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Área de descanso

Un guión de Tarantino

Un guión de Tarantino

1 lunes

Estaba mortificándome por tener que pasar la Nochevieja en cama debido a la gripe cuando he recordado a los padres de Diana Quer y me he sentido moderadamente miserable. Ni secuestro, ni fuga, ni accidente, ni complot familiar, sino un crimen sexual presumiblemente cometido por el principal sospechoso desde el primer momento a quien exculpaba la falsa coartada de su esposa. Es difícil no pensar en Cesare Lombroso al ver las fotografías de «El Chicle», alias del detenido. Lombroso sostuvo que los criminales presentan unas características físicas identificables y la fisonomía de «El Chicle» podría enriquecer sin dificultades su catálogo. Es el retrato robot de la amoralidad salvaje con chándal. Las teorías de Lombroso ya no impresionan pero aclaran tangencialmente el trabajo detectivesco, que puede parecer deductivo, esto extrae conclusiones a partir de la observación de los hechos, pero frecuentemente es casi apriorístico: la verdad se intuye en un primer fogonazo y la investigación se dirige entonces a corroborar esa convicción con pruebas sostenibles. Pero divagar sobre estos asuntos mientras los forenses reconstruyen los restos de una muchacha me parece tan miserable como una gripe.

2 martes

Algunas tradiciones son inmunes a los vaivenes de la vida: Puigdemont ha despedido 2017 desde Bruselas con un discurso retransmitido por el canal 324 de TV3. No sé qué es el canal 324 de TV3; Rajoy tampoco. Ha sido una aparición tan sobrenatural, aunque menos lúgubre, como la de Susana Díaz enfundada en un sayo negro y deseando próspero 2018 a los andaluces desde una Medina Azahara cordobesa en penumbra. Que Puigdemont no sea presidente y TV3 haya sido intervenida funcionalmente por el 155 no ha supuesto un obstáculo para presentar a un impostor como el mesías del tercer milenio que anuncia la inminente república. Todo esto es muy épico pero adolece de imponderables logísticos. Incluso el mesías más místico debe personarse tarde o temprano en el mundo terrenal y las probabilidades de que Puigdemont regrese a España y tome posesión de su acta son levemente inferiores a las de que Rajoy admita que «lo de Cataluña» parece un guión de Tarantino sin baño de sangre final pero con una legión creciente de víctimas colaterales agolpándose en la cuneta.

3 miércoles

«Aporofobia», el neologismo que da nombre al miedo o aversión a los pobres, ha sido elegida palabra del año 2017 por la Fundación del Español Urgente (Fundeu). Desde luego, la palabra es nueva; en cambio, ese sentimiento de incomodidad es tan antiguo como ghettos, extrarradios, barrios bajos y otras coordenadas marginales de la miseria. De ahí que Antena3 pague 60.000 euros a Cristina Pedroche para que retransmita las campanadas desde la Puerta del Sol con lentejuelas macizas, pero no a una subsahariana para que lo haga con su yogurtera de Cáritas desde la valla de Melilla. Es probable que algunos ricos sientan aversión hacia los pobres, pero lo incuestionable es que todos los pobres tienen fobia a la pobreza y esto convierte la «aporofobia» en una fobia peculiar: las arañas no padecen «aracnofobia» ni los payasos «coulrofobia». Pero Fundeu no acoge ambos puntos de vista indispensables, el del rico a quien molestan los pobres y el de los pobres a quienes molesta su propia pobreza hasta el punto de detestarse a sí mismos. El diccionario ni siquiera les ofrece una alternativa: «plutofobia» significa «miedo a tener dinero» y no «odio a los ricos».

4 jueves

El Consell ha adjudicado la redacción del Plan de Acción Territorial de la provincia a un comité técnico de la Universidad de Alicante y a dos consultoras de Valencia y Barcelona, lo que hoy lleva a las páginas del periódico la protesta de ocho ilicitanos relevantes por lo que consideran un impecable ninguneo de su ciudad. Nadie utiliza una expresión tan tajante, pero tampoco hay que estudiar criptografía para entender que la civilizada irritación de unos y el silencio privilegiado de otros sólo pueden significar que el Plan de Acción Territorial ha arrancado como una pedida de mano con la novia enfurruñada. En Elche siempre se ha desconfiado de este matrimonio (en el Ayuntamiento, «área metropolitana» es sinónimo de alarma nuclear) y existe la tendencia paranoide a traducir «cooperación» por «absorción». No es, claro está, un tema de parloteo en peluquerías ni economatos y sospecho que las ocho personas entrevistadas son las únicas de la ciudad con una opinión sobre el tema. Los dilemas estratégicos carecen de atractivo político, como bien sabe cualquier estadista.

Los grandes acontecimientos requieren frases memorables. Nadie imagina a Napoleón arengando a sus tropas con un «a por ellos» en lugar de «desde lo alto de estas pirámides cuarenta siglos os contemplan» ni a César exclamando «toquemos madera» en lugar de «la suerte está echada». Naturalmente, la premisa es que el hecho se halle a la altura de la retórica y por ahí se desangran algunos esfuerzos pomposos. Es el caso de Oriol Junqueras, quien ayer prologó su comparecencia ante el Tribunal Supremo con una cita de Pessoa: «Me clavo en el pecho la espada que ya no me servirá para combatir». Uno imagina a los magistrados amagando un bostezo poco alentador. Bajo

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