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Siempre al servicio de la fiesta

Siempre al lado de les Fogueres y de sus cosas. Un festero que desde hace cuatro años quema obras de cartón y madera galardonadas con el mejor premio. Entró en una caja de ahorros de botones. Jubilado, se dedica a la fiesta y a sus líos.

Sus antepasados son alicantinos. Tiene al menos diez apellidos de «La Terreta». Josep Amand Tomás Vallejos, amante de las tradiciones y de la cultura, nació hace 61 años en la calle Onésimo Redondo, ahora Pablo Iglesias. Se hizo bachiller en una vieja academia y acabó los estudios de COU en el instituto Jorge Juan, en 1974. Tiempos difíciles para una familia que sobrevivía con el salario del padre, trabajador de Manufacturas Metálicas del Mediterráneo. Pero Josep Amand, tan menudo como sensato, se colocó como botones en la desaparecida Caja de Ahorros Provincial de Alicante (CAPA), creada por la Diputación en 1954. Su bisabuelo Gregorio Vallejos ya dirigió una caja de ahorros en tiempos de perras gordas junto a Eleuterio Maisonnave, Manuel Ausó Monzó y Leopoldo Laussat, entre otros. Siempre quiso trabajar en las finanzas.

Pronto ascendió en la entidad: de recadero uniformado pasó a ser auxiliar administrativo, primero, y, más tarde, pasó a los servicios centrales como responsable de valores y, después, en el control de cuentas en la tesorería ante la mirada de los auditores del Banco Central Europeo.

Ahí seguía Josep Amand hasta que en 1992 se produjo la fusión de la CAPA con la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia. Y nació la Caja de Ahorros del Mediterráneo, la maldita CAM que dinamitaron la crisis y pésimos gestores, algunos de ellos ahora sentados en el banquillo de los acusados por supuestos delitos de diferente calibre. Nuestro protagonista siguió en la misma mesa, en la misma silla y con las mismas funciones con vistas a Bruselas.

Después de más de cuarenta años de trabajo se prejubiló. Lamenta no haber estudiado Geografía e Historia. Pero su obra está presente en les Fogueres que los alicantinos celebran cada año en las vísperas de Sant Joan. Él metió la fiesta lucentina en el ámbito cultural, mano a mano con el malogrado José Antonio Guirao. Josep Amand, histórico foguerer de la ciudad, preside la comisión de Sèneca-Autobusos, como lo hizo en dos anteriores etapas. Festero desde niño, sólo la abandonó durante una década: fue a parar con su manta y su saragüell a refundar y presidir la foguera Port d'Alacant, con billete de vuelta.

Considera que la fiesta de les Fogueres es para «sumar, compartir, para ser felices y nunca para enfrentarnos». Los monumentos de su parroquia, construidos por los artistas valencianos Manuel Algarra y José Gallego, han logrado el primer premio en la máxima categoría en los cuatro últimos ejercicios. La fiesta sigue en Sèneca-Autobuses como siempre, desde 1932, en esta ocasión a la sombra de la estructura de cartón y madera que lleva por nombre «Amor-dolor».

Josep Amand está bien acompañado en una comisión compuesta por al menos 140 festeros adultos y un pelotón de chiquillas y chiquillos. Su mano derecha es Miguel Ángel Company, Miguelo, un funcionario de la Universidad de Alicante que, crecido en el Raval Roig, ejerce de maestro de ceremonias en una comisión que crece sin pereza.

Para Josep Amand, la fiesta ha perdido familiaridad: antes La felicidad se basa en esas pequeñas cosas que tanto siente y entiende Amand. Quemada la foguera, ya piensa en la de mañana.

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