Con la música quería retratar que la película «es un diálogo entre la isla y Jan» -personaje principal de Fishbone interpretado por la alicantina Saida Benzal, galardonada con el correspondiente a la Mejor Actriz en los Premios del Audiovisual Valenciano-. La historia de la cinta es en esencia la de Jan, quien trabaja como cocinera en Nueva York y regresa a Tabarca tras enterarse súbitamente de la muerte de su padre. Así se reencuentra con un pasado que había decidido apartar, mientras iba escalando a nivel profesional.
Saber acompañarte de grandes profesionales también es arte. El tratamiento musical en la filmografía del cineasta alicantino Adán Aliaga tiene su sello particular. En esta parcela, el alma que le confiere el compositor Vincent Barrière, que cuenta con más de 30 trabajos entre cortometrajes, documentales o películas, y con el que lleva uniendo su labor creativa y profesional desde hace muchísimos años, es más que evidente. Barrière es también el aliado del director de San Vicente del Raspeig en Fishbone, su última película, que se ha estrenado este mes de noviembre en Alicante y que fue rodada entre la isla de Manhattan y la isla de Tabarca.
En Fishbone, resume el compositor Vincent Barrière, la idea era «darle voz a la isla» imprimiéndole una dimensión como de cuento en una historia en la que todo gira en torno a Tabarca y Jan. Totalmente conectadas. Por ejemplo, la isla está en paz cuando Jan ha tomado una decisión determinada en su camino vital. Y se nota en el tratamiento musical. En definitiva, el «tono de la música era consecuencia de las acciones de la protagonista». Y añade: «Era un trabajo un poco de funambulismo, porque queríamos darle este toque de magia pero sin pasarnos».
Vincent Barrière y Adán Aliaga saben que la música tiene el poder de reforzar la narración y llevar la historia al siguiente nivel. En Fishbone, la banda sonora te envuelve en cada momento. Y es con una declaración de intenciones con la que arranca esta nueva película de Aliaga que es candidata a la 33ª edición de los Premios Goya en 17 categorías. Inicialmente, el leit motiv, recuerda Vincent Barrière, iba a empezar en Nueva York. Pero Adán lo movió y lo puso en la ensoñación. Y ello marcó el resto del tratamiento.
Que la música vibre como el mar
En Tabarca, paradójicamente, «lo que prima -pone de relieve-, es la inmensidad». Estar rodeado de mar y de cielo. Y la música con los «colchones de cuerda» quería acentuar esa perspectiva. Es, explica, como las olas del mar, que parecen uniformes si las miras desde lejos. Pero, si te acercas, puedes vislumbrar destellos de luz, brillos, texturas? En el proceso creativo, lo materializó en una mezcla de cuerdas y de sonidos electrónicos, siempre tocando las cuerdas «con textura. Que vibren como vibra el mar».
Siendo una instrumentación más clásica que la de otras películas de Aliaga, aunque no utilizada de manera clásica, la idea de utilizar las cuerdas es muy cinematográfica y, según recuerda, en El Arca de Noé también estuvieron experimentando con ellas, ya que «las cuerdas le dan una amplitud muy interesante, en contraste con este espacio tan pequeño que es la isla».
En este sentido, también querían transmitir que islas como Manhattan o Tabarca, pese a sus enormes diferencias de tamaño y carácter, conectan por la alienación o por la soledad que uno puede sentir y que te llevan directamente a la introspección.
La música en Fishbone tiene también «este toque un poco hipnótico», confiesa el compositor francés. Por ejemplo, todos los momentos de la película que tienen ese punto de misterio o de fantasía están sostenidos por la parte musical. Te mantienen en tensión con la trama. Y en Fishbone, en la que casi la mitad de la película está musicalizada, te envuelve desde el minuto uno.
