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Privatizar la Lonja del Pescado

Unos meses al frente de la Concejalía de Cultura han convertido a Antonio Manresa en un concejal asiduo a las páginas de la prensa. No hay semana en la que, por uno u otro motivo, casi siempre polémico, este hombre no aparezca en los periódicos. Donde más activo se ha mostrado Manresa ha sido en el asunto del nuevo director del Principal. Su actividad en este tema ha sido constante, sorprendente y -todo hay que decirlo- un punto caótica. Un día, sin consultar a sus socios, Manresa pone sobre la mesa el nombre de un director que ya tenía apalabrado; otro, defiende el lugar de nacimiento como mérito para cubrir el puesto o carga contra el borrador de las bases que propone la Conselleria de Cultura. Con todo este vaivén, es comprensible y hasta excusable que Manresa no haya encontrado todavía tiempo para explicarnos sus planes en la Concejalía de Cultura. ¿Llegaremos alguna vez a conocerlos?

Semanas atrás, Manresa nos sorprendía con una nueva declaración: la sala de exposiciones de la Lonja, anunciaba, se convertirá en una sala híbrida. ¿Qué es una sala híbrida? Si no hemos entendido mal, lo que pretende Manresa es alternar en la sala exposiciones de pago con otras del Consorcio de Museos. Para apoyar su propuesta, el concejal afirma que los propietarios de la muestra del Titanic han pagado treinta y cuatro mil euros al Ayuntamiento por el uso del recinto. Es encomiable esta preocupación por las cuentas públicas que muestra Manresa, pero no estoy seguro de que merezca nuestro aplauso. Convertir la sala de exposiciones de la Lonja en una sala híbrida es, en mi opinión, una mala idea, y de un interés cultural muy escaso.

¿Por qué debe ceder la ciudad un espacio público a una empresa privada para montar un negocio? Alicante ha sido, por tradición, muy generosa con la iniciativa privada: cualquier que pasee por sus calles puede comprobarlo. Pero al punto que hemos llegado, conviene no exagerar. Por el camino que propone Manresa, nos podríamos encontrar un día con hemos alquilado el salón azul del Ayuntamiento o una planta de La Asegurada para cualquier recepción. Sin duda, estos alquileres supondrían un ingreso sustancioso para las arcas municipales, siempre tan necesitadas de efectivo, pero confío en que no lleguemos a hacerlo por respeto hacia nosotros mismos y a la ciudad.

Treinta y cuatro mil euros no pueden ser un argumento para ceder la Lonja del Pescado a una empresa privada. Si aceptamos que la razón del dinero se imponga en la gestión de los edificios públicos algo estamos haciendo mal, muy mal. Es posible que la Concejalía de Cultura necesite más fondos para realizar sus actividades, pero eso debería resolverlo Antonio Manresa a la hora de discutir los presupuestos. Descargarlo sobre las espaldas de los ciudadanos, que ya pagan sus impuestos -no es otra cosa esa privatización encubierta que pretende el concejal-, no parece de recibo.

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