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El falso asesinato de Neruda

El falso asesinato de Neruda

El guardaespaldas de Fidel. Crónica de un asesinato imaginario es una obra pequeña pero contundente en la que Bernardo Reyes, biógrafo, poeta y familiar directo del nobel chileno desmonta el enésimo intento de convertir en espectáculo la muerte de su tío abuelo. Testigo directo de los hechos, Reyes aporta pruebas y documentos y reprocha los dobles raseros con los que se miden la ética y el respeto cuando se puede sacar rédito económico y político del fallecimiento de un personaje público. Después de tres entierros, ese pobre cuerpo maltrecho que escribió los más hermosos versos de amor merece descansar en paz.

Aterriza en mis manos un libro pequeño y contundente llegado directamente de Santiago de Chile y ahora, recién publicado en España por Ril editores. El guardaespaldas de Fidel es la crónica de un sinsentido narrada por el escritor, poeta y biógrafo de Pablo Neruda Bernardo Reyes, que es además uno de los pocos familiares directos todavía con recuerdos del nobel chileno. En él, trata de desmontar, con argumentos y pruebas contundentes, la falacia sobre el asesinato de Neruda. Es el último capítulo de una biografía que entre unos y otros se niegan a cerrar. Desde fuera, la sensación es la del cítrico exprimido hasta sus postreros estertores para lograr gotas de inmensa amargura.

La última exhumación practicada al cadáver del vate chileno, una de las figuras literarias, sociales y políticas más relevantes del cono sur, se basó -según se ha podido constatar- «en los delirios de grandeza» de un testigo que tardó más de 30 años en narrar su versión. Se trata del tipo que ocupó el puesto de chófer de Neruda entre finales de marzo de 1973 hasta el 23 de septiembre de ese mismo año, fecha del fallecimiento del poeta. Si el lector pasa por alto el hecho de que apenas se conocieron durante cinco meses, la versión podría parecer incluso verosímil. Podríamos, incluso, creer que la relación entre ambos hubiese sido poco menos que la de un padre y un hijo o, aún más estridente, la de dos amantes ocultos.

Argumentos contradictorios, versiones contrapuestas que algunos quisieron convertir en novela policíaca queriendo encontrar presiones e incluso convertirlas en fruto del pánico persecutor que hubiese sufrido el personaje al haber sido la única persona que, con sus desarrolladas dotes detectivescas (léase en tono sarcástico), fue capaz de descubrir la trama de uno de los magnicidios más importantes del siglo pasado.

Nada más lejos de la realidad. En su libro, Reyes se muestra firmemente contrario a teorías conspiranoicas y magnicidios silenciados. El guardaespaldas de Fidel deja entrever los celos patológicos hacia Matilde y tal vez, para mentes malpensantes (teoría que, a mi juicio, no parece muy descabellada) un cierto enamoramiento del chófer hacia el poeta. El libro, pequeño pero robusto, invita a recurrir a otras fuentes para poder contrastar las informaciones e incluye referencias de apoyo que resultan bastante contundentes.

Cabría preguntarse, por tanto, ¿cuánto tiempo más y cuantas gentes más seguirán viviendo su vida únicamente a costa de destripar lo que hizo, lo que vivió o lo que murió el poeta? ¿Por qué tanta credibilidad a argumentos tan débiles? Lean, reflexionen y tamicen. Tal vez hubiese sido fantástico si hubiese quedado en argumento de novela pero, y ahora, ¿Quién se encarga de resarcir el daño? Sí, «como un naufragio para adentro nos morimos», decía Neruda, pero, ¿cuántos entierros más sufrirá ese pobre cuerpo maltrecho antes de poder descansar para siempre?

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