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Alberto Celdrán: «Hago teatro para construir una sociedad mejor»

Lleva una vida entera consagrada al teatro, a la narración oral y a hacer que los más pequeños tengan un espacio para soñar despiertos

Alberto Celdrán en una actuación. INFORMACIÓN

Alberto Celdrán García era un niño tímido, pero con apenas 8 años en el Liceo Francés probó el veneno del teatro en un pequeño recital de García Lorca y desde ese momento no ha parado nunca. Su formación continuó en la Universidad de Alicante donde junto con unos amigos crea la compañía amateur El Público, que luego pasará a llamarse Diàlegs Teatro y participan en Alicante a Escena, actúan en los parques de Alicante…

Más tarde entra a trabajar en Afema Alicante, asociación de familiares de enfermos mentales de Alicante. «Yo quería aportar algo diferente a la asociación y empecé con un taller de teatro formado exclusivamente con personas que sufrían enfermedad mental. Tras 5 años de trabajo llegó el momento de mostrar el trabajo en público. Fue un proceso bonito pero duro».

A partir de ese momento, Alberto decide dar un paso más allá en el proyecto. Hasta el momento sólo había trabajado como actor y docente, pero decide tomar las riendas de la dirección actoral y escénica, y crea Locos por el Teatro una compañía teatral que empezó a integrar a personas sin diagnóstico y acabó siendo una compañía mixta.

Locos por el Teatro tuvo 15 años de trayectoria, viajando por España y Europa, aprendiendo mucho y cogiendo el gusto por la dirección, aunque nunca ha dejado de actuar.

Diàlegs Teatro evoluciona y se convierte en Espacio Negro, Arte y transformación social. «Nos dimos cuenta que lo que hacíamos en Locos por el Teatro se podía replicar para trabajar con otros colectivos: tercera edad, mujeres que habían sufrido violencia de género, personas privadas de libertad en Santiago de Chile,…»

«Fueron unos años agotadores, de mucho trabajo organizativo, actoral, de dirección… y mucha gira: Europa y Latinoamérica». Con la llegada de dos nuevas criaturas a la vida familiar de Alberto, decide tomarse un descanso.

Tras dos años dedicado casi por completo a la crianza, la dirección y el objetivo artístico cambia: «Cuando quise retomar mi trabajo teatral, estaba tan sumido en mi faceta de padre, tan preocupado por el teatro que hablaba a los niños, que decidí ser parte activa. Entonces creamos la actual compañía en la que trabajo: Fábrica de Paraules, una compañía que se dedica exclusivamente a la infancia. Hago teatro para crear una sociedad mejor, para que llegue a la comunidad».

Seis años lleva la compañía en marcha y además han creado una escuela de teatro y títeres para niños. Empezaron con 5 niños y ahora son 75 desde los 18 meses a los 17 años.

La temática de los espectáculos que crean y producen siempre tiene un mensaje profundo. «El primer espectáculo hablaba sobre la enfermedad mental para que llegara a los niños». Luego llegará Los cuentos del Baobab un espectáculo que nos acerca a África, ese continente del que venimos a nivel cultural, que tenemos tan cerca y nos resulta tan desconocido. «La tejedora de versos el penúltimo espectáculo de la compañía recupera la memoria de las mujeres de los años 30 y 40. Mujeres solas que lucharon por salir adelante».

El último espectáculo Soñando el mundo viaja al mundo de la narración oral tradicional de otros países y culturas, como una herramienta de acercamiento intercultural y aceptación de la diversidad.

«La decisión de dedicarme por entero al teatro para la infancia nace de la necesidad de intentar aportar algo diferente. Durante un tiempo sentí que lo que se creaba para los niños partía de una mirada totalmente simplificada, tomándolos por seres nada inteligentes, con una sensibilidad extrema malentendida, que hacía imposible tratar temas peliagudos o complejos por miedo a que sufrieran o no lo entendieran. Eso me daba mucha rabia, ir a ver un espectáculo infantil con colores planos cuando la vida está llena de matices».

«Nosotros no trabajamos sólo para los niños, sino también para los adultos que los acompañan. Queremos que se sienten interpelados y que algo les remueva por dentro. Que quieran rescatar al niño interno que todos tenemos».

Pero a Alberto todavía le quedan fuerzas para más proyectos. Desde hace tres años es el director artístico y programador del festival de teatro para la infancia de Sant Joan d’Alacant Petit Teatre. «Al conectarme con muchas compañías de todo el territorio nacional, veo que hay mucha gente con mucha sensibilidad, que arriesgan y crean espectáculos que tocan la fibra con el máximo respeto y con mucho cariño. En ese aspecto, las cosas están mejor».

Pero cuando hablamos del estado de la profesión en nuestra provincia, todavía queda mucho por hacer: «Faltan espacios de exhibición y de creación. Las compañías no tenemos espacios de residencias artísticas, no tenemos la oportunidad de estrenar un espectáculo varios días consecutivos para que crezca y se consolide. El mercado está copado por los distribuidores que parapetan mucho el trabajo de compañías independientes».

«Es necesario seguir luchando para cambiar el modelo provinciano de Alicante, con proyectos que tengan un impacto real en el desarrollo de la sociedad. Hacen falta planteamientos políticos a largo plazo. No sirve de nada crear una propuesta que dure 2 o 3 años. Hace falta tiempo para que las cosas se consoliden».

Los referentes teatrales en el trabajo para la infancia a nivel nacional para Alberto son La Rose Teatro, Arena en los bolsillos, Marie de Jongh, Periferia Teatro, Los titiriteros de Binéfar…

El 7 de junio se clausura el festival anual de Petit Teatre con la compañía granadina La Maquiné. Es una oportunidad única para disfrutar y apoyar este proyecto tan bonito, como todo lo que hace Alberto. No se lo piensen. Vayan al teatro, con sus hijos, con sus amigos, con sus familiares…No pierdan de vista a este creador comprometido y sensible. No les defraudará.

HAY QUE VER

Historia de una semilla, de La Maquiné. Viernes 7 de junio, 18 horas, Casa de Cultura de Sant Joan d’Alacant.

El espectáculo es una reflexión sobre los abusos que sufre el medio ambiente a manos del ser humano contado a modo de fábula poética, con una sensibilidad y un sentido del humor que hace que esta obra sea más eficaz que muchísimas campañas ecológicas. La música, los títeres y las proyecciones forman un conjunto escénico cargado de simbolismo y ternura que transmiten valores de solidaridad y respeto al medio ambiente como un valor imprescindible de época en la que vivimos. Un espectáculo para público familiar que no os podéis perder.

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