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Pillos jugando en el campo de la salud

He comentado a veces que la pillería es consustancial con el español, y lo es desde hace siglos. Fíjese en el número de palabras que podemos utilizar para designar a esos personajes.

Basta con recordar al Lazarillo de Tormes, Rinconete y Cortadillo, o al Buscón; y no se necesita ir tan atrás, pues mucho más reciente está la figura de Eleuterio Sanchez, el Lute. Y la pillería que se ejerce actualmente en muchos aspectos sociales; si me refiero a nivel de la pillería con el dinero de todos podrían llenar este artículo decenas de nombres que podrían calificarse así, o en el terreno de la política. Algo parecido sucede en el campo de la salud, por ej. traficando con drogas; muchos recuerdan la figura del narco gallego Laureano Oubiña, conocido como El Pajarito, o todos los que actualmente día a día las manejan en la bahía de Cádiz; aquél ha dejado escuela. Por cierto, que creo que acaba de publicar un libro autobiográfico.

Le cuento todo esto porque quiero centrarme en algo más reciente, reciente pero que tuvo un antecedente, y que ambos están relacionados con supuestos medicamentos. Digo supuestos porque en realidad no curaban nada, pero sí servían para hacer rico a quien los ponía a la venta en la sociedad. El antecedente es la historia del Amatrisan, que imagino pocos recuerdan, pero que fue un suceso muy vivo en Alicante hace 35 años. La historia explica que el pillo y doctor Joaquín Amat, que era muy listo, hacía recetas con ese producto, que según él curaba el cáncer. Era fórmulas magistrales que el farmacéutico debía elaborar, y que se componían de agua y azúcar. Supo difundirlo bien y pronto Alicante se convirtió en centro de atracción de cientos de enfermos con tumores malignos que venían a buscar su milagro. Los hoteleros notaron el incremento de sus ocupaciones y estaban felices, apoyaban el hecho. Amat escribió un libro sobre la curación del cáncer y lo envió a oncólogos célebres en el mundo. Estos, que no sabían español, le contestaba por carta dándole las gracias, y el las utilizaba como auto propaganda incluyéndolas en nuevas ediciones del libro.

La situación llegó al conocimiento de las autoridades sanitarias que quisieron parar el engaño. Estaba de ministro Ernest Lluch; pero hacerlo no era fácil, pues al venderse el producto como fórmula magistral, y no de forma industrial, lo que hubiera requerido una licencia, era casi imposible pararle, pues cualquier médico puede recetar fórmulas magistrales. Yo tuve ocasión de advertir al ministro del problema que se le vendría encima, si frenaba el proceso por la vía rápida, y así sucedió; cientos de personas se congregaron a la puerta del Ministerio de Sanidad en Madrid, con pancartas que decían: «¡Queréis matarnos!».¡Menudo lío se montó! La cosa acabó en manos del juez, que alejó a Amat de Alicante. Incluso se abrió un foro que decía: «Estamos recogiendo firmas para apoyar al Dr. Amat con la idea de lograr el sobreseimiento de su causa».

¿Por qué le cuento todo esto? Porque estos días estamos viviendo una situación muy parecida, un ciudadano de uno de esos países que admiramos y que se llama Andreas Kalcker trata de vender en forma de química lo que llamaría humo, y otros que vende, veneno, pues en realidad su medicamento pseudomilagroso, que dice curar desde tumores a infecciones, en realidad es lejía industrial diluida y mezclada con ácido cítrico. Puede suponerse que este falso vendedor de esperanzas lo que quiere es enriquecerse, pues su compuesto en España es ilegal. Andreas quería realizar un seminario incluyendo la venta del pseudomedicamento en un hotel de Alicante. Yo le digo a usted que no pique, no caiga en su red, pues con su treta se está aprovechando de las necesidades ajenas para a través de falsedades ganar dinero.

Siempre he creído que la ley debe ser igual para todos, pero las circunstancias deben matizarla, no es igual que un ciudadano de clase media haga trampas en la declaración de la renta que aprovecharse de la enfermedad ajena, de situaciones límite, para sacar partido estafando.

Nuestro Ilmo. Colegio de Médicos quiere que la situación se conozca. Ya sabe que el saber no ocupa lugar, y es clave para caminar por la vida y acertar bien con el destino o la meta que nos proponemos. ¡Usted: no se equivoque!, la medicina científica no lo resuelve todo, estamos llenos de enfermedades crónicas, que por su definición los médicos no las curan. Pero permanentemente avanza y es muy útil. Sin cesar hay nuevos descubrimientos y para alcanzarlos la ciencia utiliza la razón. En este tiempo, hasta la homeopatía es denostada; se puede decir que a cambio de esperanza, engaña. Ha habido gente inteligente como Steve Jobs que ante una enfermedad grave cayó en ella; luego razonó y aprendió de su gran error, quiso corregirlo, pero era tarde. En ese tiempo su tumor maligno se extendió, y cuando reaccionó ya no pudo controlarlo.

Aceptemos también que las industrias farmacéuticas, que elaboran medicamentos, o empresas sanitarias, que nos corrigen la vista o arreglan nuestros dientes, pueden exagerar sobre la bondad de sus actuaciones, pero están sometidas a controles legales, algo que trata de protegernos. Las pseudoterapias son infinitas, su principal rasgo es que no han demostrado los beneficios que aportan. Y son muy distintas, no siempre utilizan sustancias químicas, a veces usan agujas o masajes. No afirmo que dañen, pero deben usarse con cuidado. Seguro que ha oído hablar de las flores de Bach, el reichi, la antigimnasia. Podemos incluir o llegar a técnicas ritualistas, o el uso de hechizos o ensalmos. Un mundo peligroso.

Por favor, impregne de sensatez su vida, no compre humo, sino realidad, y como decía la canción: ¡que le vaya bonito!

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