Fue Mateo Ivars, un joven calpino quien, por encargo de Vicente Paris, trepó por las escarpadas rocas de Ifach y leyó en su orografía por dónde había de discurrir el túnel.

Acaso no lo sabría, pero con ese ejercicio alpinista rememoró la rutina que, hasta no muchas décadas antes, desempeñaron otros hombres. Y no porque ansiaran contemplar el paisaje desde la cumbre, sino por una simple cuestión de supervivencia social.

Aquellos spiderman de época eran los vigías que, desde lo alto del Peñón oteaban el horizonte en busca de cualquier embarcación de piratas berberiscos. Las señales de humo y fuego serían el principal sistema de alarma para los parcos cientos de almas que poblaban entonces Calp.

Según el historiador Teodor Crespo Mas, el primer viajero ilustre en sorprenderse por la técnica de ascenso fue, en el siglo XVII, el cronista Gaspar de Escolano, y añade que luego fueron muchos otros, como Boissier, Teodor Llorente, Martí i Gadea o el botánico Cavanilles, quien dejó estas palabras: «Por la popa de este navio de marmol es imposible subir, y para hacerlo cada dia el que sube a servir de Atalaya y à avisar a los vecinos con un caracol del riesgo que les puede amenazar de los pyratas: han puesto tres tramos de sogas cada uno mas alto que el Campanario de Sta. Cruz y sube por ellas como un gato de manera que causa miedo el ver à un hombre en riesgo al parecer eminente, y tanto mayor por subir cargado con varias cosas, ya para sustento, ya tambien para trasladar allà arriba. Quando llega à lo mas alto de las sogas empieza à trapar, necesitando de mas de una hora para subir a la cumbre del monte» (Butlletí Calp, no 9. Institut d´Estudis Calpins. Diciembre 2014).

Cuando el atalaiador daba la señal de alerta, el pánico se desataba en Calp y las gargantas liberaban un desesperado «Foc en Ifac, moros en la costa!». No fueron pocas las veces en que las incursiones piratas apresaron a incautos y los trasladaron a Argel. El ùltimo y masivo ataque aconteció un 22 de octubre de 1744, según confirman los legajos custodiados en el archivo de Simancas, cuando un puñado de vecinos parapetados en las murallas de Calp hicieron huir a 800 berberiscos.

Hoy, «Foc en Ifac, moros en la costa» es el crit de festa de los Moros y Cristianos de Calp, en torno a dicha fecha.