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Diego Moon: «El teatro no es parte de la diversión en Alicante»

Lleva cuatro años viviendo y trabajando en Alicante. Una persona llena de optimismo y ganas de contribuir a la cultura de la provincia

Diego Moon en la obra De la gaseosa al champán.

Diego Moon nació hace 37 años en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aries, Argentina. Diego desde muy pequeño, apenas con 8 años ya estaba trabajando en el teatro con la compañía de comedia musical infantil Los saltimbanquis. «Fue una experiencia maravillosa, hacíamos doble función diaria durante la temporada». Fue creciendo y siguió formándose, en la escuela Arte Estudio y en La escuela de teatro provincial de Bahía Blanca-Buenos Aires en 2003, donde recibe una formación completa como actor. Sigue formándose en el teatro de comedia musical y trabaja en su ciudad, en localidades vecinas, Chile? hasta que a los 33 años decide salir de su país y empezar una nueva aventura: «La gente en España da por sentado que me vine por la crisis, pero no es así. En nuestra profesión vivimos un poco al margen de los ciclos económicos, siempre estamos en crisis? Necesitaba salir, conocer mundo y crecer como artista».

Recién llegado, en julio de 2014, su primer trabajo fue como estatua viviente en el puerto de Alicante. «Recuerdo esa experiencia como algo positivo, que me hizo aprender mucho. La ciudad me recibió muy bien y fue un verano estupendo. Con lo que gané pude pagar mi primer alquiler, viajar un poco? establecerme en la ciudad»

Al poco tiempo ya empezó a conocer a varios artistas del mundo del teatro under, como él lo llama: Manuel de la Dueña, Vera Lebrón, Ricardo Pastor... y en enero ya estaba trabajando con la compañía alicantina de teatro de calle Carros de foc. «No tengo más que palabras de agradecimiento para la gente de esta ciudad. Aquí he tenido oportunidades que estoy seguro que en Madrid o Barcelona no hubiera tenido jamás. Nada más llegar, tener la suerte de trabajar y viajar con esta compañía fue fantástico».

También fue el productor del festival Erótica Alicante realizado en El Disparate, espacio de creación, formación y exhibición del que fue socio. «Fue algo muy grande para mí. Logramos montar un evento con artistas de muchas disciplinas que hicieron algo muy especial».

Ha participado como actor en el corto Eones de Yolanda Berenguer y Jesús Torregrosa, una producción alicantina que ha sido seleccionada en varios festivales estatales.

Ha trabajado como actor y director en varias compañías alternativas de la ciudad y también creo la suya propia: La Meta - Punt creatiu con la que ha estrenado diversos montajes. Actualmente el espectáculo que tiene en cartel es Tres intrépidos intérpretes. Un show de impro que podréis ver en diferentes salas de la ciudad este otoño.

Diego es un luchador lleno de optimismo. «Siempre que he montado algo, actuado con alguna compañía, ha respondido el público muy bien y estoy contento».

Cuando le pregunto por qué el teatro no es un referente en Alicante, Diego hace dos lecturas: «Creo que el clima y la gran oferta de bares hacen más difícil meter a la gente en una sala para ver teatro. Lo que yo percibo es que en esta ciudad la cultura no forma parte de la diversión y eso es un problema».

«Por otro lado, hay mucha gente que tiene miedo al arte. Miedo a no entenderlo, a ir y que no le guste, miedo a decir que no lo entendió? Pero a pesar de eso, hay muchos que vienen y repiten y creo que la cosa va creciendo poco a poco».

Diego ha vivido el cambio de gestión en el Teatro Principal y en el Teatre Arniches: «Tengo entendido que ahora esos espacios se han abierto para las producciones locales y eso es una maravillosa noticia. Ahora existe esa posibilidad, aunque no sea fácil, y espero que eso vaya a más. Al fin y al cabo las compañías locales somos las que creamos cultura en esta ciudad».

«Alicante, como ciudad turística podría apostar más por la cultura, estoy seguro que el visitante tiene ganas de divertirse y ver un buen espectáculo». Y hasta aquí la entrevista con un artista que nos ofrece una mirada diferente. Una mirada foránea pero con un pie en la terreta. Una persona generosa, agradecida y llena de esperanza. Sólo me queda desearle todo lo mejor.

Y a vosotros, lectores, emplazaros a seguir esta sección en septiembre.

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