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Retratos urbanos

Pepa tiene algo más que un bar

Es la jefa y única trabajadora de algo más que un bar: un punto de encuentro entre cañas, té, copas y ambiente cultural. El local se llama Viva la Pepa, en recuerdo de la Constitución de Cádiz de 1812.

Pepa tiene algo más que un bar

Hija de padre murciano y madre almeriense, Pepa Cantero Berenguer llegó al mundo en Cartagena, ciudad llena de militares y acordonada por industrias de fertilizantes, navales y la central térmica de Escombreras, donde el cabeza de familia trabajaba como funcionario de Correos. Es la mayor de cuatro hermanos. Siendo bachiller, el padre falleció a los 39 años, muy joven. La madre, profesora de corte y confección, pilló a las chiquillas y a los niños y se estableció en Alicante, como pudo haber tomado rumbo a cualquier parte. 1978. Plena transición política. En vísperas de las primeras elecciones democráticas. La familia fijó su residencia en un pisito de Altozano, en principio, y, poco después, se trasladó al municipio de San Juan. La mujer seguía con las tijeras y la máquina de coser para subsistir.

Pepa se empleó como administrativa en el Pryca de San Juan; también uno de sus hermanos. Allí se produjo una tragedia. En la noche del 19 de agosto de 1989, sábado, Pepa escuchó un gran estruendo. Un coche cargado de cohetería estalló en el aparcamiento del hipermercado. El pánico apresó a clientes y trabajadores. Ocho personas, entre ellas dos niñas de corta edad, fallecieron y otras 24 resultaron heridas de de diversa gravedad. Pepa sintió «muchísimo miedo y terror», pero buscó por todos los rincones hasta reunirse con su hermano, sano y salvo.

Después se colocó en varias empresas y dio a parar con sus huesos en una empresa financiera de la que pocos recuerdos conserva de esos 13 años. La crisis económica la envío al paro. Descansó. Se puso las pilas y empezó a trabajar en la hostelería como encargada en el pub «The Cure», que servía cañas, refrescos y copas en la calle García Morato, antes de un periplo en varios garitos y cafés en la zona del Mercado Central de Alicante.

Inquieta, responsable y soñadora, decidió montar su propio negocio. El 14 de abril de 2014 abrió Viva la Pepa (sin signos de admiración), un híbrido entre el bar y una asociación cultural. Su hermano menor diseñó la imagen del garito situado en la plaza Músico Tordera Iñesta (antigua plaza Hermanos Pascual). Tenía ganas, coraje y mucha ilusión para ganarse el pan en un espacio mestizo y diverso que, ahora, pone a salvo la cultura y las artes

Sólo descansa los domingos. Abre de 17.30 a 1.30 horas. En cada jornada hay algo nuevo: poesía, literatura, intercambio de lenguas (idiomas, claro), talleres de música, pintura corporal y exposiciones en tiempos de mordaza. El cinefórum también está presente en la sala para que los asiduos comenten las películas al concluir la proyección. Pepa, feliz.

No sólo de cultura se alimenta y calma la sed la parroquia. Sin fogones, sólo armada por una tostadora y un microondas, Pepa ofrece tablas de ibéricos y quesos y una notable variedad de tostas. La bebida que más sirve es la cerveza y mucho té, verde, rojo y amarillo. Y algún cubata.

Dice que el nombre de su local está dedicado a la Constitución de Cádiz (La Pepa), promulgada el día de San José de 1812, que, además, coincide con su nombre.

Esta anfitriona, sola ante el peligro en jornadas de ocho horas de lunes a sábado, ha creado una dimensión alternativa en un recinto concurrido por personas jóvenes y sexagenarias. Sin distinción.

¡Viva la Pepa!, con admiración.

Hoy, domingo, descansa.

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