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Notas desde Canadá (I): En la butaca del «nuevo cine»

Canadá es un terreno fértil para el cine alternativo. Festivales, organismos oficiales y plataformas web defienden la producción cinematográfica sin olvidarse de su vertiente más independiente y experimental

Notas desde Canadá (I): En la butaca del «nuevo cine»

Entre ciertos periplos académicos que me han traído unos meses por las tierras de la hoja de arce, y los mapaches y las calabazas de Halloween con las que no paro de tropezarme por el barrio, he tenido la suerte de toparme también con el Festival du nouveau cinéma de Montréal. Un evento que acaba de cumplir su 48 edición, y con el que me he reencontrado con una producción mucho más arriesgada a la que estamos acostumbrados en nuestras salas de cine.

El festival es un buen ejemplo de cómo las películas no convencionales pueden convivir entre los estrenos de maestros como Terrence Malick ( Malas tierras, E l árbol de la vida) o Bong Joo-Ho ( The Host, Parasite), y las producciones más novedosas del cine de realidad virtual o realidad aumentada como 21-22 Alpha de Thierry Loa, o Anoher Dream de Tamara Shogaolu. Pero también me ha servido para constatar cómo una parte importante de estos estrenos eran de origen canadiense y se habían producido con fondos y ayudas del país. Y es que, precisamente, una de las facetas más interesantes de su cinematografía es su especial atención por el cine alternativo. Las producciones «independientes» son abundantes, y presentan una calidad y un estilo que, visto su destacado papel en ciertos festivales (desde Nueva Escocia a Vancouver) y el pulso de la escena, se mantiene por encima de la media. Pero llama la atención que, en este grueso de filmes «indies», se cuele también un buen número de obras experimentales, como documentales, piezas de ficción, de animación, etcétera, que juegan a reinventar los lenguajes del cine aprovechando, en muchas ocasiones, los nuevos formatos que ofrece la tecnología. Me refiero a piezas que utilizan la realidad virtual, las plataformas en red, o las herramientas interactivas de los videojuegos, entre otros casos, para dar luz a una particular visión más allá del cine comercial.

No que hay desplazarse hasta aquí, sin embargo, para poder disfrutar de este tipo de cine o del resto de producciones canadienses. El Consejo Nacional de Cine de Canadá, que se dedica a la promoción y a la distribución de ayudas para la producción audiovisual, cuenta con una página web, muy completa, donde pueden verse muchas de sus películas: https://www.onf.ca. La pauta general, por encima de la diversidad que ofrece la página, es la que mantiene la calidad de los proyectos. Una norma que se aplica no solo por las ideas originales que los sustentan, sino también por la precisa factura técnica que presentan estos mismos (un hecho que aclara cómo, con apoyo financiero, el ingenio de un cineasta puede dedicarse a mejores menesteres para el film).

De todas las obras exhibidas en la web, quizás una de las más representativas de este movimiento experimental, y cuyo trabajo ha destacado en diversos premios y festivales cinematográficos (The Webby Awards, New York Film Festival, International Documentary Filmfestival Amsterdam), sea Fort McMoney de David Dufresne. Se trata de un documental interactivo, que debe verse y «jugarse» en red, y que nos invita a participar con nuestras decisiones de la evolución de la localidad de Fort McMurray, la tercera reserva el petróleo más grande el mundo, en la región de Alberta. Desde los primeros minutos, nos veremos inmersos en una perpetua nevada, tan espesa como las humaredas de las fábricas del lugar, y cuyo influjo solo podremos romper conversando con los lugareños y dedicándonos a nuestras propias pesquisas. Pues de eso trata, de que el espectador vaya interactuando con la ciudad y sus habitantes, mientras sus decisiones van dirigiendo el devenir del documental.

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