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Un futuro prometedor

¿Llegará el Principal a convertirse en ese gran teatro que Alicante necesita? Yo espero que sí, pues es mucho lo que nos jugamos en ello. Para la ciudad, una cultura potente puede resultar tan estimulante como el mejor plan estratégico. En cualquier caso, las cuentas que el teatro presentó a los accionistas, semanas atrás, van en esa dirección. El resultado económico del ejercicio es positivo, y el número de espectadores ha aumentado. Aunque las cifras son todavía modestas, dan motivo para la esperanza.

Hace un año, en las cuentas del 2016, el Principal tuvo un déficit que superaba los trescientos mil euros. La cantidad asustó a todo el mundo y puso en juego la continuidad de Francisco Sanguino como director. Se consideró que su proyecto para el teatro no era el más adecuado. Afortunadamente, los propietarios, tanto el Ayuntamiento como el Banco de Sabadell, mostraron buen sentido y se impuso la prudencia. Fue un acierto. En contra de lo que algunos piensan y se ha puesto de moda, la cantidad no puede ser la única manera de medir el valor de un teatro.

La gran noticia de la temporada, que toda la prensa ha comentado, ha sido la entrada de la Generalidad Valenciana en la propiedad del Principal. Se pone fin de esta manera a una injusticia que los alicantinos padecíamos desde hace años. A partir de ahora, el teatro dispondrá de un presupuesto suficiente para su gestión, y habrá que ver lo que Sanguino hace con ello. De momento, esperemos que las obras de mejora previstas para este verano se hagan con acierto y el Principal recupere su prestancia, que tanto necesita. En su estado actual, resultaba incómodo para los espectadores -las butacas son un verdadero tormento- y no favorecía la imagen de la ciudad.

He seguido con interés el trabajo de Sanguino al frente del teatro, desde el momento de su nombramiento. Pensaba que alguien que conocía bien el mundo de la escena, como es su caso, podría dar al Principal el cambio de rumbo que necesitaba. Soy partidario de que al frente de los asuntos culturales figuren personas con experiencia, que conozcan bien su oficio. Semanas atrás, elogiaba, desde esta misma columna, el papel que desempeña Joan Vicent al frente del ADDA. Podría decir lo mismo sobre el MARQ y sus rectores. Tanto el Principal, como el MARQ o el ADDA nos indican el camino por el que debe transitar la cultura en Alicante, si lo que pretendemos es una transformación de la ciudad.

Hay un punto, en mi opinión, que el Principal ha descuidado y debería remediar, y es la publicidad. Ignoro los motivos, pero la publicidad del teatro resulta pobre y no se corresponde con las necesidades del tiempo en que vivimos. El mundo audiovisual se ha convertido, de la mano de Internet, en el gran competidor de la cultura tradicional. Esto exige actuar de otra manera. El Principal puede convertirse en el gran teatro de Alicante y también, ¿por qué no?, de la provincia pero para que esto suceda, debemos conocer los hábitos del espectador y actuar en consecuencia.

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