La mujer atacada brutalmente con un martillo hoy en Cartagena, presuntamente a manos de su esposo, fue operada esta misma en el Virgen de la Arrixaca de Murcia, donde los sanitarios se afanaban en salvar su vida. La mujer aguantó la intervención y, al salir del quirófano, fue llevada a Cuidados Intensivos, en estado muy grave, confirma la Consejería de Salud.

Mientras, su marido, un hombre de nacionalidad española, permanecía en los calabozos de la Comisaría de la Policía Nacional, en calidad de detenido tras, supuestamente, intentar matarla.

El presunto agresor, Juan M. G., habría empleado un martillo para atacar brutalmente a la víctima, Rosalía F. M., de 62 años. Martillo que fue recuperado en la vivienda en la que se produjeron los hechos, un tercer piso en cuya puerta aún se veían, horas después, pisadas ensangrentadas.

Fue el propio sospechoso el que avisó por teléfono a Emergencias de lo que había hecho. El escenario del ataque, una vivienda ubicada en el número 21 de la calle Príncipe de Asturias, en la ciudad portuaria. En su llamada, el hombre detallaba que su esposa se encontraba malherida y solicitaba atención sanitaria urgente. Y confesaba que él mismo era quien había dado con un martillo a su mujer.

Así las cosas, a la vivienda se movilizaron, además de agentes de la Policía Nacional, sanitarios en una unidad médica de emergencias (UME), que, viendo la gravedad de la mujer, que presentaba heridas de consideración en la cabeza por traumatismos, decidieron trasladarla no al Santa Lucía, que era el hospital más cercano, sino al Virgen de la Arrixaca de Murcia. Fue llevada primero a Cuidados Intensivos y, de ahí, al quirófano. Después, de nuevo a la UCI.

«Queremos expresar nuestra condena y total rechazo a, lo que parece, un nuevo caso de violencia machista», detallaron desde la Asociación de Mujeres Clara Campoamor de Cartagena, al poco de conocer lo sucedido.

Se estaban separando

Juan M. G. no tenía denuncias previas por violencia de género, confirman desde la Delegación del Gobierno en Murcia.

Según explicaron fuentes cercanas a la investigación, el matrimonio, que tenía una hija de 27 años que vivía con ellos, estaba en trámites de separación. De hecho, la mujer ya no residía en el piso de Príncipe de Asturias, donde se produjo el ataque. Lo apuntaban también los vecinos, que se mostraban impactados ante el hecho de que un nuevo episodio de violencia machista les tocase tan de cerca. Aseguraban, asimismo, que nunca habían escuchado peleas o gritos procedentes de la vivienda del matrimonio.

De hecho, «desde hace año y medio más o menos, solo se veía por aquí al padre y a la hija», comentaba a este diario una joven vecina. Todos coincidían en que tanto Rosalía como su presunto atacante eran «buena gente» que nunca protagonizaron una trifulca en el vecindario.