticia más importante del año cuando me ha asaltado una cuestión previa: ¿Importante para quién? La moción de censura a Rajoy o el cambio en Andalucía son noticias incuestionablemente importantes, pero me pregunto si un ruandés ha oído hablar del 155 o de Susana Díaz. A la inversa, una plaga de langostas que arruina la cosecha garantizando la hambruna a los ruandeses en 2019 no agobia a los estereotipados vecinos de El Ejido, preocupados por otra plaga bípeda, vertebrada y exótica. Existen tantas perspectivas de lo esencial como individuos y debemos simplificar: ¿Qué noticia ha afectado o afectará a más personas? Es una pregunta diabólica porque se eleva a zonas desconocidas para la plebe. Por ejemplo, de las decisiones que adopten unos banqueros invisibles de Wall Street dependen nuestros empleos, viviendas, impuestos y pensiones. Pero como esta ya fue la «no-noticia» más importante en 2017 y también lo será en 2019, tal vez la única opción informativamente sensata sea volver al punto de partida: moción de censura o Andalucía. O plaga de langostas si es usted ruandés.

1 martes: El sayo

Un indicio que habría resultado útil a Einstein para fundamentar la relatividad del tiempo es que los españoles inauguramos 2018 cotilleando sobre el vestido de Cristina Pedroche y doce meses después nada ha cambiado. Cualquier enigma que se reproduce periódicamente requiere incrementar la intensidad de la sorpresa. Pedroche maneja hábilmente este misterio y por ello Chicote, su campanillero, parece cada año más delgado debido a tanta expectación estresante. Oscar Wilde profetizó que en el futuro habría desfiles de mujeres cubiertas sólo por joyas y la muchedumbre vitorearía no a la más bella, sino a la que luciese las más valiosas. Lo recordé cuando Pedroche se desprendió del abrigo y mostró un escueto bikini empedrado con quilates y lentejuelas. Chicote encaneció un ápice más y ni siquiera preguntó a la amazona si el bikini era térmico. Parecía una pregunta pertinente y pensé inmediatamente en una trapecista siberiana cuando ella hizo una excursión al balcón y regresó de un brinco con un carámbano en el penacho. Wilde anduvo atinado porque hoy la noticia no es Pedroche sino que han acusado de plagio al diseñador del bikini, lo que definitivamente arrincona a la musa en el catálogo de complementos.

2 miércoles: El país indeciso

Hoy es el aniversario de la toma de Granada y el incidente sigue dando de sí a pesar de que ocurrió en 1492, el año cero de la leyenda negra según los agoreros: desapareció el último gobierno ilustrado en la península y comenzó el genocidio americano. Seis siglos han transcurrido nada menos, pero la conmemoración está resultando hosca porque los promotores, Vox y PP, pretenden usufructuarla en exclusiva. Es prodigioso que, mientras los londinenses retozan en Trafalgar Square y los trenes parisinos se congregan en la estación de Austerlitz, aquí bandeemos infatigablemente entre quienes simpatizan con Boabdil y quienes riñen por la herencia de los Reyes Católicos. Con lógica patriotera, los ingleses no dedican calles a Dunkerque ni los franceses a Waterloo, pero nosotros administramos un callejero magnánimo en el que Zumalacárregui es una intersección de Espartero y las plazas cambian sus rótulos coincidiendo con los ciclos electorales. Así llegamos al tercer eslabón de nuestra conciencia histórica tras la Reconquista y la aventura americana: las únicas guerras que homenajeamos son las civiles.

3 jueves: Duelo mexicano

Algunos analistas promiscuos discuten si las negociaciones andaluzas entre PP, Ciudadanos y Vox son un trío o un «ménage à trois», pero mi impresión creciente es que se trata de la versión sobre un tablao flamenco de «El bueno, el feo y el malo». En la escena final se enfrentan los tres protagonistas aunque ninguno se atreve a disparar ya que quedaría indefenso ante el tercero, lo que coincide esencialmente con una situación en la que tres partidos compiten por la misma franja del electorado pero circunstancialmente necesitan pactar mientras fingen discrepancias insalvables. «El malo» sería Vox, claro, y me pregunto cómo alguien pudo imaginar que una organización encabezada por un juez opuesto a la legislación de género no haría un amago de cavar trincheras cuando se planteara esta cuestión. Como nadie desea nuevas elecciones, finalmente habrá fumata blanca pero tarde o temprano alguien desenfundará. En la película muere «el malo», «el bueno» recoge el botín y perdona la vida a «el feo». Creo que habrá cambios en la versión flamenca.

4 viernes: Vintage

Tropiezo con un artículo titulado «25 cosas que cumplen 20 años en 2019 y que te harán sentir viejo». Junto a algunos ejemplos que no me interesaron entonces y tampoco ahora como una película de Almodóvar o la boda de los Beckham, aparece el teléfono móvil que todavía uso, un delicioso anacronismo sin internet ni cámara de video cuya señal de alarma es un tam-tam africano y que mis amistades admiran de vez en cuando con expresión arqueológica. Pero es todo cuanto necesito y me divierte incomodar no tanto a los apóstoles del progreso tecnológico como a los adictos al consumo compulsivo. Este es un aspecto de la noticia. Otro es la vinculación entre lo viejo y lo anticuado, un terreno resbaladizo. Los faraones egipcios o las tribus amerindias se adornaron con aretes en orejas y nariz mucho antes de que hubiera conciertos de punk-rock y los piratas de Stevenson se tatuaban con tanta profusión como los futbolistas actuales. Más familiarmente, los pantalones que llevaba mi sobrina en Nochevieja eran los mismos que los de las cantantes de Abba, un grupo sueco que ganó Eurovisión hace cuarenta años y hoy sigue activo en karaokes juveniles. Exacto: Mamma mia.

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