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Actuando en un polígono industrial

Las políticas de veto, establecidas durante la etapa del PP en la Comunitat Valenciana contra algunos artistas incómodos, se han vuelto en muchos casos contra sus propios impulsores, multiplicando la repercusión artística del personaje al que se quería castigar. El caso más paradigmático de este efecto boomerang ha tenido a Xavi Castillo como protagonista principal. El propio actor expresa su sorpresa por este fenómeno: «Cada vez que me prohibían en un ayuntamiento del PP, como el de Xàtiva, surgían colectivos sociales o festeros de la localidad que montaban por su cuenta mis actuaciones, que al final se llenaban de público. Se creó una especie de circuito alternativo. He presentado mis montajes en casals falleros, en asociaciones vecinales y hasta en naves de polígonos industriales».

La persecución del PP a Castillo es un claro ejemplo de la falta de efectividad de los métodos más toscos de censura. Durante muchos años, los espectáculos de este actor han acabado convirtiéndose en auténticos actos de reafirmación cívica para aquellos sectores de la ciudadanía más críticos con la gestión de la Generalitat y de los ayuntamientos populares. A través de su figura se canalizaba un malestar general, convirtiendo sus actuaciones en un singular ritual en el que se mezclaba el humor y deseo de un cambio político en la Comunitat Valenciana.

Tras esta etapa de «resistencia» y con la llegada de un gobierno de izquierdas a la Generalitat, Castillo ha regresado a los circuitos oficiales, actuando en los grandes teatros públicos de Valencia y Alicante y abriendo colaboraciones con la radio y la televisión autonómicas recién resucitadas tras el cierre de Canal 9. En este nuevo panorama, el artista mantiene su potente espíritu crítico, consciente de que es su seña de identidad, la marca de la casa de un teatro potente y provocador.

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