Comenzado marzo se dio a conocer públicamente el fallo anual del jurado que otorga el premio Pritzker de Arquitectura. En la presente ocasión ha sido galardonadol RCR Arquitectes, equipo formado por Rafael Aranda, Carme Pigen y Ramón Vilalta cuyo despacho se encuentra en Olot. Los tres componentes nacieron a comienzos de la década de 1960 y se titularon el año 1987 en la Escuela de Arquitectura del Vallés. Los mencionados en segundo y tercer lugar realizaron también cursos en la Escuela de Bellas Artes de Olot, de tal manera que, a la disciplina que ejercen, suman los conocimientos artísticos y plásticos para completar sus planteamientos profesionales, como se aprecia en los bocetos preliminares, con el recurso técnico de la acuarela.
Olot y su territorio se caracteriza por un entorno con naturaleza y paisaje de componentes muy especiales y singulares, con el que los tres arquitectos plenamente se identifican, analizan, captan y trasmiten en la formalización, y se aprecia en los resultados de su obra. Posición que, en cierta manera, queda próxima a las actitudes y las realizaciones llevadas a cabo por artistas de Land Art, si bien los componentes de RCR son conocedores de estar haciendo arquitectura. Al respecto, convendría recordar a Bruno Zevi quién en su libro Saber ver la arquitectura establece la condición que otorga a la disciplina. «La arquitectura no deriva de una suma de longitudes, anchuras, y alturas de los elementos constructivos que envuelven el espacio, sino dimana propiamente del vacío, del espacio envuelto, del espacio interior, en el cual los hombres viven y se mueven».
De una parte, son peculiares las denominaciones de sus trabajos proyectados y llevados o no a la realización material. En especial las viviendas familiares son designadas con los empleos, los oficios y profesiones laborales de los usuarios. Así está, Casa para un Carpintero, Casa para un herrero y una peluquera, Dos Casas para dos hermanos, Casa para un fotógrafo, Casa para un editor, o bien según el uso a desempeñar como es el Pabellón del Baño, Casa Mirador, pabellón de descanso o el lugar de emplazamiento, Pabellón en el estanque, etc. Recuerdan las denominaciones dadas por Ledoux, el arquitecto revolucionario a finales del siglo XVIII, como fueron Vivienda para los guardas del río Loue, vivienda de bailarina, Casa de la Unión, Vivienda para los leñadores, o Albergue para los guardias rurales, entre otras.
Además, está el compromiso con la naturaleza, la adquirida en su tierra natal y donde tiene establecido el despacho profesional. Territorio con numerosos volcanes geológicamente extinguidos, que otorgan singularidad al paisaje y el terreno que pisan y orientan sus trabajos. De ahí recurren a las diferentes analogías directas o bien son consecuencia de interpretaciones abstractas. Así los bosques, el agua estática, estarían las pantallas filtrantes, los aberturas y los marcos de encuadre del mismo paisaje escenificado. También las grietas del terreno, los cursos de agua en movimiento, etc.
Un material común en la realización de sus trabajos más recientes es el empleo del acero cortén, casi distintivo del equipo, extendido en el suelo, en empalizadas de contención del terreno y formando taludes, resolviendo las cubiertas como se aprecia ya desde su restaurante Les Cols. También la repetición rítmica de los volúmenes que proponían en la Casa horizonte. En los últimos proyectos, además, atendiendo a la presencia de la pintura, en particular el tachismo presente en la obra pictórica de Pierre Soulages, que culmina en el museo en Rodez dedicado a exponer la obra donada por el artista, donde los arquitectos aúnan las experiencias precedentes: El territorio, el ambiente del restaurante abierto al paisaje y las cajas en repetición rítmica de acero cortén, rojas del óxido por fuera y negro en el interior como homenaje al artista francés que extrajo la luz a partir del negro.
