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Arte

MUBAG: De Passejos Y Paisans. Porcar, Lahuerta y Varela

En Alicante estos días podemos ver dos exposiciones en el Mubag y la Casa Bardín

Tres artistas de las respectivas provincias de la Comunidad Valenciana reunidos a través de su mirada al paisaje. Como un producto de la época, los tres desarrollan este género pictórico, sin embargo sus principios artísticos son muy distintos, siendo pintores que podemos entender más por sus diferencias que por sus afinidades, sobre todo entre Varela y los otros dos. El tema únicamente no puede ser un nexo de unión, o solo para establecer las diferencias entre sus obras, ya que el resultado que puede verse es de total asintonía entre ellas.

¿Cuál es la visión de la pintura que nos propone esta comparativa? ¿Cuál es el criterio para identificar la trayectoria de Emilio Varela (1887-1951) a la de Juan Bautista Porcar (1889-1974) y Genaro Lahuerta (1905-1985)? La comparativa de autores tan diferentes conlleva cierta simplificación, sin un previo análisis de los distintos referentes e influencias de cada uno de ellos, y de cómo interpretan los intereses que ocupaban a la pintura en estos años. La pintura es un lenguaje con siglos de tradición, pero esto no significa que como público poseamos el conocimiento para su correcta interpretación.

En el diálogo con el pasado, podemos ver las claras diferencias entre estos autores. La pintura francesa, postimpresionista, los fauves, son fundamentales en la pintura española de esta época. Entre estos referentes, debemos destacar especialmente a Maurice Vlamink (1876-1958), cuyas marcadas perspectivas y parcelación del paisaje en pinceladas muy contrastadas son evidentes sobre todo en Porcar. Varela, aunque utiliza esta manera de componer en insólitas perspectivas, en algunos de sus paisajes urbanos, la lleva a otro tratamiento de la pincelada y del color. Porcar y Lahuerta participan de una factura a base de grandes pinceladas, un tratamiento de una pintura seca, buscando una dureza en el contraste que recuerdan a la composición fauvista, pero con una gama de color terroso, influencia de la pintura italiana de entreguerras y del dramatismos de la Escuela de Madrid, que intensifica la falta de sintonía, dentro de la propia obra, como un valor. Varela utiliza la vibración del color, y la luz, juega a establecer ritmos, armonías, contrastes, diversifica la pincelada y la composición. Nos hace ver, no la fórmula, sino una inteligencia que sabe cuando la pincelada tiene que ser extensa, corta, puntual, en la definición de un espacio que compone independientemente de que sea figurativo o abstracto, en cualquiera de las soluciones pictóricas que daba a las laderas o volúmenes de las montañas, al tratamiento de un muro del barrio antiguo de Alicante?.

Detrás de estos distintos conceptos de la pintura está la diferente formación de los artistas. Varela es un autor en plenitud de su propio lenguaje en los años previos a la 2ª Guerra Mundial, en los años cuarenta ya ha entendido la modernidad, la ha asumido plenamente en su obra, puede ser abstracto dentro de su lectura del paisaje, puede ser clásico y moderno como reclamaban los autores de la generación del 27. Sus composiciones, tanto como la relación del color, surgen de su propia evolución personal. Recibe la influencia de Sorolla y de la pintura francesa, pero interpreta con auténtica maestría los registros de Cézanne, Gauguin, el divisionismo que deriva de la obra de Van Gogh y de los postimpresionistas, Bonnard. Su pintura se basa en una recreación personal de las diferentes enseñanzas con las que estos pintores franceses universales dieron a la pintura un rumbo diferente, e incorporó una sensibilidad especifica en el color y en el tratamiento de la luz.

Tanto la obra de Porcar como Lahuerta, más tardías, reflejan la influencia de la Escuela de Bellas Artes de Valencia. Sin embargo en su afán de modernidad, no evolucionan desde un conocimiento de la pintura anterior, sino que asumen el impositivo de la abstracción dentro del propio paisaje, recurriendo a mayores dimensiones del lienzo y dividiendo la textura del paisaje en teselas de diferentes colores en las cuales enfatizar lo que consideraban nuevos registros.

El momento en el que Porcar y Lahuerta buscan su expresión pictórica es el de la absoluta cerrazón de un régimen franquista a los lenguajes contemporáneos. Por lo que, dentro de su tradición valenciana, tuvieron que buscar su renovación sin tener presente el verdadero sentido de esa modernidad en la pintura.

Una vez más no se sitúa a Varela en un contexto apropiado a sus valores plásticos. Proyectos institucionales como estos pueden dar la dimensión a un autor, promover su conocimiento, o sumirlo en la infravaloración de su obra. Para cuándo un estudio riguroso que sitúe a Emilio Varela en su verdadero contexto histórico y en una lectura actual de su obra.

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