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Comunicarse a gritos

Comunicarse a gritos

Como bien sabe, uno de los rasgos que nos caracterizan y atribuimos a los humanos es la capacidad de comunicar, y la verdad es que lo hacemos sin parar, habitualmente por la palabra, emitiendo sonidos; pero hay otras formas de hacerlo y las usamos. Por otra parte, no somos los únicos, pues otros animales también comunican por el sonido: piando o trinando...

Hoy hablo de comunicarse a gritos, lo que hago sinónimo de gritar, aunque esto sea sólo por momentos, y que es otra forma de hacerlo. Seguro que Ud. lo relaciona con agresividad y violencia, tal vez violencia machista porque es frecuente que los agresores usen los gritos para amedrentar a sus víctimas. Algunas parejas se comunican a gritos, y ninguno de ellos está sordo; es una situación dura y errónea porque no se trata de oír sino de comprenderse.

En general los violentos hablan a gritos, y acompañan su voz con gestos o movimientos de brazos. El que grita cree que eso le ayuda a dominar, y puede que lo consiga, pero perdiendo su compostura, pues se convierte en un pobre humanoide que necesita violentarse para imponer sus ideas. No hacerle caso puede que nos ponga en riesgo, pero es lo más acertado, pues, si no, es posible que progrese en esa actitud y su agresividad se incremente.

Pero también gritamos para hacernos oír cuando el ambiente es muy ruidoso o cuando convivimos con sordos; aumentar los sonidos les ayuda, y la realidad es que cada vez nuestra sociedad envejece y con ello el número de sordos aumenta; ¡menudo negocio que está siendo para los que venden y fabrican audífonos! Sin embargo, recuerde que los principales sordos son los que no quieren oír, los que caminan por la vida oyéndose sólo a sí mismos; es decir, oyen pero no pero no perciben, no escuchan.

En la historia ha habido múltiples maneras de comunicarse. Por ejemplo, me acuerdo de los antiguos pobladores canarios, los guanches, que lo hacían así, y le repaso las diferentes formas que tenemos de hacerlo. Decía que la voz, la palabra, es una de ellas, quizá la principal, pero todo cambia y seguro que no se sorprende si observa una reunión de un grupo de jóvenes, están todos sentados unos junto a otros pero, en vez de hablarse y oírse, se comunican a través de sus móviles; también me acordaba de los indios, los primitivos pobladores de Norteamérica, que comunicaban sin ruido, lo hacían mediante señales del humo de las hogueras que encendían.

Quería comentar algunos rasgos de la comunicación a gritos, que, como le decía antes, se usaba mucho. ¿Cree que no?: porque es joven, ya que los mayores la hacíamos con frecuencia; gritábamos: ¡sereno!, y ese personaje que tenía las llaves de los portales de una calle contestaba también a gritos: ¡va!, y venía y nos abría la puerta. Los habitantes de Las Navas, pueblecito serrano de Ávila, salían a la estación del tren a vender su leche, lo que hacían a gritos; decían: ¡leche de Las Navas! Y alguno de los viajeros la compraba. También lo hacían así muchos repartidores o pequeños comerciantes que con sus camionetas se adentraban por las callejuelas de los pueblos chillando: ¡ el frutero! o ¡el panadero.! Era su forma de comunicarse.

También y aunque era menos frecuente, comunicaba gritando el afilador, un ciudadano que caminaba por las calles con su rueda, se autoanunciaba: ¡ el afilador! y afilaba los cuchillos de los vecinos que se lo encargaban; con frecuencia iba tocando una especie de flautín o dulzaina, el xipro. Se dice que muchos de ellos procedían de Orense, llamada la tierra d´a chispa. El jefe de estación gritaba: señores viajeros al tren, y luego, el tren va a salir?

De igual manera se comunicaban a gritos las «ordenanzas o los llamados bandos o edictos»; eso sucedía en los pequeños pueblos, en los que un ciudadano llamado alguacil recorría las calles leyendo esos bandos, y que todos se iniciaban la misma manera: «Por orden del señor alcalde se hace saber». En una línea menor pero igualmente usando los tonos altos para comunicar están las sirenas que suenan alto en los coches de los bomberos, las ambulancias o la policía.

También le comento que otras veces comunicamos en silencio, sin usar la palabra, basta con que se nos vea o veamos a los demás y sólo por su aspecto nos guste definir quién es árabe, chino o africano. E igualmente quién es hippy, gitano o hípster (ya sabe, esos jóvenes poco convencionales, se dejan barba larga, llevan pantalones tipo pitillo, estrechos). Con ciertos rasgos de su aspecto usted define el conjunto de lo que supone su cultura, costumbres o ideas. Es la comunicación no verbal. A través de ella muchos conferenciantes, por ej. políticos, nos están diciendo una cosa y su cuerpo nos dice la contraria.

Es magnífico que podamos comunicar por tantos procedimientos y tan diversos. Y más si los usamos y en el buen sentido, esto es, no para discutir, sino para apreciar la diversidad que nos enriquece y acercarnos a los otros. Sabe que llamamos empático para definir a aquel que es capaz de ver las cosas con los ojos del otro, es decir, se mete en sus zapatos y por un momento camina con ellos por la vida; pues la comunicación, sea por uno u otro procedimiento, nos acerca a ser empático.

Fíjese si comunicar sin palabras es importante que el dicho popular señala que una imagen vale más que mil palabras o también que la cara es el espejo del alma; o de otra manera refleja todo nuestro interior; quizás eso es la clave del éxito que tiene la imagen en la sociedad actual, lo fotografiamos todo y lo enviamos a familiares, amigos o contactos; de igual manera se puede decir lo que importa la televisión o medios de comunicación visuales de revistas y periódicos, etc? En este momento, a veces para ahorrarnos palabras usamos lo que llamamos emoticonos. Ya los conoce, son dibujos simples que transmiten ideas, como sonrisas -alegrías, cariño, etc.. Por ello piense que, aunque no esté hablando, sí está enviando mensajes a los otros, que puede hacer profundos; ya sabe que habitualmente decimos: tiene cara de listo, o de bobo, o lo que sea. Otras veces hacemos que nuestras palabras se acompañen de otros sonidos, de música, y surgen así las canciones, las arias, dúos, tríos o coros. Nos comunicamos y a la vez disfrutamos.

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