Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Arte

El Bestiario de Eduardo Lastres

Eduardo Lastres realiza una interpretación de la historia del arte contada a partir de la imagen, del fragmento, de la aglomeración, del collage

El Bestiario de Eduardo Lastres

La transversalidad y lo transgeneracional son los valores que conforman el discurso de la contemporaneidad. Analizar la capacidad de aunar diferentes disciplinas, diferentes interpretaciones, provenientes de diferentes espacios o tiempos, es prioritario para valorar la calidad o pertinencia de un autor, de una obra, de una cultura, de un momento histórico.

Si el mes pasado revisamos la obra de Elena Jiménez, y la función del fragmento y el collage de las imágenes clásicas del arte en su personal visión de la creación artística, hoy miramos a la obra de otro artista alicantino, también con una larga trayectoria que le ha llevado de la abstracción geométrica a la ejecución de unos dibujos con rotring y tinta china sobre DM, y que podemos ver en Santamaca.

En la serie Bestiario se funden figuras animales y humanas, figuras mecánicas y vegetales: un gallo con patas de caballo, el pene como una pieza de motor, integrado en una figura femenina o masculina, dependiendo de la perspectiva. Antropomorfias cuya referencia más cercana puede ser El jardín de las delicias de El Bosco, pero en cuya acumulación vemos sombras e imágenes irónicas de Goya, monstruos de la razón, ensoñaciones que se concretan desde el análisis que la propia línea define, a partir del conocimiento e interpretación creativa de los registros dibujísticos y pictóricos que nos ha dado la historia del arte.

Puede parecer que existe una contradicción entre esta serie de dibujos o pinturas y la obra más conocida de este autor, La Puerta del Aire o Puerta del milenio, basada en la intersección de poliedros rectos, es decir, en la pura geometría. Pero si revisamos su trayectoria, veremos que la expresión, incluso la imagen figurativa, siempre han sido componentes fundamentales en su pensamiento. Al igual que lo es la necesidad de conjugar diferentes conceptos, materias, disciplinas y formas artísticas, su revisión desde todas las perspectivas posibles.

El hecho es que esta serie viene del año 74, de una primera exposición en Madrid en la galería Novart, llamada Crónica de la razón. Los hombres y las bestias. Cuyos textos corren a cargo de Enrique Cerdán Tato y Ernesto Contreras. Una visión antropomórfica en la que híbridos entre humanos y perro, mono o serpiente?, enfrentaban al público con la realidad cruda y agresiva, hipócrita del tardofranquismo. Personajes del Renacimiento, el humanismo, se debatían entre ser animal o persona. En el año 2018, el artista revisa estos primeros trabajos y realiza una serie sobre DM que juega con esa misma idea, pero el desarrollo del dibujo aumenta su protagonismo y complejidad, de un único personaje pasa a una acumulación de rostros, cuerpos, con dibujos internos en esos mismos cuerpos, que reflejan diferentes actitudes eróticas, diferentes gestos y fragmentos de imágenes con múltiples referencias.

El Bosco, cuyo referente es la Biblia, pinta el ambiente transgresor de su época, la animalidad oculta de los hombres y mujeres, sus violaciones, humillaciones, pinta el mundo terrible que adivinaba bajo la superficie, dando valor a determinados símbolos. Así también Lastres intenta transmitir sus emociones, su sentido de la vida, del ridículo, de la ironía, y hacer un análisis de la historia del arte. Encontramos referentes tan dispares como El Guirlandaio, o el Goya que lee a El Bosco, ante la violencia de la guerra y de la Inquisición, pero también el Goya revisado por los Chapman, en 2003; Walt Disney o el Manga japonés, cultura precolombina?. Todo, ironía, erotismo, sensualidad, belleza y agresividad, el mirón, la bestia, la masturbación, pero también la visión del paisaje, del desnudo, la quietud del bodegón, participa en ese diálogo que, a través de los siglos y de las culturas, conforma nuestra visión contemporánea, en esa mezcla que produce el sueño de la razón. Una multiplicidad que nos inscribe en una tensión entre personajes que se sienten, se mimetizan, pero no se miran, reflejo de la in/comunicación de nuestro siglo.

Enrique Cerdán Tato, en su texto Los hombres y las bestias, anotaciones a una crónica de la razón (1974), lo sintetiza muy bien: «Porque bien pudiera sucederle al observador no avisado que al contemplar esta obra se descubriera de pronto frente a su propia imagen. Conviene, pues, no bajar la guardia».

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats