La conciencia animalista, la crisis económica, la ruptura de los modelos tradicionales de convivencia, las redes sociales y los cambios en el estilo de vida entre generaciones no podían pasar de largo sin afectar a la milenaria relación entre el ser humano y los animales domésticos. Y si bien la protección de los seres vivos se ha traducido en leyes más duras contra el maltrato y el abandono, así como en un gran aumento de la presión contra la tauromaquia, los espectáculos circenses, el tráfico de especies e incluso la compraventa de animales con pedigrí; también ha producido cambios en la relación con los animales que algunos expertos consideran extremas y poco saludables.

El concepto de «perrhijo» -o «gathijo»-, especialmente popular en el principal mercado de mascotas del mundo, Latinoamérica, ha calado en España con varias connotaciones: la positiva, usada por quienes creen que un perro o un gato son miembros de la familia a los que darles lo mejor, y la crítica, usada por miembros del sector que creen que la atribución de características humanas a los animales de compañía es perjudicial primero para la mascota y después para el dueño pese a haberse popularizado.

Mientras tanto, el negocio crece. Productos y servicios se diversifican y las empresas dedicadas a las mascotas viven un momento dulce. Nos acercamos a la fiebre por los animales domésticos en la provincia de Alicante.

Cifras

Algunas estimaciones, como la de la federación europea de la industria de alimentación de macotas (Fediaf), hablan de que en nuestro país el 26% de los hogares tiene al menos un perro o un gato, mientras que otros estudios calculan que el 43% de los españoles convive con un animal de compañía, como apunta la Fundación Affinity en su II Análisis del vínculo entre las personas y los animales de compañía, de 2014.

Esta misma entidad cifró en otro informe de 2016 que en España había 6.100.000 perros y 3.600.000 gatos. Lo cierto es que es difícil saber el número total de animales de compañía que hay en el país, ya que no existe un censo general oficial -competencia delegada a comunidades autónomas y a colegios de veterinarios- y la información que se produce es estadística y parcial, normalmente mediante estudios como los citados, de empresas que venden productos de alimentación.

El Registro Informático Valenciano de Identificación Animal (RIVIA) recoge a todas las mascotas con chip, obligatorio en perros y opcional en gatos. Sus responsables informan de que en la actualidad tienen fichados a 374.308 perros y 924.570 gatos en la Comunidad Valenciana, de los cuales 24.643 y 42.277 respectivamente viven en hogares de la provincia.

El dato oficial tampoco es representativo para Michel Follet, veterinario en Altea y presidente de la Protectora de Animales de Alicante. «En las ciudades no hay problema, pero en las zonas rurales hay un gran descontrol de la reproducción. Los perros con chip son apenas el 20% de la población canina que hay en la provincia», asegura.

Parece que está habiendo un cambio de mentalidad y actitudes. Según la citada fundación, hace un año, el 1,7% de los cánidos y el 1% de los felinos acabó en una protectora por pérdida o abandono. Fue el año en que menos perros llegaron a los refugios del país de la última década; un total de 104.447. El primer año de la crisis, 2008, la cifra era un 13% superior, aunque desciende sin interrupción hasta el dato actual. Los gatos ofrecen cifras similares.

No obstante, esta información no convence a todos. «Yo no tengo esa impresión. En la protectora estamos recogiendo entre 2.000 y 2.500 animales cada año en las calles de toda la provincia. El abandono es muy elevado», sostiene el presidente de la entidad. «No termino de fiarme de los datos de una empresa que busca aumentar su mercado de venta de croquetas», añade en relación a la fuente del estudio.

Este periodo en el que parece haber descendido el abandono de mascotas coincidió con el auge de las búsquedas hechas en España de las palabras «perros» y «gatos», según Google Trends. En 2015, ambas alcanzaban su máximo de popularidad en el periodo 2008-2016: el interés por estos animales ya era el doble en agosto de ese año que el registrado en 2008. Fue la época en que internet y las redes sociales se llenaban de todo tipo de contenidos sobre mascotas. Sobre todo, de vídeos de gatos.

Los «millenials», definidos como una generación digital nacida entre 1981 y 1995, estaban construyendo la red y adhiriendo a ella sus valores. Uno de ellos es sin duda la reponsabilidad medioambiental y la conciencia animalista: los menores de 34 años son los españoles que más entrega por perros y gatos muestran, según la Fundación Affinity. «Nuestra interpretación es que las nuevas generaciones tienen una actitud más positiva hacia los animales que sus padres y que sus abuelos», apuntan los autores de otra edición del estudio de 2014.

Raúl Mérida, expresidente de la protectora de Alicante y responsable del refugio de animales exóticos El Arca de Noé, comparte la tesis. «La protección de los animales está en auge y tiene una fuerza imparable. Ha llegado hasta a modificar el modelo de los negocios con el rechazo a la compra de animales y el fomento de la adopción, sobre todo por parte de los menores de 40 años», considera.

Añadir más comunicación sobre un asunto en una sociedad capitalista siempre tiene una audiencia comprometida y otra espabilada. La segunda suele encargarse de convertir la mayor conciencia en mayor consumo.

El target son grupos de edad marcados por una precariedad que dificulta el planeamiento a largo plazo pero que sin embargo tiene cierta capacidad económica, así como hogares sin hijos.

Negocio

Un informe con vocación seminal sobre los productos para mascotas de la consultora Euromonitor publicado hace un año avanza que el sector aumentó su valor en España 2016 un 3% debido a la «tendencia a la humanización» sobre todo en perros y gatos, un fenómeno detectado también en otros países. Según el resumen del estudio, la «baja tasa de natalidad» y el aumento de gente viviendo sola o en pareja pero sin hijos genera «mayores ingresos disponibles» para gastar en mascotas, sobre todo en gatos, perros pequeños y otros mamíferos. «Es un fenómeno que las empresas conocen porque se ha dado con anterioridad en el norte de Europa. Se tienen menos hijos y más tarde y el animal se convierte en uno más de la familia», apunta Follet.

En 2015, el sector de las mascotas generó un negocio de 1.000 millones de euros en nuestro país, según datos de la feria para profesional del sector Pro Pet, celebrada en Madrid el año pasado. El 70% de la actividad está directamente relacionada con la alimentación de perros y gatos. «Les interesa la adopción porque así hay más ventas. La alimentación de mascotas está dominada por las grandes empresas de piensos ganaderos de Europa. Es algo de lo que los animalistas ni se enteran: cuantos más gatos domésticos haya, más croquetas y latas de productos cárnicos habrá en las tiendas», añade Follet. El responsable de la protectora traza una línea que conecta la promoción de la adopción y el interés de grandes empresas de piensos.

Dentro de esa atribución de características humanas florece el mercado de los accesorios para perros y gatos. Disfraces, ropa, bebidas «alcohólicas» y otros productos sin ningún valor práctico para el animal ocupan «alrededor del 6% de lo que hay en el mercado», según Follet. «Ves las cosas más disparatadas en algunas tiendas: gafas de sol, cerveza para perros, disfraces... Hay que tener cuidado porque algunos de esos productos no están testados y podrían incluso suponer maltrato. Ponerles un disfraz puede ser algo que les aterrorice porque no reconocen sus elementos como algo suyo. Hay que ponerse en su cabeza pero no con la mentalidad de un humano», reflexiona Mérida sobre este sector en auge.

«Perrhijos»

Los estudios sectoriales invitan a entender la humanización como un hecho natural y una oportunidad de negocio. El comunicado de la feria Pro Pet destaca el buen momento que viven los productos de belleza para mascotas «entre el creciente número de hogares unipersonales». También relaciona el auge de los juguetes y otros productos de este tipo como consecuencia de un deseo de «entretener a sus mascotas y establecer una interacción satisfactoria con ellos, especialmente si lo que quieren es compensar su ausencia durante el día, mientras están en el trabajo».

Algunos especialistas en cuidado y rescate de animales disienten. Piden que no se pase del maltrato a un mimo excesivo. «No es buena idea sustituir el hijo que no has podido tener por una mascota. Cuando llegué a España, el animal tenía su sitio, eso de que durmiera en la cama de los dueños no era normal», reflexiona Follet, belga de nacimiento. Las redes sociales se llenan de perros con gorro y tarta celebrando su cumpleaños, mascotas disfrazadas de Batman y cachorros que duermen con bebés. «Prefiero la humanización al maltrato, pero un animal debe tener su sitio», asegura. Mérida, por su parte, destaca que perros y gatos -únicas especies que considera animales de compañía por estar domesticadas- «han modificado durante miles de años su comportamiento natural para estar con nosotros» y que «son felices con nosotros sin tener nuestra forma de ser».

Quizá, si la moda dura lo bastante, acaben acostumbrándose también a llevar disfraces y a beber cerveza en su cumpleaños.