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Andalucía: santuario profanado

El resultado previsible ha sido que, antes de entrar en el supermercado, he tenido que hacer escala forzosa en un cajero automático

Andalucía: santuario profanado

Esta mañana, día de Nochebuena pero también primer día hábil tras el sorteo de Navidad, había más gente haciendo cola en las administraciones de lotería que en los supermercados. He pensado con optimismo excesivo que lo lógico era acudir primero a la administración y después al supermercado para gastar allí mis ganancias. El resultado previsible ha sido que, antes de entrar en el supermercado, he tenido que hacer escala forzosa en un cajero automático. Supongo que dentro de unos días leeré alguna noticia sobre el gasto familiar durante estas fechas y de nuevo me asombrará que hayamos sobrevivido al alud de regalos, manjares y décimos. Ya les digo que en el supermercado no había demasiada gente y se podía vagabundear apaciblemente por los pasillos. Una vendedora entusiasta ofrecía pulpo ya troceado a un precio razonable, pero el inevitable aguafiestas le ha recordado que el pobre bicho había sido escaldado en vida para reblandecerlo y la imagen me ha conmovido. También por motivos de corrección política, he decidido renunciar a un apetitoso «brazo de gitano». Aunque me tocara la lotería, mi conciencia sólo me permitiría comprar barritas energéticas y lechugas ecológicas. Para dormir debajo de un puente, da lo mismo ser pobre que rico.

El primer mártir de la república catalana es una perra. Se llamaba «Sota» y presumiblemente un policía municipal le disparó durante las algaradas del fin de semana en Barcelona. Ni siquiera la alcaldesa Colau sabe en qué circunstancias pudo ser tiroteado un cuadrúpedo ajeno a reyertas humanas y ha ordenado una investigación, tal vez espoleada por los quinientos manifestantes que ayer exigieron justicia para «Sota» frente al Ayuntamiento. La protesta deparó cinco detenidos y también la sensación generalizada de que, muerto el perro, la rabia no había acabado. La explicación más probable es que la perra intentó defender a su amo cuando la policía pretendía identificarlo y uno de los agentes sufrió un ataque de pánico, pero esto rebajaría el tono apocalíptico de la rutina catalana. Desde luego, la hipótesis más memorable para el independentismo sería que el autor de los disparos fuera el «mosso» que el viernes se desembarazó de un manifestante latoso con insultante elocuencia: «La república no existe, idiota». La Generalitat también ha abierto una investigación.

26 miércoles

Los historiadores especulan de vez en cuando sobre si la personalidad de los gobernantes influye en el desarrollo de los acontecimientos tan decisivamente como las tensiones económicas, sociales, ideológicas y políticas que agitan al grupo. Hitler es el ejemplo más citado, aunque sin perder de vista en el centenario de la I Guerra Mundial al káiser Guillermo y al zar Nicolás. Esta introducción escasamente navideña viene a cuento por la pregunta que le hizo Donald Trump a una niña de siete años en plena Nochebuena: «¿Todavía crees en Santa Claus?». Fue una manera insuperablemente rotunda de arruinar una infancia y perder al menos dos votos, los de los padres de la criatura. Trump no es ningún zoquete, pero sí un charlatán irreflexivo que ejerce la mayor responsabilidad pública del mundo contemporáneo por más maniatado que pueda estar por sus asesores. Este es un matiz esencial que destruye cualquier comparación con otros bocazas ilustres como el Duque de Edimburgo, un florero constitucional que preguntó a los niños de un coro qué querían ser de mayores. Uno de ellos contestó «astronauta» y el Duque torció el gesto: «Estás muy gordo para ser astronauta».

27 jueves

Primer asalto: los flamantes diputados de Vox en el Parlamento andaluz juran su cargo «por España», sin ir más lejos literalmente, y los de Podemos protestan porque no han mencionado la Constitución ni el Estatuto. A pesar de la sonrisa de rebujito del próximo presidente, un superviviente del marianismo a quien han visitado al alimón Papá Noel, los Reyes Magos y los niños de San Ildefonso, el ambiente anda reñido con faralaes y castañuelas y evoca mayormente una madrugá con un encuentro crispado entre cofradías enfrentadas. Susana Díaz, la abadesa del santuario profanado tras cuarenta años que parecen siglos, observa a su sucesor desapasionadamente y reserva el odio rondeño para la portavoz de Podemos, una pizpireta cuidadosamente desaliñada que, en lugar de hablar con alfileres, siempre prefiere lanzarlos. Son dos Cármenes que se detestan y a las que parecen importar poco los toreadores del PP y Ciudadanos. Una diputada promete luchar contra la «transfobia» dirigiendo la mirada a un señor de Vox que no sabe si darse por aludido y los curtidos ujieres agradecen entonces que se aproxime la hora del aperitivo. Definitivamente, esto tiene un color especial.

Ante la ausencia de grandes acontecimientos típica de estas fechas, aprovecho la casposa tradición de las inocentadas para proponerles que adivinen cuál de las siguientes noticias es falsa: «Uno de los hijos de Fernando Múgica, líder de los socialistas vascos asesinado por ETA, ha solicitado su baja en el PSOE después de que la secretaria general de su partido, Idoia Mendia, apareciera en un reportaje preparando la cena de Nochebuena con Arnaldo Otegi»; «la Guardia Civil pide un baño portátil con calefacción para los agentes que custodian la casa de Pablo Iglesias»; «el Tribunal de Cuentas condena a la exalcaldesa de Madrid, Ana Botella, y a siete miembros de su Gobierno a pagar 27,5 millones de euros por vender viviendas sociales a fondos buitre»; «miles de firmas piden que se sustituya la cruz del Valle de los Caídos por una estatua de Batman»; « Serrat interrumpe su concierto en Barcelona cuando un fan le exige que cante en catalán»; « Pedro Sánchez anuncia que las próximas elecciones se celebrarán el 30 de febrero». Feliz año.

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