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El músico busca una cantante

Casi 50 años sobre los escenarios. Lo tiene todo listo para volver a empezar

El músico busca una cantante

Lleva dos años buscando una chica para refundar su dúo musical. Este hombre lleva casi medio siglo de verbenas, ferias, galas y demás saraos con sus teclados y música de acompañamiento enlatada. Antonio Beneyto Reina llegó al mundo hace 63 años en Alicante. Hijo de un agente de la Policía Armada nacido en La Encina y de una murciana de Cehegín, creció en el Casco Antiguo. Estudiaba Bachillerato en San Blas y, desde los nueve años, por las tardes aprendió solfeo, armonía y piano en el conservatorio Óscar Esplá. No acabó la carrera de música pero obtuvo el Graduado Escolar. De chaval formó parte del grupo Principio, entre otros. Largas jornadas de ensayo en sótanos y garajes.

A los 14 años empezó a trabajar como mozo en la ferretería Sala, en Benalúa. Más tarde se hizo repartidor de medicamentos por las farmacias alicantinas hasta que descubrió su pasión por la electrónica. Sin dudarlo se apuntó a un curso del ramo dentro del programa que se inventó el dictador Franco que se llamó Preparación Profesional Obrera, o sea, la trasnochada PPO. Meses más tarde, Antonio ya reparaba televisores en blanco y negro a domicilio. Se especializó y pudo vivir de la electrónica mientras que realizaba sus bolos musicales con varias orquestas del momento.

La llamada crisis del petróleo obligó a cerrar muchos negocios, especialmente los dedicados a artículos de lujo, como en aquellos tiempos era la televisión. El servicio militar paró la vida de Antonio Beneyto durante 14 meses en un acuartelamiento de Cerro Muriano (Córdoba). Regresó a Alicante y actuó en diversos grupos de «la Movida» de finales de los años setenta, como Bronce, Rey Humo o D.O.S. Recuerda con nostalgia sus continuas actuaciones en la discoteca «Il Paradiso» y, especialmente, la velada en la que acompañó al piano a las hermanas Toñi y Encarna Salazar, integrantes de Azúcar Moreno, en el Hort de Baix, en Elche.

Siempre inquieto por la necesidad de subsistir, Antonio abrió un comercio de venta de juguetes que se lo llevó la crisis de 2010. La tienda se denominaba Kiko y estaba emplazada en la avenida de Salamanca. Volvió a los escenarios, con sus teclados, con sus columnas, sus focos de colores y una vieja furgoneta. Recorrió media España con Marga, la cantante de Bonaire, su primer dúo, para interpretar todo tipo de música: rock, pop, salsa, rumbas y demás.

La chica abandonó el grupo y Antonio puso un anuncio en reclamo de una vocalista. Se presentaron doce y eligió a Anabel, con quien ha trabajado durante ocho años en el dúo que bautizaron como Angora. Cada año subían al escenario en más de un centenar de ocasiones. Se ganaron bien la vida sin pisar Benidorm, la meca de las orquestas.

Hace algo más de dos años que no actúa. Necesita una cantante. Subsiste de una pequeña pensión y vive en una casa de madera llena de recuerdos y de música en el paraje del Sabinar, en Sant Vicent Espera con urgencia que aparezca una cantante, desembalar los bártulos y volver al escenario. Piensa en Benidorm para volver a empezar. O a cualquier lugar con público dispuesto a escuchar.

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