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García Solera, Arquitecto

El oratorio en la finca D. Tomás y un panteón en el cementerio de Alicante son dos obras de gran intensidad emocional

Panteón funerario (1955) de la familia Flores en el cementerio de Alicante. s.v.b.

El arquitecto Juan Antonio García Solera falleció el paso día 11 de agosto. Reservar la reseña para Arte y Letras conlleva acumular cierto retraso temporal, aunque desde aquí me sumo a los escritos vertidos estos días atrás en recuerdo a su persona y obra. Ambas, vida y trabajo, han sido muy dilatados. Fructífero en sus vivencias e intenso y destacado como arquitecto. Como se ha puesto de manifiesto en distintas ocasiones su tarea comprende diversos campos, la planificación urbanística, de polígonos residenciales con sus equipamientos y viviendas, de las de San Francisco de Sales en Elda se sentía muy satisfecho. Así lo manifestaba en participaciones públicas y afirmaba en charlas privadas. Sus edificios corresponden a diversas tipologías de usos y características formales, con resultados de arquitectura muy afortunada. De todos ellos, o de casi todos, se han hecho referencia en artículos precedentes.

Expongo dos actuaciones de tamaño reducido y usos muy concretos, si bien de resultados emotivos e intensos. Se trata del oratorio en su casa de la finca D. Tomás y un panteón funerario en el cementerio de Alicante, obras de carácter religioso proyectadas por un hombre creyente y religioso.

La finca D. Tomás queda en el camino del Monnegre. Su arquitectura se corresponde con la vernacular propia de la huerta alicantina, considerando las reformas pertinentes a los cambios de uso consecuencia del transcurso del tiempo, así como de necesidades residenciales distintas a las que dieron origen llevadas a cabo por Juan Antonio García Solera. La casa tenía adosados al vestíbulo la bodega y el imprescindible cup, ambos necesarios para la elaboración de aquellos vinos de la zona con calidad y prestigio reconocidos. En estas piezas el arquitecto llevó a cabo la transformación en oratorio familiar. Un dibujo a lápiz del arquitecto, que publiqué en la monografía editada por el Colegio de Arquitectos, pone de manifiesto el espacio interior bajo la bóveda continua de sección circular. Unas líneas en perspectiva fugan hacia el fondo con el presbiterio elevado a la altura de un peldaño con pavimento pétreo. Queda allí el ara del altar presidido por la cruz. El mobiliario son dos sillones y dos bandos de doble asiento de madera con respaldo de rejilla a modo de celosía conventual.

En todas las épocas y culturas las sepulturas de los poderosos alcanzaron monumentalidad arquitectónica. El ascenso de la burguesía en particular durante el siglo XX amplió la demanda. Los arquitectos proyectaron enterramientos para la nueva clase y para sí mismo. El italiano Terragni proyectó el panteón Pirovano en el cementerio de Como. Allí «la doble presencia de masa y volumen no se reparte a lado y lado de una hendidura o dentro y fuera de un perímetro, sino que se acumula ocupando ambas un mismo emplazamiento» (José Quetglas, prólogo a Terragni, Manifiestos, memorias, borradores y polémicas. Colegio de Aparejadores de Alicante, 1982). En el cementerio de Roquebrune, Cap-Martín desde el año 1957 se encuentra la sepultura de Le Corbusier y su esposa. Es una lápida horizontal situada a pocos centímetros del suelo. Sobre la superficie hay un cilindro y una forma poliédrica, en el horizonte el Mediterráneo. El resultado funde naturaleza, geometría y belleza.

García Solera proyectó el panteón familiar de la familia Flores durante el año 1955 en el cementerio de Alicante. Consiste en una capilla de planta rectangular de pequeñas dimensiones en planta sobreelevada tres peldaños, aunque la considerable altura le concede esbeltez considerable. Resulta muy opaco con las superficies exteriores uniformes revestidas con aplacado pétreo de pequeño tamaño. Tan solo la rasgadura excéntrica del hueco de acceso cerrado por la puerta de dos hojas metálicas ciegas, por encima un hueco protegido por tres cruces, aparece el simbolismo del Calvario. En el interior de la planta al fondo queda el ara de un altar resuelto mediante un bloque de piedra. En el proyecto hay dibujadas tres velas, a modo de símbolo de la Trinidad y en pared frontal la imagen de la ascensión mariana.

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