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Vivir: ¿Una maravillosa odisea?

Otras formas de decir lo mismo

Hace unos días en los medios de comunicación se hablaba de una frase: «¿Qué parte del «no» no ha entendido?», y es que sin duda existen otras maneras de decir lo mismo.

Otras formas de decir lo mismo

El castellano es una lengua muy rica, tiene varias palabras para decir lo mismo, algunas son hasta divertidas; por ejemplo, prostituta o meretriz. Nuestro premio Nobel de Literatura Camilo José Cela escribió un diccionario de términos relacionados con el sexo. No sé si sabe que clasificaba o pretendía que llamemos a las rameras o meretrices izas, rabizas o colipoterras, cuando lo habitual es que las llamemos zorras; lo mismo que fue muy comentada la historia por él contada del cipote de Archidona; cipote es lo mismo, es decir, es sinónimo de pito, pene o rabo. La historia se refería a que un joven en la oscuridad de una sala de cine era masturbado por su pareja y esparció su semen en varias filas de butacas.

Yo me acuerdo de otro suceso que viví y que tiene que ver con el significado diferente de la misma palabra. Una monjita hacía una cura a un muchachote, sin querer le hizo daño y aquél gritó: ¡hostia!; la monja se alejó enfadada llamándole blasfemo; el drama estaba servido pues los padres del chaval, buenos católicos, se derrumbaron; la solución vino de la mano de un médico sabio que había operado al joven y que estaba por allí. Llamó a la monja y al tiempo le dio un sonoro y buen cachete al chico, a la vez que decía: ve, sor, esta es a la hostia a la que el mozo se refería.

Cuando varias palabras significan lo mismo, decimos que son sinónimos. Pero otras veces las palabras son las mismas y expresan cosas distintas. ¿Cómo las llamamos entonces? Por ejemplo, cuando decimos que un profesor es un hueso, entonces el hueso significa que es exigente, rígido. Otras veces expresan lo mismo, aunque su grafía sea distinta. Qué diferente es hablar de una ola, a decir hola y eso a pesar que ambas suenan igual.

Otras veces los sinónimos pueden ser hirientes o mordaces, otras son simpáticos; por ejemplo, Ud. sabe que a los médicos nos llaman matasanos, algo que es imposible porque lo que no se puede hacer es matar a un muerto, con una misma ironía a los abogados les llaman picapleitos, y aunque no es lo mismo, a los curas les llaman padres, aunque nunca tendrán hijos, o a los banqueros bolsistas, y de estos prefiero creer que son cosas distintas. De igual manera a ciertas mujeres las llaman lagartas, y a otras zorras. A algunos hombres les llaman cerdos o linces, y a otros cabrones, aunque no tengan nada que ver con el macho cabrío.

Ha habido una petición formal del Ayuntamiento de Alicante a la Real Academia de la Lengua para que suprima de la palabra «alicantina», además de mujer que ha nacido en Alicante, otros sentidos como treta, astucia o malicia con la que se pretende engañar, pues por si no lo sabe, los tiene.

Otras veces creemos que las palabras y sus sinónimos significan lo mismo y no es así, por ejemplo, no es a igual ver que mirar. La primera supone apreciar lo que hay en nuestro entorno, y mirar supone solo dirigir la vista hacia algo; lo mismo podría decirle de oír, es decir de captar sonidos, que es muy diferente que escuchar, que exige comprender lo que esos ruidos significan, implica poner atención a lo que se dice. Seguro que conoce alguno que va por la vida sin daño en sus ojos pero no ve, o que oye pero no escucha.

En ocasiones una misma palabra tiene muchos significados. Pájaro es un ave voladora, pero es distinto que digamos de un humano que es un pájaro, y peor aún si le llamamos pajarraco, o a una mujer que parece una foca. Algo parecido es decir que alguien es un bicho, o bicharraco. Si es seco no expresamos que no tenga agua, sino que le falta relacionarse bien. O que es un soso, no es que le falte sal, sino que carece de cierta gracia. Ya sabe que tío puede ser un hermano de uno de tus padres, pero también, simplemente, cualquier persona, generalmente le seguimos de adjetivo: es un tío grande, honrado, buenazo, etc..

En resumen, que en nuestra lengua las palabras son muchas y, con sus múltiples acepciones o sentidos, aún se multiplican más, ello nos hace la vida divertida, aunque a veces nos la enreda. Y eso que no he hecho referencia a las palabras que suenan igual pero que se escriben distinto; por ejemplo estar quemado que equivale a estar agotado, sin ánimo, no tiene nada que ver con el fuego y es diferente estar herrado, que expresa que lleva herraduras, en esencia que es un burro o un caballo, algo muy diferente de estar errado, referido a que uno se ha equivocado.

Ya ve que otras veces, aunque decimos lo mismo, queremos expresar cosas diferentes. De esa manera, meter la pata no tiene nada que ver con nuestras extremidades, sino con hacer o decir algo inadecuado. Y un cabrón no es que sea el macho de la especie cabría. Lo más que se le aproxima es que le adjudicamos llevar cuernos. La realidad es que es

Fornicar y joder pueden significar lo mismo, si nos referimos a una relación sexual. Otras veces la segunda sería sinónimo de fastidiar, que no tendría nada que ver con el coito, o también con porculear, que sí podría relacionarse con él.

Cuando decimos adiós, no tiene nada que ver con religiones, sino que es una forma habitual de despedirse. Pero ahora, para que no haya dudas: ¡hasta otro día!

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