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La caída de los gigantes

El envejecimiento de los árboles y palmeras de calles y jardines, el cambio climático y las nuevas plagas incrementan el riesgo de rotura de ramas

La caída de los gigantes

El viento arranca una árbol en el parque de Benalúa»; «Los bomberos intervienen en Elda por la caída de dos árboles de 25 metros»; «Una palmera cae sobre un coche en Colonia Requena en Alicante»; «Cae una palmera sobre un puesto del paseo de la Libertad en Torrevieja»; «Se desploma La Carmen, la palmera monumental más alta de Orihuela, con 24 metros y 180 años»... Estos son algunos ejemplos de los muchos titulares que han podido leer solo este año en este periódico sobre la caída de ramas, cuando no de árboles y palmeras completos.

A veces el viento y la lluvia han servido como excusa pero, en otros muchos casos, el desplome de ejemplares de arbolado en jardines y calles de la provincia se ha producido sin que corriera nada de brisa y sin que cayera una gota. Árboles de las zonas urbanas en toda España se caen o se fracturan, al parecer con más frecuencia que en otras épocas, sin que los ayuntamientos parezcan capaces de evitarlo.

El estrés hídrico es una de las causas más habituales para explicar la caída de ejemplares. La falta de agua y de nutrientes daña a los árboles, pero también lo hace el exceso de agua; las podas excesivas que los debilita, y las podas insuficientes que pueden provocar un aumento del peso en la copa incrementando el riesgo de rotura, así como las plagas como el picudo, un mal drenaje del suelo, el calor y el frío, son factores que, a juicio de los expertos, aumentan la debilidad o precipitan la muerte de los árboles y palmeras de las ciudades.

Nada de esto es nuevo pero cada vez se producen más incidentes por la rotura o caída de un árbol. La causa es sencilla. A juicio de Carlos Domínguez, responsable de Parques y Jardines de Alicante, «muchos de los árboles de los parques y calles se plantaron en los años 70 y 80 del siglo pasado. Han ido envejeciendo y es ahora, con 40 años o más, cuando dan problemas si no se ha gestionado bien su crecimiento y su cuidado».

En el mismo sentido, un experto de la Universidad de Alicante considera que en esta rotura de árboles puede influir la senescencia de los ejemplares. «Muchos parques se crearon a finales del XIX principios del XX. Después de 100 años, y dependiendo de las condiciones de crecimiento, la especie y el estrés reciente (por ejemplo, contaminación en ciudad, pino carrasco que no suele ser muy longevo y sequías), podrían ocurrir estas muertes» para añadir que «tanto hablar de árboles milenarios, nos olvidamos de que son organismos vivos, con fecha de caducidad» aunque sin olvidar que «una mala conformación del árbol y ráfagas de viento desafortunadas» pueden provocar esas temidas roturas de ramas.

Los expertos consideran también que no siempre se ha apostado por las especies adecuadas al clima y suelo de la zona. El ingeniero técnico agrícola tinerfeño José Manuel Sánchez, apunta que «se plantan árboles en muchas ciudades muy alegremente, sin una debida planificación, sin una correcta preparación del suelo y sin una adecuada selección de especies. Todo ello trae consigo posteriormente árboles débiles o enfermos y mal anclados al terreno».

El miembro de Ecologistas en Acción de Alicante Carlos Arribas, cree que «en general habría que apostar por especies autóctonas resistentes a la sequía y que no dependan tanto del riego externo. El verano en esta provincia es muy duro y hay que pasarlo, y no todas las especies ornamentales que se plantan son las adecuadas», añadiendo además que «en muchos casos se han plantado árboles que no tienen espacio para desarrollar sus raíces o que apenas tienen alcorques, lo que les dificulta retener el agua».

Para Carlos Domínguez, sin embargo, no se trata tanto de limitarse a las especies autóctonas sino de buscar las más favorables a las ciudades. «Hay especies que funcionan bien en el campo pero en la ciudad con suelos impermeables, compactados, algunas de fuera se adaptan mejor que las autóctonas. En las ciudades hay que buscar especies que produzcan lo que buscamos que es la mejora en el confort. Al final hay que probar. Además hay nuevas plagas como el picudo en las palmeras, lo que te obligan a diversificar para evitar que una plaga acabe con gran parte del arbolado de una ciudad. Ninguna especie debe esta por encima del 10% del total de ejemplares. Hay que diversificar», indica el responsable de los Parques y Jardines.

En Alicante, por ejemplo, hace años se pusieron de moda las jacarandas, y las calles se llenaron de estos grandes árboles de florecitas moradas. Por ello desde hace una década ya no se planta esta especie sino que se opta por otras como por ejemplo melias y moreras sin fruto, y además cada vez se tiene más en cuenta especies que soporten bien el calor y no necesiten mucha agua.

Los expertos coinciden en que los árboles de los espacios urbanos, además de por los factores climatológicos como el calor o la sequía, se ven afectados por la presión humana, con suelo no siempre en condiciones, polución y plagas que pueden debilitar al árbol, reducen su vida media y aumentan el riesgo de rotura.

Carlos Domínguez ha señalado a este respecto que «en Alicante tenemos un plan de gestión de riego para prever esas posibles caídas de ramas. Hay protocolos que nos indican defectos, aunque hay causas imprevisibles que no se pueden conocer de antemano», para añadir que «hace años en la mayoría de ciudades no se gestionaban bien este tipo de árboles y ahora hay consecuencias. De hecho en muchos casos hay que plantearse sustituir los ejemplares más débiles por árboles nuevos y trabajar con técnicas de arboricultura moderna conociendo la fisiología del árbol para tener claro cómo podar, cómo regar y cómo tratarlo».

Aunque es difícil dar una estimación concreta del numero de árboles y plantas urbanos en la provincia, sólo en la capital hay unos 90.000 árboles y 24.000 palmeras, mientras que en Elche hay unas 200.000 palmeras en sus calles además de árboles y otras 50.000 palmeras en viveros. Esta cantidad imposibilita la atención de cada ejemplar forma individual por lo que, a juicio de los expertos, es inevitable que ocasionalmente caiga una rama o un árbol. Con todo, Carlos Domínguez asegura que se realizan inspecciones frecuentes y efectivas. «Nosotros en el plan de riesgo contemplamos una revisión por calles, lo que da una primera impresión de que puede haber un problema y la experiencia te va indicando. De todas formas, muere mas gente por caída por escaleras domesticas que por la caída de un arbol».

Los árboles centenarios se controlan más, «con inspecciones cada 3 o 4 meses para ver si las ramas pueden soportar la copa, analizar sus ramas o intentar mejorar su espacio y dar mas suelo a las raíces si es posible».

En cualquier caso, lo que los técnicos de las ciudades pretenden es mantener los árboles con la mayor cantidad de copa posible para que den todos los beneficios previstos. Domínguez ha señalado que «hay estudios que demuestran que en las zonas con más vegetación y bien conservada la gente sufre menos enfermedades, se reducen los niveles de estrés y contaminación y los ciudadanos hacen mas deporte».

El ecologista Carlos Arribas cree que «en las localidades de la provincia no hay suficientes árboles. Hay pocos parques y superficie arbolada, no hay más que mirar el centro de Alicante». Aunque en los últimos años el crecimiento urbano tiene mucho más en cuenta el espacio verde, gran parte de los barrios creados en el último tercio del siglo pasado apenas dejaron espacio a los árboles. Arribas apunta en este sentido que «en Elche y en Orihuela con los palmerales, hay algo más de masa herbórea, pero faltan jardines botánicos en los que se puedan conservar y propagar los árboles».

Por su parte, Carlos Domínguez señala que «hay barrios con mucha densidad y pocos espacios verdes, aunque intentamos hacerlos más amables». Es el caso de calles como Quintana, Portugal o Italia en Alicante donde se han eliminado plazas de aparcamiento para plantar árboles en las aceras o en las esquinas.

Aunque en ocasiones se produzcan roturas de ramas o caídas de algún ejemplar en las calles y parques , los expertos creen que nuestros árboles están en buenas manos. «Cada vez hay gente mas formada. En la grandes ciudades se apuesta por expertos y los responsables en algunas localidades pequeñas, consultan y se preocupan», ha indicado Carlos Domínguez, quien, con todo, cree que en ocasiones la presión de los ciudadanos «por ejemplo que quieren que podes porque les quitas vista», influye en las acciones de los ayuntamientos.

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