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Literatura a ritmo de jazz

El escritor Antonio Tocornal presenta en La noche en que pude haber visto tocar a Dizzy Gillispie una interesante y singular propuesta literaria

Antonio Tocornal, recogiendo el Premio Vargas Llosa hace un año.

La noche en que pude haber visto tocar a Dizzy Gillispie, novela galardonada con la XXII edición del Premio de Novela Mario Vargas Llosa, reúne una serie de características que la convierten en una interesante y singular propuesta narrativa. Su autor, el gaditano Antonio Tocornal, no presenta una biografía literaria demasiada extensa, pero sí es significativa en lo que se refiere a premios y reconocimientos. No obstante, sí hay un elemento en su devenir vital importante para entender esta novela: sus estudios en Bellas Artes y los siete años que vivió en París dedicado a las artes plásticas. Con este punto de partida, el lector obtendrá alguna de las claves que hacen de La noche en que pude haber visto tocar a Dizzy Gillispie un relato confesional que sin embargo trasciende esta frontera.

La novela cuenta los acontecimientos que le sobrevienen al protagonista en un arco temporal de doce horas, entre las seis de la tarde y las seis de de la mañana del París invernal de finales de los años ochenta. Si bien el imaginario colectivo vincula la bohemia artística parisina con el primer tercio del siglo XX, la ciudad francesa ha mantenido el status de refugio para los artistas plásticos y el modo de vida que representan durante mucho tiempo. Estamos, por tanto, ante un fresco de situaciones y personajes que se mueven en el territorio del arte y sus aledaños, de perdedores en su mayor parte que a través de una serie de estampas van relacionándose y definiendo una trama argumental.

El trazo caricaturesco que imprime el autor a esa radiografía sentimental de un tiempo y de un lugar tienen su plasmación en una escritura ágil y rítmica, que se lee con la cadencia y los planteamientos de una pieza de jazz, que actúa como telón de fondo de una historia con muchos alicientes y matices. Las situaciones, en muchos casos esperpénticas, son tratadas no obstante con un humor benévolo y con dosis de ternura, la ternura que ofrece la mirada nostálgica de un narrador que regresa, treinta años después, a una noche que pudo haber cambiado su vida, que cambió su vida.

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