La Fundación Telefónica colabora una vez más con el MACA para traernos algunos de los autores de su colección. Integrándose en el encuentro anual de fotografía de Alicante, PhotoAlicante, nos muestran el trabajo realizado por Monserrat Soto, durante cinco años, sobre los interiores de las casas de coleccionistas de arte. Una mirada al interior de su hábitat, cuyo ambiente es definido, ¿decorado?, por la ubicación en determinados lugares de las obras de arte que han sido compradas, seleccionadas, por estos. La fotografía a estas alturas de su ya larga historia ha abierto y transitado por muchos caminos, desde el meramente documental, hasta el conceptual, el pictórico, pero también el publicitario. No podemos olvidar que las revistas de moda, de decoración, han desarrollado un importante papel en esta investigación diversa y compleja, en este recorrido multifocal que ha llevado la fotografía. El espacio de la revista es el espacio también del gusto del momento, de las prioridades del poder de la imagen. En el propio texto que acompaña la exposición se nos indica la oportunidad de contemplar este trabajo como una indagación sobre «el lugar doméstico donde habita la obra, donde la vive y disfruta su propietario, o donde luce frente a terceros- permite entrever cómo la posesión, el poder, la moda, el deseo, el gusto han configurado el sentido de cada una de estas colecciones». Pero cuestionando otra frase de este texto que afirma que el objetivo de muchas de estas obras de arte «en primer término es decorar estas estancias», objetaría que no es así. El artista realiza su obra desde un diálogo con todos los condicionantes con que la sociedad de su momento y el arte que le precede y con el que convive le interpelan.
En estas obras de Monserrat Soto, observamos una mirada no convencional al espacio interior, que diferencia du obra de la fotografía de interiorismo, se aparta de sus efectismos, aunque recurre al mismo espacio. La tradición de la fotografía contemporánea, a partir de Bernd & Hilla Becher, nos remite a una visión que rechaza la esencia que había definido la fotografía documental hasta ese momento. Los Becher plantean una mirada hacia el objeto, el espacio, la arquitectura industrial, en la que la función o valor contemporáneo de estos elementos cotidianos, temporales, han desaparecido, son imagen y esta nos remite a los universales desde su intemporalidad. La escuela alemana, Alex Hutte, Andreas Hursky, Cándida Hoffer?, han reflejado desde ópticas distintas la visión de los interiores, deshumanizados, transformados, despojados de los argumentos convencionales. Los espacios son captados con una luz que no es la propia, buscan una dimensión intemporal.
Monserrat Soto busca esa visión intemporal en los interiores de casas, mostrándonos hábitats vacíos de personas, de sus gestos, pero llenos de referencias a obras, a gustos, que implican una mentalidad: la posición de un coleccionista que quiere reflejar sus inquietudes y formas de vida, haciendo del arte su espacio. Monserrat Soto dirige nuestra mirada hacia ese espacio privado como por un marco o puerta que enmarca la imagen fotográfica, creando cierta profundidad arquitectónica en la imagen, y sitúa las diferentes imágenes como diferentes puertas por las que poder entrar desde la sala de arte a la casa del coleccionista. Un recurso que distingue ambos espacios, el privado y el público, que incide en ese contraste entre la sucesión cotidiana y la intemporalidad del arte.
