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Viaje a la poesía

Cuaderno de viaje, ópera prima de Rosa Cuadrado, es una propuesta lírica honesta, de verso breve y claro, que cristaliza en una colección de poemas que suponen, al mismo tiempo, un relato y un encuentro

Rosa Cuadrado. información

Rosa Cuadrado (Alicante, 1972) publicó hace unos meses un interesante primer libro de poemas que responde al título genérico de Cuaderno de viaje (de hecho, se trata de un título que este volumen comparte con otros muchos libros; sin ir más lejos, hace aproximadamente un año la poeta ilicitana Helena Vilella publicó, con el pseudónimo de Koroa Batekin, Cuaderno de viaje. Palabras al vuelo, mensajes embotellados y otras canciones). En Cuaderno de viaje, Rosa Cuadrado deja constancia lírica de los paisajes, vivencias y emociones con que se encontró a lo largo de un viaje que se convirtió en un auténtico camino de conocimiento. Como ocurre tantas veces en la literatura, el viaje no solo supone un desplazamiento geográfico, sino también un desplazamiento hacia el interior de uno mismo.

De todas maneras, antes de adentrarnos en las páginas de esta ópera prima acaso sería conveniente presentar a Rosa Cuadrado, licenciada en Derecho que actualmente trabaja en la Universidad de Alicante. Aunque hasta ahora no había publicado su primer libro, Rosa procede de una familia repleta de poetas: su madre, Rosario Salinas (1937-2015), fue presidenta y fundadora del Grupo Poético?Literario Miguel Hernández de Alicante, donde colaboró estrechamente con Ramón Fernández Palmeral y José Antonio Charques. Rosario, además, era sobrina del poeta callosino Francisco Salinas (1909-1987), amigo de Miguel Hernández. De hecho, Rosa Cuadrado ha sido la encargada, junto a su hermana Carmen, de reunir la obra de su madre en el libro Entre poemas, donde incluye, además de la poesía, la biografía y diferentes documentos relacionados con la vida y la actividad literaria de Rosario Salinas.

Cuaderno de viaje es, en realidad, un libro de poemas y fotografías que resulta muy honesto desde su propio planteamiento. Bellamente editado por Avant, reúne una colección de veintinueve poemas breves enmarcados por dos textos en prosa en los que la autora explica el origen y la intención del volumen. Así lo plantea en la «Introducción»: «El nacimiento de un niño en la familia, a más de mil kilómetros de distancia (Álex, a quien va dedicado el poemario), marca el inicio de un inesperado viaje bajo la influencia de las lecturas de Thoreau». El viaje, que se prolongó de septiembre a diciembre de 2016, llevó a la autora a Cambridge y a diferentes lugares de Holanda.

El libro no renuncia en ningún momento a su condición de «cuaderno de viaje» en el que se registran las impresiones de la viajera, de ahí que en todos los poemas aparezca una indicación geográfica, e incluso hay uno, «El viaje entre nubes», que habla del vuelo hacia Londres. Sin duda, uno de los hallazgos son los primeros versos dedicados a «Álex», ya en Nijmegen: «Descubrir, / tener entre los brazos / el comienzo del mundo». Ahora bien, enseguida aparecen las ausencias, como ocurre en Utrecht, en los versos finales de «Nostalgia en la iglesia de San Nicolás», uno de los mejores poemas del libro («He llorado con tu recuerdo, / porque sé que eras tú / quien tocaba para mí. / Estabas allí, / has tenido que ser tú»), pero también en «A D.» de nuevo en Nijmegen («Noviembre llega / con un sol suave iluminando mi ventana. / El frío aún camina despacio / deshojando las margaritas a su paso. / Pero tú, tú todavía eres el verano»).

Rosa Cuadrado construye una poesía breve, clara, directa, en la que el verso cuenta y evoca al mismo tiempo. Así ocurre, por ejemplo, en «Irrepetible», donde recrea el tiempo que pasa escribiendo en los cafés, pero también en «Mañana de mercado», por no hablar de los poemas ambientados en Leeuwarden, como «La partida», «Habitación de hotel», «Redención» o «El río». La última composición del libro, «Los atardeceres», al igual que la primera, vuelve a situarse en Alicante.

Acaba el viaje y se acaba el cuaderno, pero los amantes se reencuentran: «Buscarán mis manos el calor de tu hoguera, / celeste llama en la tierra encendida. / Hacia ti hasta que el sol se apague, / y me pierda en la oscuridad de tu ausencia».

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