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Exposición

Los platos rotos de Elena Jiménez

Elena Jiménez nos muestra una visión de la memoria, con la referencia constante a las imágenes clásicas del arte, desde la conciencia del presente, desde el conocimiento de su realidad

Obra de Elena Jiménez. INFORMACIÓN

Es importante, para la cultura de nuestra provincia, realizar un seguimiento de la trayectoria artística de nuestros creadores, en este caso, de Elena Jiménez, artista alicantina de impacto nacional, con importantes premios en su haber, inscrita desde sus inicios en un concepto de modernidad que analiza, desde la vivencia íntima, la transformación del objeto artístico, de su proceso instalativo, rompiendo límites entre géneros y las imposiciones técnicas, abriendo perspectivas diferentes en la gráfica.

Elena Jiménez, aunque con residencia en Madrid, ha mantenido siempre vínculos con Alicante, con sucesivas exposiciones que nos han mostrado las claves de su pensamiento. Siempre desde un posicionamiento marcado por el eclecticismo, de manera casi innata, Elena se crece dando una nueva visión a partir de las técnicas calcográficas, la transferencia de la imagen fotográfíca€, sacándolas del formato plano tradicional, en el que la impresión de las imágenes se fundamentaba tradicionalmente. Su obra marca un hito en la producción gráfica con Muestra de Agua, Premio de Grabado Generación 2001, ahora la gráfica ya puede ser tridimensional. Derriba estereotipos, tanto en los procesos técnicos como en los estéticos. En la instalación, el proceso de transformación de lo concreto, de las técnicas, incluso de la percepción o participación del espectador está presente en diferentes versiones o grados.

Una visión de la memoria, fragmentos de inolvidables imágenes como El Patizambo de Ribera, la Eva de Dürero, el retrato ecuestre del Conde duque de Olivares y la Venus, de Velázquez, el Diodumeno de Policleto, Los esponsales de Arnolfini, de Van Eyck, Le Déjeuner sur l´herbe de Manet..., imágenes extraídas de los libros de arte o de los carteles publicitarios de los grandes museos, con la inclusión de sus textos, con sus diferentes tipografías, imágenes que se introducen en el contexto urbano, o arquitectónico de interior, buscando en ocasiones la sobredimensión: la fragmentación del mundo contemporáneo, como base de nuestra formación visual y estética. Fragmentación que podemos ver en todos los ámbito de nuestro presente, cada vez con mayor presencia, en la moda, los diseños de Custo Barcelona, en el diseño de coches, en la arquitectura.

Fragmentación y superposición, la clave está en la interferencia de imágenes, independientemente del material de soporte que utilice, cerámica, platos, escayolas rotas, telas, vidrio, aluminio, superficies reflectantes. En No puedo decir que no he roto un plato, su última instalación, la sala se llena de fragmentos de escayolas, platos rotos, bases cerámicas deformadas, evidenciando la flexibilidad del material previo a su cocción, soportes de estas imágenes fragmentadas, un volcado como evidencia de un derribo o de una excavación, con el pico y la pala de testigos de este trabajo, una acción que nos habla de la pérdida que el arte conlleva en su propio concepto. De muchas de las grandes culturas, solo nos quedan sus ruinas. Elena realiza una reflexión sobre el tiempo como destructor de la obra y creador de otra, ahora como indicio de un tiempo olvidado que buscamos reconstruir, siendo inevitable la interferencia de la visión de la contemporaneidad en esta lectura de la historia.

Incluso la transgresión que hace de los métodos calcográficos nos habla de ese proceso de creación de nuevas imágenes, de nuevos conceptos, que nos vinculan a este pasado a través de los trozos rescatados, conservados en nuestra representación de la cultura universal. La gráfica experimental nos remite al proceso de impresión de la imagen, y recurre al objet trouvé, al objeto como imagen, impresión, fragmento de una cultura, de un proceso. Elena nos habla de la memoria y del paso del tiempo, de nuestra manera de concebir la imagen, de su proceso de creación, de análisis, porque creamos imágenes a partir de imágenes. Y en la instalación descubre el arte, reflejo de una cultura, como algo efímero, el paso del tiempo lo destruirá, de nuestro tiempo solo quedarán trozos de imágenes, objetos, materiales, imágenes inconexas que alguien deberá unir, como en una investigación arqueológica, para descubrir qué hemos sido, para buscar las respuestas a su presente. Una revisión de la historia, un ejercicio de nuestra memoria fragmentada que busca de sentido.

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