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Jardines de cine

Marienbad.

Tras leer el extraordinario libro de Santiago Beruete, Jardinosofía, Una historia filosófica de los jardines (Turner, 2016), propongo al espectador un breve recorrido a través de diferentes tipologías de jardines cinematográficos. Aunque nuestro autor no se adentra en esta cuestión, sí que aborda en uno de sus capítulos «una historia de las plantas en la ciencia ficción», con referencias a películas como La invasión de los ladrones de cuerpos o El incidente. Pero antes detengámonos en su idea filosófica del jardín. Sostiene Beruete que el jardín constituye un antídoto contra el nihilismo disgregador en la medida que encarna espacialmente nuestra búsqueda de la felicidad, un lugar bello, saludable y eutópico donde realizar el ideal perseguido. Los jardines colman nuestra nostalgia del paraíso e inspiran nuestras expectativas utópicas.

Curiosamente, la primera película que se realizó en la historia se filmó en un jardín. Con La escena del jardín de Roundhay (1888), el inventor francés Louis Le Prince se adelantó en dos años a Edison y en siete a los Lumière en la creación de las primeras imágenes en movimiento. Con una duración de poco más de segundo y medio, fue rodada en el jardín de la casa de sus suegros en Leeds. La propia vida de Le Prince podría dar lugar a una fascinante novela sobre los orígenes del cinematógrafo, pues desapareció en extrañas circunstancias cuando se disponía a presentar su patente en Londres.

El jardín geométrico francés adquiere un protagonismo simbólico en El año pasado en Marienband (1961). La película de Alain Resnais fue rodada en el jardín y el palacio de Schleissheim. Un hombre persigue a la sombra de una mujer en un jardín onírico. La voz en off se refiere a un «jardín confortable y ordenado, primorosamente cuidado, con rectos senderos por los que pasean juntos, un día tras otro» la pareja protagonista. El estilo formal, geométrico, cartesiano y mecanicista, inspirado en el ideal barroco de infinitud de André Le Nôtre (Versalles), creo que es plenamente reconocible en el jardín filmado por Resnais. La extraña mujer deseada por el protagonista deambula como un espectro inalcanzable a través de arbustos, estatuas y estanques ornamentales. La imagen del deseo aparece eternizada en ese jardín petrificado, al igual que la vida apresada en el tiempo cinematográfico.

El cine de Jacques Tati ofrece una mirada cómica y crítica sobre el jardín propio de la ciudad moderna, racionalista e industrializada. La vivienda automatizada de Mi tío (1958) posee también un pequeño jardín minimalista con setos geométricos y una fuente mecánica con forma de pez. Frente a ese jardín geométrico y deshumanizado, Tati muestra otro paisaje más vivo y desordenado, que incluye solares y descampados (terrain vague), en tanto que espacios que escapan a la lógica utilitarista y mercantilista.

Tras analizar el jardín geométrico francés, Beruete desarrolla la filosofía del jardín inglés: más «paisajista, irregular, desgeometrizado y pictórico» que el francés. Un ejemplo paradigmático lo hallamos en Blow up (1966). La película de Antonioni se rodó en el jardín londinense de Maryon Park. Este parque, que imita la campiña británica, somete al protagonista y al espectador a una duda perceptiva respecto a lo realmente sucedido en un rincón del mismo.

Beruete nos recuerda también que el jardín cumple una función terapéutica: «estimula los sentidos, serena la mente y sana el corazón maltrecho». Inspirándose en el jardín de Epicuro, aquel en cuya puerta podía leerse la inscripción «Huésped, aquí estarás bien, aquí el bien supremo es el placer», el cine ha cultivado también sus propios jardines terapéuticos. El jardín como refugio de serenidad y amistad aparece en Conversaciones con mi jardinero (Jean Becker, 2007), donde hallamos el contraste entre dos miradas sobre el jardín: la de un pintor (apodado «Del pincel») que idealiza lo que ve y la mirada funcional, pero no exenta de poesía, con que el jardinero («Del jardín») trabaja la tierra. Dejo en manos del espectador el cultivo de otros jardines cinematográficos que quedan fuera de estas líneas: Bienvenido Mr. Chance, Eduardo Manostijeras, E l jardín secreto, A nother year,?

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