El mundo va mejor

-Aquí llegan muchas personas humanas, hijo. ¿Qué tienen de especial esos dos?

-Pues veras Pa. Mejor que te lo expliquen ellos mismos. Aquí don Juan Español:

-Buenos días don Pa, por decir algo. Subo de allá abajo y menos mal que me he machado porque el mundo va camino de su destrucción, y eso siendo optimista.

-Hombre, señor Español, optimista, optimista?

-Perdone Altísimo, soy Hans Rosling y he de decirle que he dejado ahí abajo unos libros muy interesantes en los que demuestro que el mundo va mucho mejor de lo que los humanos creen, pero no nos damos cuenta.

-Vaya, ¡qué interesante! La vieja pugna entre los animosos y los pesimistas. Eso es casi tan antiguo como yo.

-Mire usted señor Pa, el mundo va a peor irremediablemente, la guerra y el hambre asolan continentes enteros. Y la modernidad y la globalización solo acarrean caos, desorden y terrorismo.

-Eso no es así, Altísimo. Don Juan Español está equivocado. No sabe casi nada sobre el mundo y lo poco que cree conocer es erróneo o está desfasado.

-Me está usted faltando, don Hans o como se llame.

-No se ofenda Cenícez, porque no es usted solo. Pero es su culpa. Los libros de texto, sus padres, sus profesores, las redes sociales, los medios de comunicación? tienen parte de responsabilidad, solo parte. Tras su ignorancia no hay conspiraciones. Muchos hacen dinero gracias a las mentiras, las exageraciones y explotar su miedo, es verdad, pero la ceguera es voluntaria. La información está ahí, es muy accesible, más que nunca antes.

-Este tipo me está comenzando a cansar, don Pa.

-Déjele hablar, hombre de mí. Algo aprenderá, señor Cenícez.

-Mire usted, amigo Juan. Ser conscientes de todas las cosas malas que pasan a nuestro alrededor es sencillo, lo difícil es interiorizar las buenas, y hay millones de mejoras de las que nunca se habla. Mejoras fundamentales que cambian el mundo pero que son demasiado lentas, demasiado fragmentadas o demasiado pequeñas por sí solas para ser consideradas noticias. Algo que podríamos definir como progreso humano.

-No es eso lo que percibo yo leyendo la prensa.

-Pues pese a lo que le pueda parecer, Cenícez, créame: el mundo va a mejor. No es perfecto y ni siquiera quizá vaya bien, pero sí mejor que nunca antes. Y no pasa nada por decirlo. Vivimos más y mejor. Tenemos más dinero y menos hambre, más vacunas y menos enfermedades y violencia. Sí, queda muchísimo que hacer, desafíos ingentes y millones de personas que sufren cada día y necesitan ayuda.

-Eso lo dice usted y un montón de ilusos interesados.

-No, amigo mío, no. No hay lugar para la complacencia, pero tampoco para el derrotismo. Todos tenemos un filtro de la atención entre el mundo y nuestro cerebro que nos protege del ruido. Pero ese filtro tiene grietas, con forma de instinto. La mayor parte de la información no lo atraviesa, pero los agujeros dejan pasar información que resulta atractiva a nuestros instintos dramáticos. De modo que acabamos prestando atención a la información que se ajusta a ellos e ignorando la que no. Y los medios de comunicación no pueden perder tiempo con historias que no traspasen nuestro filtro de atención, de manera que insisten en aquello que nos reafirma en esa sensación de fatalidad.

-No sé yo?

-Fíjese en una cosa: Los humanos necesitamos pensar que las cosas suceden porque alguien ha querido que así sea. Un relato simplista de buenos y malos se ajusta mucho mejor a nuestra forma de sobrevivir, y en ello intervienen tres factores: el recuerdo equivocado del pasado, la información selectiva y la sensación de que, como las cosas van mal, es cruel decir que están mejorando.

-Usted es un ingenuo o un optimista irredento, señor Rosling. Y son la gente como usted los que relativizan las tragedias actuales y ayudan a perpetuarlas.

-Se equivoca usted, amigo mío. Yo solo soy un posibilista, alguien que no tiene grandes esperanzas sin razón, ni grandes miedos y que se resiste a tener una visión melodramática del mundo.

...

-¿Qué te parece el asunto Pa?

-Pues? te diría, JC? ¡que me apunto a la Roslingmanía!