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Serendipia

La tiranía del «fandom»

Los fans tóxicos se convierten en un problema para los estrenos audiovisuales - Internet les da más voz y poder que cualquier medio

Una de las escenas finales de Juego de Tronos. información

Hace apenas unos días que se ha estrenado en Internet el tráiler del nuevo film de la saga Terminator, Terminator, Dark Fate (Tim Miller, 2019). Los productores, como se pueden imaginar, están a la espera de las reacciones. A ver qué se cuentan los usuarios. Cuál es la opinión del fandom, esa bestia gaseosa (y cuyo acrónimo puede traducirse como «reino de los fans») tan ansiosa por deglutir nuevas entregas de sus sagas favoritas, como por despedazarlas entre sus millones de opiniones en red. Cualquier estreno está ahora a merced de sus dentelladas. Las redes sociales y el mundo hiperconectado de Internet, le han dado un tono más visceral a los asuntos de la promoción audiovisual.

Que se lo cuenten, por ejemplo, a los guionistas de la serie Juego de Tronos (HBO, 2011). A muchos fans no les ha gustado el final de la serie y, por lo visto, y como llevan varias temporadas viviendo en las ilusiones de gobernar las tierras de Poniente, se han visto justificados para actuar. La cosa se ha puesto tan seria, que han elevado una propuesta formal a la plataforma de firmas y presión social, Change.org, para que se vuelvan a rodar los capítulos finales. De momento, llevan reunidas alrededor de 320.000 firmas digitales. Otro caso cercano sería el último episodio cinematográfico de Star Wars, Star Wars VIII: Los últimos Jedi (Rian Johnson, 2017), cuyos atisbos de originalidad y de ruptura frente a los cánones de la saga, fueron castigados con oleadas de enfurecidos comentarios online, y con el (supuesto) despido del director para próximas entregas de la saga.

La ira del fan enfurruñado es terrible. No acepta nada que se salga de su tiesto de nostalgia e idolatría. Y cree que su pasión por el producto lo legitima: o bien alcanza el éxtasis retozando en los «lugares comunes» de su objeto de culto, o bien explota frente a los cambios que suponen una traición «a sus derechos» como fan. ¿Hacen bien, entonces, los productores de Terminator, Dark Fate exponiéndose a la opinión de los internautas? ¿Cuál es el límite de presión de los lobbies del fandom?

Recientemente, se ha cruzado una línea que marcará, con cierta seguridad, las estrategias de marketing de muchos blockbusters. El estreno de otro tráiler, esta vez, el de la adaptación cinematográfica del videojuego Sonic the Hedgehog, ha supuesto uno de los ejemplos más acérrimos del poder fandom. La nueva versión del erizo protagonista del juego, estilizada bajo unos rasgos humanoides poco respetuosos con su morfología original, ha provocado un mal rollo general por todo Internet. Los memes no tardaron en adueñarse de las redes: que si una foto de Espinete pintado de azul, que si un tipo con un disfraz de felpa de Sonic atropellado por un choche, etc. El caso es que, con o sin razón, la unánime cantidad de comentarios ha provocado que Paramount y el director del film, Jeff Fowler, anuncien su retraso hasta que se cambie el diseño de Sonic, por uno que garantice su fidelidad al original.

¿Pasará esto con el nuevo modelo de Terminator con el que pretenden sorprendernos, por enésima vez, los productores de la saga?

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