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Hacer el indio

Una de las imágenes más típicas de India son sus trenes abarrotados de viajeros. En la ciudad de Bombay -la población más densamente poblada del país- el grado de hacinamiento en los vagones es tan alto, que los viajeros no pueden llevar consigo sus fiambreras para la comida, porque literalmente no caben. Por ello existen los dabbawalas.

Los dabbawalas son una empresa de servicios que lleva funcionando más de un siglo, cuyo negocio es recoger las cestas ('dabba' en hindi) en casa de sus clientes, transportarlas a sus respectivos lugares de trabajo, y posteriormente retornarlas. En Bombay trabajan 5.000 dabbawalas que gestionan alrededor de 175.000 tarteras diariamente. Desde casa del cliente hasta su oficina, el 'dabba' puede pasar por cinco manos. Pero la precisión del sistema es tan alta, que la tasa de error es de uno entre 6.000.000 de envíos. ¿Y saben lo más sorprendente? Que los dabbawalas no saben leer ni escribir.

Los dabbawalas han sido objeto de análisis en términos logísticos, ya que su precisión es superior a la de Amazon o DHL. Pero existen otras costumbres que también tendrían que ser un modelo para los que vivimos en Occidente. Aunque técnicamente son una cooperativa, la gestión se realiza por unidades de negocio de 25 personas. Cada equipo de dabbawalas funciona de modo autónomo. Los beneficios se reparten a partes iguales.

Los equipos los forman las mismas personas y son para siempre: un dabbawala tiene toda su vida a los mismos compañeros de trabajo. Aun cuando se conocen a la perfección, y realizan el mismo trabajo día tras día, se reúnen diariamente para repasar las incidencias y comentar las posibles mejoras.

Es el equipo quien amonesta o penaliza a alguno de sus miembros por algún motivo, por ejemplo, por no llevar la camisa impolutamente blanca o tener mal colocado el gorro de estilo Gandhi. Pero sin duda, la gran lección que dan los dabbawalas es su foco en el cliente: entregar una fiambrera es una misión que hay que cumplir a toda costa, por ello, cuando Bombay se sumerge en el caos de los monzones, las fiambreras llegan de todos modos. «Entregar un 'dabba' es servir a Dios» reza su lema.

Llegados a este punto, la comparación con nuestras empresas invita al sarcasmo. En nuestras empresas también se organizan reuniones periódicas, ya saben, eso de «Desde la semana que viene nos reuniremos todos los lunes para?».

Tan periódicas que no duran ni dos meses. O el colapso cardíaco que nos daría pensar que vamos a estar, hasta la jubilación, en la misma empresa, o peor aún, con los mismos compañeros de trabajo. Los formados y bien preparados ejecutivos del llamado primer mundo, tienen peores desempeños que estos indios analfabetos.

Pero de toda la gestión de esta empresa con lo que me quedo es con el reparto equitativo del beneficio (hablamos de una media de 50 euros mensuales). Y es que en nuestro mundo occidental, cuando una empresa empieza a ganar dinero, es cuando empiezan los problemas entre los socios.

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