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El comerciante que vistió a Perón

Por su local han pasado cinco o seis generaciones de alicantinos. Ha vestido a personajes como Perón o Errol Flynn. Ahora escribe un libro sobre la historia del comercio en Alicante. Un valor: la resistencia.

El comerciante que vistió a Perón

Vicente Benavent García nació meses antes de la maldita Guerra Civil, en 1936, en el quinto piso del Edificio Doctor Esquerdo, situado en la Rambla de Méndez Núñez, también conocido como «La Casa del Ascensor». Hijo y nieto de comerciantes, fue parvulito en las Carmelitas y se hizo bachiller con los hermanos Maristas. Su infancia transcurrió en la trastienda. Ayudaba a sus padres a almacenar cajas llenas de prendas de interior y camisas. Estudió Derecho en la Universidad de Murcia, a la que sólo acudía para examinarse. Aprendió leyes y postulados en la academia de Manuel Pérez Mirete.

A finales del siglo XIX, su abuelo, Vicente Benavent Moscardó, regentaba un taller y tienda de confección en la calle Ruzafa, en Valencia. El hombre se dedicaba a fabricar camisas, pijamas, camisones e incluso calzoncillos a medida para clientes exclusivos valencianos, de Alicante y Elche. Precisamente en la ciudad lucentina encontró excelentes parroquianos para sus prendas: residentes franceses llegados para acabar con la plaga de filoxera que arrasaba los viñedos de la provincia, entre ellos los Maisonnave, los Dupuy, los Fresneau y los Fourcade, entre otros.

En uno de sus viajes a Alicante, la abuela de Vicente habló con su marido sobre el beneficioso clima de Alicante. Éste le respondió en valenciano que «quan vullgues ens venim ací». Dicho y hecho. El matrimonio hizo las maletas y estableció su morada en Alicante. Llegaron con dos hijos: Pascual, padre de nuestro protagonista, y Vicente. Así, en 1905, abrió la camisería en la plaza de Castelar, actual Rambla de Méndez Núñez. El negocio funcionaba viento en popa en una ciudad modernista y dinámica. Pero el fundador del negocio perdió la vida en un trágico accidente en el ascensor del inmueble a los 53 años. 1918. Pascual asumió la gestión de un comercio que ya se había extendido a provincias limítrofes.

Acabada la carrera, Vicente Benavent García decidió dedicarse en cuerpo y alma al negocio de camisas y prendas interiores. En los años cincuenta del pasado siglo, la moda internacional experimentó un cambio radical y se implantó el «pret-a-porter», que obligó a cerrar a más de la mitad de las sastrerías. Benavent, tercera generación de comerciantes, tuvo que actualizar la tienda. Empezó a introducir en las estanterías pantalones ante la sorpresa de su padre. Luego llegaron las grandes marcas. Y tres décadas de esplendor. Abrió una segunda tienda en la avenida Doctor Gadea. Y otras más.

Vicente ha vestido a personajes de la política, del cine, a deportistas y cantantes. Por su tienda han pasado los chicos del Dúo Dinámico, Manuel de la Calva y Ramón Arcusa; el tenor Luis Mariano, que se hospedaba en el hotel Carlton, y el actor Alberto Closas, casado con una alicantina. Vicente recuerda el día que a su puerta llegó el expresidente de Argentina Juan Domingo Perón con dos guardaespaldas. Por su gran envergadura apenas pudo meterse en el probador. El político repitió compras años más tarde, esta vez acompañado por su tercera esposa, María Estela.

Vicente, a sus 82 años, sigue al pie del cañón. Entre satisfacciones y demasiadas nostalgias. Recuerda haber atendido al actor Errol Flynn, que arribó a Alicante en el barco de un amigo, o a Elke Sommer, una de las musas del cine en los sesenta.

El negocio ahora lo regentan sus hijos, Vicente y Carlos, cuarta generación de la saga Benavent. Llega al mediodía. Su despacho está plagado de recuerdos y guarda en carpetas la historia del comercio: recortes de prensa, etiquetas, papel de embalaje? Viudo desde hace años, el comerciante que nunca fue sastre llegó a tener hasta veinte empleados y al menos seis tiendas a su cargo. «La peor crisis fue la de 2010, que casi acaba con todo. Nosotros nos quedamos con un solo establecimiento», explica Vicente. Y los mejores años fueron los sesenta: «Si mis hijos viesen las cuentas se asustarían».

Ahí sigue Benavent, rodeado Su corazón resiste; más, si cabe, su mente.

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