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El arte local

Este mes de febrero ha venido definido con mayor intensidad por lo que supone la exposición de tres artistas de trayectoria indiscutible

El arte local

Este mes de febrero ha venido definido con mayor intensidad por lo que supone la exposición de tres artistas de trayectoria indiscutible, con un arduo trabajo a sus espaldas. Mónica Jover, Cayetano Ferrández y Jesús Zuazo, estos dos últimos en las diferentes salas del MUA, y Mónica Jover en la Casa Bardín. Cada uno de ellos lleva más de veinte años dedicados a la investigación en el campo de la pintura, la imagen fotográfica, la instalación.

Esta confluencia no es casual sino más bien producto de las condiciones expositivas de los diferentes centros que aspiran mostrar a los artistas de la provincia. Intentando dar visibilidad a un contexto cultural, artístico del que irremediablemente estas instituciones forman parte activa, aunque no sean muy conscientes de ello. En estas diferentes muestras de estos tres artistas que tienen como premisa la contemporaneidad, la experimentación que busca el lenguaje contemporáneo, podemos apreciar la quiebra, o una serie de contradicciones, de falta de conexión, entre lo que estos artistas tratan de transmitir y las condiciones que las instituciones promueven para que estos discursos se integren en un debate crítico que al mismo tiempo que comunica sea una retroalimentación para el propio artista. Qué es ser contemporáneo, término de difícil definición, qué es lo contemporáneo, simplificando, podríamos decir que es encontrar un lenguaje contemporáneo, un lenguaje que nos hable de la contradicción existente en esa difícil armonía entre las formas y las ideas que subyacen en ellas, entre la obra de la sociedad, del individuo y la cobertura que le da la institución encargada de representarla. Todo es contemporáneo, si nos limitamos a lo que se hace en nuestro tiempo, pero si nos referimos a cierta modernidad, a qué nos referimos, y quién ha acuñado los criterios de definición, las galerías, museos?. No es nada preciso, porque en ese concepto de contemporaneidad puede entrar todo, la pintura, la instalación, la fotografía, la escultura, el video, todo lo que una sociedad crea, experimenta y es capaz de asimilar, porque los centros culturales les dan el espacio y las condiciones para que sean obras contrastadas, debatidas, asimiladas o rechazadas.

Quizá lo más interesante de estas tres muestras sea el deseo de intentar caminos en la experimentación contemporánea, hacer un arte que se corresponda con esa contemporaneidad. Los criterios de juicio también los tenemos en el análisis del lenguaje empleado, la pintura, la imagen fotográfica. En estos tres artistas tenemos muy buenos pretextos para iniciar un debate sobre la experimentación plástica contemporánea, experimentación que basándose en los lenguajes de la tradición busca mostrar sus contradicciones, su inadecuación para manifestar el espacio contemporáneo, lo que es una búsqueda constante. Si nos detenemos en los pintores, Jover y Zuazo, nos encontramos en sus obras con importantes estudios de determinados referentes pictóricos, en las que se debaten entre la figuración y la abstracción, descifrando el lenguaje de la pintura, el espacio que delimitan las líneas, las manchas, la mimesis o no, la invención de la realidad, de la visión. La tradición del collage desde Picasso, o de la abstracción desde el referente real, tan definitiva para la pintura contemporánea, desde Monet y sus nenúfares, a Pollock, en la acción gravitatoria de su propio movimiento, el de sus manos y pies sobre la superficie pictórica. Aquí podríamos hablar de materiales y técnica, en esa relación primordial de naturaleza y cuerpo. Pasando por Cezanne, la fragmentación geométrica, por Matise, por la reivindicación de la línea como diseño, creadora de formas con una historia de significado detrás de ella, como un significado que el consenso ha unido a un significante. La fotografía, la imagen del paisaje tal como la retiene nuestra retina cultural, se introduce en la pintura, de manera personal en cada uno de estos pintores, buscando al mismo tiempo una estructura que unifique los diferentes discursos.

La experimentación conlleva un riesgo, pues implica introducirse en terrenos no recorridos previamente y solo un contexto favorable, un contexto crítico puede promover obras de verdadera experimentación. Si no se crea este contexto, el artista busca igualmente el reconocimiento social y se debate entre su afán y vocación de experimentación y una preocupación porque el resultado de la obra sea admitido, por lo que hay una contradicción en si misma. En cada uno pesa la tradición de su formación, sus modelos. Investigación sí, pero hay un cierto freno, en cuanto se dirige a un público con un gusto asumido. Lo que plantea un obstáculo en el camino hacia la modernidad.

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