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Salvem l'Ideal

La plataforma Salvem l'Ideal tiene todas mis simpatías. La presencia de este grupo de alicantinos empeñados en rescatar el antiguo cine para convertirlo en un centro cultural muestra que la indiferencia no se ha adueñado por completo del alicantino. Debemos alegrarnos de que aún queden personas preocupadas por su ciudad y dispuestas a pelear por ella. La mala política local ha arruinado Alicante; por fortuna, aún quedan grupos de resistencia que nos ayudan a mantener la esperanza.

El objetivo que se ha propuesto Salvem l'Ideal es difícil de cumplir. Ya he escuchado voces que lo descalifican por utópico. Es un proyecto difícil, sí, pero no imposible. Quienes tenemos una cierta edad, hemos visto como proyectos que en su día se juzgaron imposibles son hoy una espléndida realidad. Cuando, cincuenta años atrás, se habló de convertir el Centro de Estudios Universitarios en una universidad, se dijo que tal cosa era imposible. Palabras muy parecidas escuchamos cuando los vecinos de San Juan y Muchamiel pidieron que se soterrara la autopista que hoy cruza su territorio. La historia nos enseña que hay cosas que son imposibles hasta que dejan de serlo. Si el propósito de Salvem l'Ideal -rescatar el edificio- está claro, más difícil resulta saber qué se pretende hacer con él. ¿Qué uso deberíamos darle al edificio si pasara a manos de la ciudad? La propuesta de convertirlo en un espacio multicultural resulta un tanto evanescente, inconcreta. Un espacio multicultural es todo y es nada, es decir, depende de cómo se organice y funcione. Dedicarlo, como he leído en la prensa, a las asociaciones musicales un día, otro a los grupos de teatro, el siguiente al cine, etcétera, no pasa de ser -si se me permite decirlo- un esbozo sin consistencia. Cuando uno solicita una cantidad importante de dinero, debe llevar un buen plan de negocio bajo el brazo; de otro modo, estaríamos haciendo un brindis al sol.

Recuperar el Ideal no es barato, porque la operación no culmina con la compra de la propiedad: el cine es un cascarón vacío y habría que construir un nuevo edificio para el uso que se pretenda. Después, claro está, habrá que dotarlo de presupuesto y darle un contenido. Sin una buena administración, estos proyectos fracasan al cabo de un tiempo. Las propuestas que hemos escuchado a Salvem l'Ideal nos dan la impresión de que no han entrado en estos asuntos. Lograr cinco mil socios que apoyen la empresa es, sin duda, un deseo extraordinario, pero no sabemos cómo se llevará a la práctica.

Me gustaría plantear una última cuestión: ¿necesita Alicante otro espacio cultural? ¿No deberíamos dar un uso efectivo a los centros que ya posee la ciudad? Con la excepción del MARQ, nuestros museos no cumplen con su función por falta de presupuesto; nadie sabe hacia dónde se dirige Las Cigarreras; en cuanto a la sala de la Lonja, ignoramos a qué se dedica... Y, ¿qué decir de los centros dependientes de la Consellería de Cultura? Queda mucho trabajo por hacer.

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