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Lo mucho es poco y lo poco es mucho

Lo mucho es poco y lo poco es mucho

11 lunes

APERTURA ESPAÑOLA

Con la sincronía de las grandes maniobras estratégicas, la ministra Batet ha urgido la reforma de la Constitución e inmediatamente los intelectuales orgánicos del partido han lanzado un manifiesto que culpa de la crisis catalana a la sentencia del TC sobre el Estatut. Es lo que ahora llamamos «posverdad»: los magistrados tendrían que haber prevaricado convalidando un Estatuto inconstitucional que ni siquiera los nacionalistas habían exigido. Fanfarria y escaramuzas. Cuando Patxi López preguntó a Pedro Sánchez si sabía qué era una nación, Borrell respondió por él: qué más da. Borrell comprende que incorporar a la Constitución martingalas como «nación de naciones» sólo tiene un valor declarativo; lo sustancial es el sujeto de la soberanía, el pueblo español, y la cohesión jurídica del Estado. El PSOE confía en que un reconocimiento simbólico de la plurinacionalidad y algunas alforjas de maná presupuestario bastarán para aquietar a la bestia. Pero este diseño requiere interlocutores distintos de Puigdemont o Torra y, para endurecer la proeza, los imprescindibles PP y Ciudadanos tal vez anden resentidos. Hay que intentarlo, aunque espero que Sánchez tenga un plan B.

12 martes

PRÍNCIPES Y MENDIGOS

«Por nuestra codicia, lo mucho es poco; por nuestra necesidad, lo poco es mucho». Cuando el clásico escribió estas sombrías palabras, los príncipes no purgaban su venalidad en la cárcel y las naves que aproaban la costa mediterránea eran galeras corsarias y no paquebotes atestados de polizones desnutridos; pero algunas reflexiones son eternas y la suya se ajusta a dos odiseas de actualidad, la de Urdangarín y la del barco Aquarius. El cuñado del rey ingresará en prisión por ladrón (en aquella época no existían el delito fiscal ni el tráfico de influencias) y el Aquarius atracará en Valencia con su cargamento de parias desamparados gracias a la magnanimidad del Gobierno (el gesto humanitario prevalece sobre su previsible utilización política). Son dos sucesos que rescatan cierta conciencia colectiva de lo que es justo e inevitablemente fugaz: Urdangarín será readmitido en los pícnics de papel cuché y otros barcos a la deriva vagarán sin auxilio. Pero lo mucho siempre es poco y, afortunadamente, algunas veces lo poco es mucho.

13 miércoles

LA ROJA COJA

Aunque administrando al paciente el placebo de la dimisión, Pedro Sánchez ha tomado ejemplo de Rubiales y prescindido de Màxim Huerta, su ministro de Deportes de quien, tras admitir que nunca le había interesado el «citius, altius, fortius», ahora hemos descubierto que tampoco sabía qué es una declaración de la renta. Rubiales preside desde hace unas semanas la Federación futbolera y se ha topado con que, a dos días del inicio de un Mundial, el Real Madrid anunciaba el fichaje del seleccionador Lopetegui. Rubiales no tiene el mismo concepto del señorío del Real Madrid que sus propagandistas y forofos y ha optado razonablemente por el finiquito ante esta supina muestra de deslealtad, egoísmo e inoportunidad de ambas partes contratantes. Recuerdo que el seleccionador de un país exótico fue detenido en el vestuario por contrabando de marfil, pero aquello fue una excentricidad risueña y no un episodio que describe la esencia del bochorno: una cofradía de privilegiados que compiten por una recompensa opípara y se hallan remotamente concernidos por los aspectos ejemplares de su actividad. Esto también vale para un ministro.

14 jueves

HA VUELTO

El lunes me llamó la atención una frase de Meritxell Batet a propósito de Cataluña que no lograba entender. Me concedí unos días para ver la luz, pero sigo ensimismado. La ministra sugiere recuperar el Estatuto anulado por el TC mediante una batería de leyes orgánicas, lo que no deja de ser una triquiñuela técnica para sortear algunas objeciones del TC, pero que resultaría innecesaria si se reforma la Constitución como también propone Batet. He comenzado a situar el embrollo en el que forzosamente debe involucrarse el Gobierno debido a su raquitismo parlamentario cuando he sabido que Rodríguez Zapatero era uno de los promotores del galimatías salvador anunciado por la ministra. Desde luego, Zapatero culpa al PP y a la sentencia sobre el Estatut del desaguisado ya que de otra forma él sería el responsable y esta comprensible autoindulgencia coincide con una tímida campaña por blanquear su legado presidencial que parece haberle envalentonado. Zapatero cree que el Estatuto era constitucional y no hay que reprocharle la discrepancia jurídica. Pero ni siquiera sus flamantes hagiógrafos, por no hablar de una legión de ilustres compañeros, defienden su inocencia en el tiberio catalán. Discreción.

15 viernes

LO QUE IMPORTA

Se ha instalado un limosnero con su escudilla junto a la panadería donde compro mi baguette prefabricada. Coloca mimosamente un trapo en el suelo, se acomoda sobre él, abre la Biblia y comienza a leer con una vocecita lastimosa. Está casi ciego y debe sostener el libro a un centímetro de sus ojos. A veces pienso que recita fragmentos memorizados mientras simula leer, pero lo único que sabe la empleada de la panadería es que le gusta la empanada gallega. Esta mañana de vigilia del España-Portugal lleva una camiseta descolorida de la selección española con el memorable dorsal de Iniesta y ha elegido un pasaje apropiado: «¿No sabéis que todos corren en el estadio, pero sólo uno obtiene el premio? Corred de tal modo que ganéis». Aunque no jugase al fútbol, San Pablo ya advirtió a los corintios sobre las bondades de un penalty injusto en el descuento. Nunca he sido partidario de retribuir estas escenas, pero la imagen de un Iniesta piadoso es conmovedoramente patriótica y le compro una gigantesca porción de empanada. Esclavo de sus lecturas bíblicas, en lugar de darme las gracias me aconseja dirigirme a Dios para el reingreso: «Que el Señor te lo pague».

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